Latinoamérica saludó la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca manifestando su interés por mantener los lazos estratégicos pero preocupada por las intenciones proteccionistas y antiinmigración ratificadas por el nuevo presidente estadounidense.

La inquietud por las primeras medidas que adopte el millonario se remonta a las controvertidas propuestas de su campaña para la región: construir un muro en la frontera con México y deportar a 11 millones de inmigrantes indocumentados; renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, firmado en 1992 entre EE UU, Canadá y México) y gravar las importaciones mexicanas con un arancel del 35%; y revertir el deshielo con Cuba.

Su discurso de investidura ratificó sus intenciones de pensar en los trabajadores y las familias estadounidenses y proteger sus fronteras de «los abusos de otros países, que fabrican nuestros productos, roban a nuestras empresas y destruyen nuestros empleos».

El Gobierno de México, el más directamente amenazado, busca un diálogo respetuoso pero instruyó a los 50 cónsules establecidos en Estados Unidos defender a sus conciudadanos. La bolsa de valores y el mercado cambiario permanece en tensa calma pendiente de los decretos de Trump. Ayer las calles de Ciudad de México fueron escenario de manifestaciones contra el nuevo mandatario.

En cuanto a Colombia, el país que más ayuda recibe de Washington – 10.000 millones de dólares en los últimos 15 años – , Juan Manuel Santos elogió y dio gracias a Barack Obama por llevar las relaciones bilaterales a su nivel más alto. Deseó que a Trump «le vaya bien» y que recuerde que en esta región «es donde están los verdaderos intereses estratégicos de Washington».