Inmigrantes chechenes llaman a la puerta de Europa

La Vanguardia, Veronika Silchenko, 23-12-2016

Cientos de inmigrantes chechenes viven una odisea diaria en la histórica ciudad bielorrusa de Brest al intentar cruzar en tren la frontera con Polonia para llegar a la Unión Europea.

“La situación en Brest es muy complicada. Sólo dejan pasar una o dos familias cada día, cuando son decenas”, aseguró a Efe Valdis, un cooperante de la organización de derechos humanos Human Constanta.

Cientos de chechenes se han concentrado en los últimos meses en Brest para probar suerte a bordo del tren entre Brest y la ciudad polaca de Terespol con la esperanza de que los guardias fronterizos hagan la vista gorda.

Debido al bajo coste del billete 9 euros ida y vuelta, los chechenes se suben al tren una y otra vez, con sus escasas pertenencias, por la mañana pero a la hora de comer ya están de vuelta expulsados.

Algunos tienen suerte, pero son los menos, mientras el resto lo sigue intentando hasta que se le acaban los ahorros y deben pernoctar en la propia estación de trenes.

“A los refugiados los llaman invisibles, ya que cuando llegan a la frontera los guardias fronterizos los ignoran completamente”, denuncia el activista.

Hace unos meses, los chechenes perdieron la paciencia e incluso organizaron un acto de protesta contra las autoridades polacas para llamar la atención sobre su situación, pero desistieron poco después ante la falta de reacción del Gobierno y los medios de comunicación.

En principio, Polonia debería al menos estudiar su petición de asilo después de que el solicitante afirma que teme por la seguridad de su familia, pero esto no ocurre en el caso de los chechenes.

Según Human Constanta, el principal motivo por el que los chechenes buscan asilo en la UE es “la persecución por parte de las fuerzas de seguridad (de Chechenia), torturas y amenazas”.

La guerra en la república rusa de Chechenia terminó hace muchos años pero, según los inmigrantes , representantes de las fuerzas de seguridad chechenas a veces hacen acto de presencia en la estación, lo que tiene atemorizadas a las familias.

Los rusos no necesitan visado para cruzar la frontera bielorrusa, por lo que el temido líder chechén, Ramzán Kadírov, no ha dudado en enviar a sus agentes a inspeccionar a las familias que quieren pedir refugio en el seno de la Unión Europea.

Los activistas cifran en cerca de un millar los inmigrantes chechenes que llegaron a Brest en agosto, de los que unas seis familias viven permanentemente en la estación, ya que no pueden permitirse el coste de una habitación.

Aparte de la imposibilidad de llegar a Europa, los chechenes tienen otra batalla diaria que librar contra los residentes locales, que intentan aprovecharse de su desesperada situación para hacer negocio.

“Se la alquilo. ¿Cuántos son ustedes? Todos caben, aunque es un apartamento pequeño, de una sola habitación”, insiste un hombre frente a la estación.

La joven se lo piensa y antes de responder afirmativamente le pregunta al conductor si les llevará ahora en coche al apartamento.

“No conocemos la ciudad. Vamos a quedarnos por mucho tiempo. Mañana volveremos y después otra vez”, dice.

Como si de turistas se tratara, el precio del alquiler de una habitación y las tarifas de los taxis se han disparado en los últimos meses hasta volverse prohibitivos, aunque eso no es lo peor, ya que algunos son directamente engañados.

“Piense que nosotros somos los anfitriones y ellos son invitados. Cada uno intenta ganarse la vida como puede. Empiezan a alquilar los apartamentos no por meses, sino por días, lo que sale mucho más caro”, explica Alexéi, un taxista local.

Recuerda que en Chechenia “ya no hay guerra” y se pregunta: “¿Qué clase de refugiados son esos?”.

“Pueden establecerse aquí si Rusia es peligrosa, pero no quieren quedarse con nosotros. Tampoco pagan subsidios por no hacer nada. Quieren ir a Europa. ¿Y quién no?”, afirma.

Otros no ven bien la presencia en las calles de la ciudad de familias musulmanas las mujeres y niñas chechenas llevan velo e incluso denuncian casos de violencia y asalto.

Human Constanta, que envió a sus activistas a Brest en septiembre y se ha establecido en la ciudad de manera permanente, ofrece consultas legales a los refugiados chechenes y en ocasiones les han acompañado en sus travesías de ida y vuelta en tren.

Además, han organizado seminarios sobre derechos humanos y asilo político para la población local con el fin de evitar incidentes, pero apenas han acudido cinco personas.

Como pudo constatar Efe, quince familias chechenas regresaron a la estación tras una nueva travesía fallida, pero antes de perderse en la ciudad compran un nuevo billete para volver a intentarlo mañana.

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