El tabú de la inmigración

Las Provincias, 18-03-2006

Sobre el problema de la inmigración apenas queda por resolver una incógnita: en qué momento procesal entenderán los medios de comunicación españoles que procede, que ya no es políticamente incorrecto hablar de invasión. ¿Se puede usar esa palabra a tenor de las cifras de las últimas semanas? ¿Merece ese término la presencia en las playas de Mauritania de más de 12.000 personas dispuestas a dar el salto? ¿La justifican las conjeturas que cifran en medio millón los africanos dispuestos a abordar Europa? No lo sé. Pero creo que la escalada de palabras que describen el acontecimiento está en marcha: hace un año hubiera sido impropio hablar de alud y avalancha y ya hace semanas que se está haciendo con toda naturalidad, pese al peso abrumador de los tabús en favor de la corrección.


Las palabras intentan abarcar sin mucho éxito un acontecimiento muy difícil de acotar en sus dimensiones y de definir en sus raíces. Para ponerle el menor peso específico posible quizá deberíamos hablar de un éxodo, de un grandioso éxodo que tiene como escenario la manga de mar que separa Mauritania de las Canarias. Faltas de preparación, nuestras islas se encuentran desvalidas ante un acontecimiento que debería haber hecho reaccionar hace tiempo al Gobierno español, que a su vez debería haber sabido movilizar en la debida forma a las correspondientes instancias europeas.


Canarias, sin duda, no puede estar sola y desprotegida ante los acontecimientos. Canarias debe entender y comprobar que España entera acude a atender el conflicto. Pero al mismo tiempo es evidente que España no puede quedar relegada a la misma sensación de soledad y desbordamiento que las islas padecen. Así, se hace sumamente urgente una reacción, española y europea, ante el éxodo norteafricano. El Gobierno español y el europeo tienen que dejar de lado asuntos menos perentorios para salir al paso con los contingentes, civiles y también militares, que sea preciso movilizar. Antes que la cruda realidad de Irán llame a nuestra puerta, que llamará, Europa debería actuar con urgencia en África.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)