Refugiados: una oportunidad para el medio rural
Público, , 17-01-2017La magnitud de la tragedia visualizada con las espeluznantes fotos de la destrucción de la ciudad de Halepo, las docenas de miles de emigrantes que ya yacen en el fondo del Mediterráneo, los miles de niños perdidos por toda Europa (los últimos en España) y las desoladoras imágenes de gente en cola pasando frío obligan a hacer algo.
Aquí tenemos amplias extensiones, comarcas y casi provincias con poblaciones muy envejecidas y con las densidades de población rural más bajas del continente comparables a Siberia o Laponia y además muy envejecida. Existen miles y miles de casas sin habitar e infraestructuras y recursos como la ganadería extensiva o la agricultura sin aprovechar. Los ecosistemas forestales necesitan trabajos continuos para no ser pasto de las llamas como ocurre cada verano.
Por otra parte tenemos una falta de natalidad enorme, y, la verdad, no veo entre mis conocidos ningún interés en tener muchos hijos para solucionar los problemas del país. Las perspectivas, por ejemplo en Galicia para los próximos años es de una pérdida de 245 mil habitantes. Este hecho está mucho más agudizado en el sector rural. Si bien en el conjunto del país esta falta de natalidad y de aportación a la economía depara un futuro incierto para las pensiones, en el sector rural esta falta de gente y de gestión apunta directamente al colapso del medio rural. Aunque sigue persistiendo la idea de “la carga de los refugiados” y está presente en políticos y ciudadanos: costes sobre los ya ajustados presupuestos públicos, seguridad social, educación…, no se han tenido en cuenta los inmensos beneficios que tendrían para el crecimiento de la economía la regularización de estos refugiados.
Existe un “coste de no actuar”, que es lo que está pasando en las actuaciones que tenemos que enfrentar respecto al cambio climático por ejemplo, o respecto a los incendios forestales, pero también en los aspectos agrarios y ganaderos, pérdida de pastos por falta de usos, respecto a la perdida de variedades vegetales, de semillas, de conocimiento de prácticas ancestrales que prácticamente ya han desaparecido.
Tenemos que diseñar, realizar y cuidar, sobre todo cuidar grandes infraestructuras verdes en el país, por ejemplo el gran cinturón verde mediterráneo, (esto si que sería una infraestructura inteligente!! para el futuro del país- y no lo que se vende con este nombre), apoyar y mantener una importante ganadería extensiva como vía de revitalizar zonas rurales, apoyar pequeños regadíos y pequeñas explotaciones familiares, que intentaran producir con alto valor añadido productos de alta calidad, con el apoyo de cooperativas. Podrían instalarse pequeñas industrias intentando que tuvieran un marcado carácter innovador y apoyado en nuevas tecnologías. Por supuesto la energía se basaría en el autoconsumo siempre que se pueda, instalando el 1 Millon de tejados solares que ya se ha señalado como obligatorio para el próximo futuro y potenciando la mini eólica y otras formas de energía. Las nuevas tecnologías y en concreto, el acceso a la telefonía móvil e internet de banda ancha debería estar garantizado en todos los municipios. Hay que poner en valor recursos como las plantas aromáticas, la necesaria gestión de los bosques, la creación de anillos verdes alrededor de las ciudades, la reforestación de las cuencas, etc..
El turismo rural contribuiría también al conjunto de esta economía rural. Todo esto iría unido al aumento de la consideración social y el reconocimiento de los nuevos campesinos o rurales como ocurre en Francia. El modelo francés puede servir de ejemplo , donde se apoya la agroecología y se promueven planes de desarrollo comarcales participativos para movilizar todo el potencial endógeno.
Todas estas actuaciones, todos estos retos y esta ecuación solo podrían igualarse con la entrada inteligente de esos refugiados en las zonas rurales. Los beneficios se notarían en la creación de núcleos con vida, en el aumento de soberanía alimentaria y también en la disminución de la desentendencia energética del país. La administración central podría apoyar con programas por ejemplo de compra verde para estas comunidades y estos territorios.
No hay respuestas sencillas a problemas complejos. Y el tema es complejo. Y la diversidad de situaciones muy grande. Lo que vale para una sierra o un ecosistema o una comarca es posible y probable que no valga para la de al lado. Gran parte de esta población estaría muy contenta solo con que no les bombardeasen. Y si les dieran casa y algo de trabajo para empezar, seguro que contribuirían decisivamente al bienestar de todos. Lo que es un grave problema humanitario puede ser la última oportunidad para muchos territorios. Por favor, que alguien haga algo.
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