Comprometida con la infancia desde joven

Lorena Cobas, nacida en barakaldo hace 39 años, es la responsable de Emergencias del comité español de Unicef

Deia, Un reportaje de José Basurto, 06-01-2017

LORENA Cobas siempre pensó que cuando acabara la carrera de Derecho iba a trabajar “en algo relacionado con el desarrollo”, pero no tenía claro “en qué”. Así que unas prácticas en la delegación de Unicef en Bilbao tras realizar un máster en Cooperación Internacional le sirvieron para despejar el horizonte. “Me enamoré de la infancia”, dice, “y a partir de ese momento supe que quería trabajar por los derechos de la infancia”.

Tras finalizar el periodo de formación, Lorena decidió irse a trabajar “sobre el terreno, a la primera línea”. Y así empezó su carrera profesional en la mayor organización humanitaria dependiente de la ONU. Primero estuvo en Bolivia con una beca del Gobierno vasco y, posteriormente, volvió a Madrid, donde, con el paso de los años, se ha convertido en la responsable de Emergencias del Comité Español de la ONG. Su trabajo le ha obligado a viajar mucho, ya que regularmente ha tenido que hacer el seguimiento de los proyectos que se llevan a cabo en muchos países. Cuando relata la lista se hace interminable: Honduras, Mauritania Ucrania, Angola, Kenia, Camerún, República Centroafricana, Angola…

A pesar de su juventud, 39 años, Lorena ha visto muchas situaciones de desamparo de niños que viven atrapados en una guerra o en un desastre natural. Por eso, cada día está más convencida de que acertó cuando decidió dedicarse en cuerpo y alma a la infancia. Como responsable de Emergencias en España, Lorena explica que su función consiste en “coordinar a todas las oficinas cuando se produce una emergencia a nivel internacional, por ejemplo, cuando pasó lo del huracán en Haití, y que la gente sepa lo que está ocurriendo y de qué forma afecta a la infancia”. El caso de emergencia más mediático actualmente es Siria, pero Lorena advierte de que “hay muchas emergencias que están todo el año vigentes donde hay muchos niños atrapados”. En este sentido aporta un dato: en 2015, respondió a 310 emergencias en cien países. “No todas se conocen”, afirma, “y no me gusta decir que unas son más pequeñas que otras porque para el niño que lo vive no es pequeña”.

Ella define emergencia “cuando sucede algo en un país o comunidad que produce tal cantidad de daños materiales o humanos que no se puede recuperar por sus propios recursos”. Esta emergencia puede ser “un desastre natural como un huracán, una tormenta tropical, una sequía o conflictos políticos, escaladas de violencia como hay, por ejemplo, en Sudán del Sur, República centroafricana, Ucrania o Yemen”.

Siria Aun así, reconoce que la crisis humanitaria que más golpea actualmente a los niños es Siria. “Es una de las más importantes”, dice, “porque llevamos más de cinco años y los niños y las familias han agotado todos sus recursos para sobrevivir; están huyendo y es un conflicto extremadamente violento”. Según confirma, “unos 8,5 millones de niños están afectados por el conflicto, la mayoría de ellos, algo más de 6 millones, están dentro de Siria, y el resto ha tenido que cruzar la frontera”. Ofrece más datos que son aterradores: “Más de dos millones de niños no pueden ir a la escuela, lo cual les priva de recuperarse, de tener un futuro mejor”. Pero lo que más le preocupa a Lorena es que “no podemos llegar, ya que los niños están sitiados en lugares de difícil acceso que ni siquiera tenemos datos de cómo están”. Esa extrema violencia de la guerra hace que no puedan tener presencia física, “aunque trabajamos con aliados locales”, advierte. En Alepo tienen una oficina, pero no tienen acceso a la zona sitiada. Lo único que pueden hacer es entrar con ayuda humanitaria cuando se abren los corredores previo pacto entre las fuerzas contrincantes.

En cuanto al tipo de ayuda que ofrecen, Lorena señala que “depende de la emergencia”. En un conflicto de larga duración como es el caso de los refugiados sirios en Líbano, por ejemplo, “es invertir en reformar los sistemas de salud y educación”, y en desastres naturales como el de Haití lo primero que hicieron fue enviar suministros para prevenir el aumento del cólera. “Respondemos a una serie de temáticas que afectan a la infancia: educación, protección (evitar que el niño esté expuesto a malos tratos, violencia o abusos), agua, saneamiento, higiene, nutrición y salud”. Esos aspectos son los que se están intentando desarrollar actualmente en un campo de refugiados en Jordania donde llegan personas procedentes de Siria. “Es el segundo más grande del mundo”, dice, “después del de Kenia, que tiene 20 años de vida. El de Jordania está en un entorno desértico. Recuerda que desde que se creó han tenido que llevar agua potable en cisternas, pero desde hace poco, y “tras una inversión enorme, hemos establecido canalizaciones y ya tienen agua”. No tiene la cifra exacta sobre ese campo, pero sí puede asegurar que “hay dos millones de niños en campos de refugiados alrededor de Siria”.

Los conflictos bélicos que azotan a muchos países no le hacen ser muy optimista, aunque para ella lo más importante es que la ciudadanía tome conciencia de lo que está pasando y sepa lo que verdaderamente ocurre. “Vivimos unos momentos que, a nivel humanitario, tenemos más crisis y más violentas”, dice. Por eso, le gustaría que “la gente llegara a conocer que en Sudán del Sur también hay un conflicto, que en República Democrática del Congo llevan 20 años con varios conflictos abiertos y que el fenómeno de El Niño amenaza a 14 millones de niños de poder tener enfermedades graves porque no tienen agua y dejan de ir a la escuela porque tienen que ir de noche a por agua”. A Lorena le gustaría que en la televisión hubiera un espacio “que mostrara toda la magnitud de los problemas relacionados con la infancia”.

Desde el punto de vista personal, una de sus grandes satisfacciones es cuando va a un campo de refugiados y ve sonreír a un niño, “a pesar de la vida que lleva”, pero lo más importante para ella es cuando ve “cambios reales en los niños”. Entonces es cuando dice “esto sirve para algo”. En este sentido pone como ejemplo “cuando se llega a un acuerdo en la República Centroafricana para que los grupos armados liberen a todos los niños que tienen reclutados. Si consigues ver a alguno de esos niños que se integre en las comunidades y empiece una vida después del trauma, para mí eso es lo que me hace seguir luchando cada día”. Lorena sería feliz “el día que no hubiera conflictos ni guerras en el mundo”. Algo impensable. Por eso, ella sigue trabajando en Unicef.

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