«Mi único miedo era volver atrás, no perder la vida en la patera»

Dos inmigrantes de origen subsahariano cuentan la experiencia que han vivido para llegar a la costa malagueña a bordo de una de estas embarcaciones

Diario Sur, Alvaro Frías, 16-01-2017

Ayoui se crió frente a un televisor en el que no dejaba de ver películas en las que se mostraba cómo era la vida en Europa. Pasaba los días junto a su amigo de la infancia, el mismo que, al ser de una familia más adinerada, acabó marchándose a estudiar a París. «Hermano, tienes que ver esto», asegura este joven marfileño que le decía una vez que estaba allí. Su sueño es volver a encontrarse con él, salir de la miseria en la que vive en su país y poder estudiar. Por eso, se jugó la vida en el mar a bordo de una patera.

Protegido tras un nombre ficticio, Ayoui comparte su historia junto a Pompidou (así es como este otro joven camerunés ha decidido ponerse como seudónimo). Los dos han compartido sitio en la última patera que ha llegado a Málaga. Era el final de un largo viaje que para siempre tendrán grabado a fuego en la memoria y también en la piel, con las quemaduras que sufrieron al entrar en contacto la gasolina del motor de la embarcación con el agua salada.

Pompidou no se acuerda de nada del viaje en la patera. Poco después de salir de Marruecos, la hipotermia le hizo perder el conocimiento. Lo que sí recuerda es a su familia. A los 14 hermanos que convivían en una pequeña casa de la capital del país –Yaundé–, dónde se dedicaba a vender bolígrafos a diario para poder ganar algo de dinero y comer.

Con lo poco que ahorró se embarcó en el sueño de ir a Europa. Una larga travesía por países africanos que empezó hace casi dos años, en la que vivió sus momentos más duros en Marruecos. Allí tenía que pedir limosna para poder comer.

El viaje de Ayoui hasta Marruecos fue más rápido. Su amigo, que llevaba en París una temporada, le animó a que se reuniera con él. Le pagó un billete de avión hasta el país norteafricano y le dijo que le enviaría los 1.000 euros que cuesta subirse a una patera para intentar llegar a España.

Pero hasta que encontró la forma de hacerlo pasaron meses. «Barría las puertas de las casas y hacía cualquier recado para que me dieran algo de comer. He recibido palizas tan fuertes que pensaba que no saldría adelante», explica el joven marfileño.

Esperanza

Los dos compañeros aseguran que nunca han perdido la esperanza. Insisten en que es la que les ha guiado en su viaje y la que les ha mantenido con vida en cada momento del calvario por el que han pasado. «Mi único miedo era volver atrás, no perder la vida en la patera», asevera Ayoui.

Ahora, ya han cumplido parte de su sueño. Ayoui quiere reunirse con su amigo: «Es algo difícil, porque en la patera perdí lo poco que tenía. La ropa y el teléfono móvil». Se ilumina su cara con una gran sonrisa cuando piensa en que ahora, por fin, podrá estudiar informática y electrónica.

Pompidou sueña desde que era chico con montar su propio taller de mecánica: «Quizás ahora pueda ganar dinero para abrirlo algún día. Cerca de casa para volver a ver a mi familia».

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