Los ecuatorianos son el primer grupo inmigrante en Gipuzkoa

El 13% de los 21.500 inmigrantes extranjeros empadronados en el territorio procede de Ecuador La población latinoamericana se ha multiplicado por diez en 7 años

Diario Vasco, 20-03-2006

SAN SEBASTIÁN. DV. Gipuzkoa y Ecuador tienen cada vez más nexos de unión, los que están formando cada año los ecuatorianos que buscan en este territorio lo que no pudieron encontrar en su país natal. Desde hace dos años, la comunidad ecuatoriana ha desbancado a la portuguesa del primer lugar en el ranking de presencia extranjera en Gipuzkoa. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, el año pasado 2.740 ecuatorianos estaban empadronados en alguno de los municipios del territorio – sobre todo en San Sebastián, Irún y Tolosa – , un 35% más que en 2003. Este vertiginoso incremento ha eclipsado las inmigraciones de portugueses y marroquíes, nacionalidades que le siguen en número, con 2.531 y 1.987 personas respectivamente.

Estos tres países lideran la presencia de personas inmigrantes en Gipuzkoa, cuya población se ha triplicado en los últimos cinco años. Según un informe del Observatorio Vasco de Inmigración, en 2005 el 3,1% de la población guipuzcoana era inmigrante; traducido a cifras, 21.537 personas. El aumento en Gipuzkoa, donde la comunidad boliviana también ha experimentado un crecimiento espectacular en los dos últimos años, es extrapolable al resto de territorios. El número de empadronados extranjeros en el País Vasco ha aumentado un 23% en los dos últimos años, con un total de 72.767, de los que casi la mitad son latinoamericanos.

Colombia es el país con más presencia en Euskadi, sobre todo en Vizcaya y Álava, pero Gipuzkoa es el destino escogido por cada vez más ecuatorianos. ¿La razón? El presidente de la asociación de inmigrantes Adiskidetuak, Fabricio Cajas, apunta algunas de las que a él mismo le condujeron hasta aquí hace seis años. «Para empezar, la sociedad guipuzcoana nos da una buena acogida, algo que no pasa en todos los lugares, por lo que muchos ven aquí un lugar interesante para comenzar un proyecto de vida», asegura. Pero este extremo, sea más o menos real, no puede ser en cualquier caso comprobado hasta que no se pisa suelo guipuzcoano. Son razones familiares, sociales, laborales e incluso político – culturales las que han hecho que miles de ecuatorianos marquen este territorio como punto de destino en su proyecto de vida futuro. «La emigración ecuatoriana se caracteriza por no ser individual, sino una estrategia familiar en la que ‘los colonizadores’ buscan un lugar, se establecen y luego traen al resto de su familia, normalmente la más próxima», explica Fabricio.

Sociedad horizontal

La estructura social es otro de los atractivos que apunta este inmigrante ecuatoriano que trabaja como profesor de informática en un centro de formación. «Es una sociedad bastante horizontal, es decir, no hay estratos sociales jerárquicos; y aunque la inmigración ocupa los nichos laborales más bajos, eso no tiene por qué significar que el trato social sea diferente, algo que sí ocurre en otros lugares», indica. Este hecho facilita, en su opinión, la búsqueda de trabajo, campo en el que Fabricio quiere desmontar «algunas ficciones creadas», como que «la inmigración procede en su mayoría del campo».

El presidente de Adiskidetuak asegura que los ecuatorianos que llegan a Gipuzkoa proceden de las dos ciudades principales del país, Quito, la capital, y Guayaquil. «Son personas que tienen una experiencia laboral bastante múltiple, ligada a la ciudad», indica. «Aquí suelen trabajar como empleadas domésticas, cuidando niños o a personas de la tercera edad, en hostelería, construcción y en la industria», donde recuerda que sus compatriotas resultan «más ventajosos» para el parqué empresarial porque «aceptan los trabajos de dos o tres días al mes que los locales no quieren». «Tenemos fama de ser constantes y cumplidores», añade.

Además de esta cualidad, Fabricio asegura que su relación con los oriundos guipuzcoanos es buena. «Hay cierta empatía», dice, «quizás porque el País Vasco es un país en el que están en permanente discusión los temas de lo local, de lo original, y eso nos favorece, ya que mucha de la inmigración ecuatoriana es indígena». Aunque el carácter «es diferente», este ecuatoriano afirma que la situación de su país, «sin ninguna mejora en el plano económico ni social», seguirá impulsando a sus compatriotas a «plantearse la emigración como una opción de vida». A los ecuatorianos y a los habitantes de la mayoría de países latinoamericanos, cuya presencia en Euskadi se ha multiplicado por diez en los últimos siete años.

Según datos del INE recogidos por el Observatorio Vasco de Inmigración, la población latinoamericana empadronada en el País Vasco ha pasado de las 3.000 personas que había en 1998 a las 35.000 en 2005, un incremento que se ha hecho efectivo sobre todo en los últimos cuatro años.

Personas visibles

A pesar de lo que reflejan los datos, Fabricio, en contacto directo con ellos de forma asidua, matiza que no son tan espectaculares como pueden parecer. En el caso de los ecuatorianos, por ejemplo, asegura que «no es que desde hace dos años hayan venido más», sino que el proceso de regularización extraordinario que el Gobierno desarrolló el pasado año «hizo visibles» a los que ya estaban aquí.

Y es que a pesar de que cada vez son más los que dejan todo atrás y se deciden a cruzar el charco – la mayoría con intención de retornar algún día – , conseguirlo resulta cada vez más complicado. «Ya no es lo mismo que antes. Hace años era más fácil, pero ahora han puesto una alambrada como la del Mediterráneo (Marruecos con Ceuta y Melilla), pero invisible», se lamenta. Esa valla a la que se refiere es mucho menos peligrosa, pero también difícil de saltar. Es la barrera burocrática que, según cuenta, supone que «aunque tengas todas las posibilidades legales para venir, el viaje se puede demorar de seis meses a un año, y eso te lleva a replantear si quieres embarcarte».

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