Este periodista empezó alrededor de 1990 a escribir de pateras en Tarifa (Cádiz). Siguió después en Ceuta, Melilla, Nador, Larache… y ya anda por Nuadibú, al sur del Sahara. Pronto habrá que escribir desde Senegal, Gambia o Sierra Leona. Estos días ha sido localizada en Nuakchott una embarcación procedente de San Luis, en Senegal. En este tiempo poco ha variado el fenómeno de la inmigración salvo ese desplazamiento del punto de partida y que seguimos sin un plan de desarrollo para África. Eso, y que el riesgo es mayor, aunque paradójicamente les cuesta menos dinero porque los traficantes mauritanos pugnan por hacerse con el macabro mercado. De las 12 millas que separan Punta Cires de Tarifa han pasado a recorrer más de 400 entre Nuadibú y Canarias.

El riesgo de dejar un reguero de muertos se ha multiplicado en la misma proporción. Con Mauritania ha sido más rápido el entendimiento que con Marruecos por la experiencia acumulada o por la sencilla razón de que España y el país subsahariano no arrastran una larga historia de enfrentamientos de vecindad. La última crisis de Ceuta y Melilla parece haber dejado huella en los responsables políticos de Madrid y esta vez han reaccionado pronto. Habrá patrulleras de la Guardia Civil en Mauritania hasta que los marineros locales aprendan su manejo y los astilleros españoles tengan tiempo de construir las embarcaciones que comprará ese país con dinero de la UE.

Habrá que ver de dónde salen las cuatro patrulleras que el Gobierno dice que enviará en breve: la dotación de material de la Guardia Civil no es que sea boyante. No sea que por el hueco dejado rebrote el fenómeno. Todo el que trabaja en control de fronteras sabe que el flujo puede ser frenado, pero no controlado del todo. Seguirán llegando. A borbotones como ahora a Canarias o como en el verano del 2005 porque es la forma que han encontrado de desbordar la vigilancia. Por encima de las vallas de Ceuta o a través del océano. Aunque les cueste la vida.