Marruecos devuelve a Mauritania decenas de inmigrantes por la frontera del Sahara
ABC, 13-03-2006
TEXTO Y FOTO: LUIS DE VEGA, ENVIADO ESPECIAL
FRONTERA DE MAURITANIA Y SAHARA. La Policía mauritana daba ayer viajes desde Nuadibú a la frontera con el Sahara Occidental con el único vehículo disponible para recoger los inmigrantes que les envían las autoridades de Marruecos. Este corresponsal siguió a un grupo de 16, custodiados por dos agentes, que fueron trasladados desde los límites de la ex colonia, ocupada por el Reino alauí desde hace tres décadas, hasta una comisaría de Nuadibú en la parte trasera de un todoterreno. Apiñados es poco.
Muchas de las piraguas que están saliendo hacia Canarias desde las playas de Mauritania o Senegal naufragan, se quedan sin gasolina o son detenidas en aguas del Sahara. Casi siempre, según los testimonios de los propios inmigrantes, acaban en la ciudad de Dajla, la antigua Villa Cisneros española. Desde allí los marroquíes los envían al paso fronterizo de Bir Ganduz, a unas cuatro horas por carretera. En ese punto, los subsaharianos tienen todavía por delante siete kilómetros de un espacio nacido a raíz del conflicto saharaui considerado tierra de nadie. Tras pasar por esa franja sembrada de minas antipersona, llegan al puesto mauritano.
Sidi Suguná apenas se tenía en pie cuando los policías lo ayudaban a bajar del coche en Nuadibú. El joven maliense llegó muy débil y tuvo que ser trasladado a un centro hospitalario. Junto a él, otro candidato a llegar a Europa, éste mauritano, se aferraba a sus únicas pertenencias: un salvavidas naranja fluorescente, la única nota de color entre la penumbra de la comisaría. Los recién llegados se encontraron las dependencias policiales atestadas y cada vez es más difícil encontrar una parcela de suelo libre. Las autoridades mauritanas repatriaron ayer desde Nuakchot a setenta senegaleses y por la tarde el ministro del Interior se trasladó a Nuadibú para conocer la situación sobre el terreno.
«Los problemas son inmensos por la zona fronteriza en conflicto», explica Mohamed Uld Cherif, alcalde de Nuadibú, en referencia al vecino Sahara Occidental. «Hemos tenido que entrar a recoger cadáveres y enterrarlos en la zona minada». Chejani, el conductor de la ambulancia municipal, relata cómo a veces han tenido que poner en grave riesgo sus vidas cruzando varios kilómetros de campos minados para ir a rescatar inmigrantes. También él es el encargado de trasladar a los muertos. «Recuerdo perfectamente el olor de aquellos cuerpos en descomposición», explica junto a la tumba recientemente improvisada para cuatro náufragos en un vertedero de Nuadibú.
Marruecos envía a Mauritania a los inmigrantes al considerar que salieron de sus costas y sin tener en cuenta su nacionalidad. El grueso de ellos, como ha comprobado ABC, son de Senegal, Malí y Guinea Bisau. Sólo en la última semana, según Hamedu Haye, de la Media Luna Roja, han llegado al menos 140 por la frontera del Sahara Occidental. «Mauritania los acepta si se demuestra que han salido de aquí», comenta.
Las autoridades españolas se enfrentan desde hace años a la misma situación con las embarcaciones que salen de Marruecos o el Sahara. Por eso, Madrid y Rabat firmaron en 1992 un acuerdo de devolución por el que los marroquíes se comprometían a aceptar de vuelta todos aquellos inmigrantes, independientemente de su nacionalidad, que hubieran salido del Reino alauí.
El acuerdo no se cumple porque las autoridades del país magrebí sólo aceptan, con muy contadas excepciones, la repatriación de los ciudadanos marroquíes, pero no los de otras nacionalidades. Los argumentos para ello es que en estos dieciséis años Marruecos se ha convertido en el principal país de tránsito para los africanos que quieren ir a Europa. El primer ministro marroquí, Dris Yetú, acaba de visitar Bruselas, donde le han vuelto a proponer la necesidad de un acuerdo de repatriación similar al que no se cumple con España. La respuesta, de momento, es que no.
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