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“En el centro de todo debe estar la protección a la víctima de trata”
Las asociaciones piden una Ley Integral para hacer frente a una realidad que esclaviza a miles de mujeres en el Estado. Desde 2012, 430 mujeres han sido liberadas de las mafias en Euskadi
Diario de noticias de Alava, , 18-12-2016Bilbao – En los últimos cuatro años un total de 430 mujeres han sido liberadas de las mafias de explotación sexual en Euskadi. Sin embargo, según coinciden todas las organizaciones y entidades que trabajan en la lucha contra la trata de personas, esta cifra es solo “la punta del iceberg” de un drama que esclaviza a miles de mujeres cada día a lo largo de todo el planeta. “Uno de nuestros objetivos es que afloren casos para darles una respuesta adecuada, pero ello pasa por generar confianza en las mujeres y niñas que son mayoritariamente las víctimas de estas situaciones”, asegura la directora de Emakunde, Izaskun Landaida.
Las dificultades para rescatar a las víctimas de la trata son mayúsculas. A unos grupos organizados poderosos y peligrosos, se suma “la desconfianza de las propias víctimas en la policía y en general en las instituciones, que no es de extrañar, teniendo en cuenta la odisea por la que han pasado, el miedo a las represalias, el desconocimiento del idioma, unido a que existe una gran dependencia de las mujeres con sus tratantes”. Las organizaciones que trabajan con estas mujeres y niñas coinciden: “En el centro de todo tiene que estar la protección a la víctima”. “Eso supone una serie de modificaciones legales, porque muchas veces la persecución del delito se centra en el testimonio de la víctima. Lo importante es proteger a la víctima con independencia del resultado judicial”, sostienen desde la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp).
Durante una jornada celebrada el pasado 10 de noviembre en el marco del Foro para la Igualdad 2016, el jefe del área de delitos contra las personas de la Sección Central de Investigación Criminal y Policía Judicial de la Ertzaintza, Hugo Prieto Adámez, describió las dificultades que entraña la desarticulación de unas redes donde se encuentran mujeres “extremadamente vulnerables”, que normalmente desconfían de las policías y tienen una gran dependencia de sus explotadores. Explicó que los agentes tienen que ganarse la confianza de las víctimas y darles seguridad para que éstas puedan colaborar en la desarticulación de la red. También indicó que la evolución de la prostitución ha hecho cambiar y en algunos casos ha complicado la labor de la policía para conocer la situación de estas mujeres, ya que hace unos años lo habitual era verlas en las calles, luego pasaron a los clubes y ahora están en los pisos, menos accesibles.
“Es difícil que una víctima, sin el apoyo de una entidad, llegue a lograr una inserción plena en la sociedad porque el desconocimiento que tiene de sus derechos y las alternativas es máxima”, apunta la representante de Apramp a este periódico.
Las víctimas Esta dificultad que explicó Prieto Adámez se refleja en un dato: según las organizaciones, solo entre el 0,5 y 1% de las víctimas de explotación sexual nigerianas, cuyo perfil ha ido en aumento en los últimos años, denuncian. Precisamente, Apramp, que trabaja en todo el Estado, lanzó el pasado julio una campaña de sensibilización con una superviviente nigeriana como protagonista. Loveth, como se hace llamar en el corto dirigido por Mabel Lozano, forma parte hoy en día de la unidad de rescate de la asociación.
Pero en su día vivió bajo el control absoluto de su madame, con la que tenía una deuda de 50.000 euros, y bajo el terror del vudú. “El brujo me desnudó, me cubrió con una sábana, me hizo arrodillarme frente a unas imágenes y prometer que nunca diría nada a nadie y que pagaría mi deuda al llegar a Europa”, explica en el vídeo Loveth sobre el ritual que le practicaron en Nigeria. Su sueño era salir de su aldea para ser costurera. Sin embargo, fue obligada a ejercer la prostitución. Precisamente el vudú es lo que distingue a estas mujeres de otras víctimas de trata. Eso y las mafias nigerianas, “uno de los grupos más agresivos” con ramificaciones en más de 80 países, según el FBI. “Para llegar de Nigeria a España tienen que atravesar tres desiertos y varias fronteras, y son fronteras que estas chicas no cruzan pasaporte en mano, ni saltando vallas, sino pagando en carne, siendo violadas y agredidas sexualmente”, explicó durante la presentación de la campaña José Nieto Barroso, jefe del Centro de Inteligencia y Análisis del Riesgo de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras.
El contexto El 80% del total de las víctimas de la trata de seres humanos en Europa son mujeres y niñas, sin embargo, la cifra asciende al 95% en el caso de la trata con fines de explotación sexual. El destino de estas víctimas son los entornos de la prostitución, que en el Estado ejercen, según datos del ministerio de Sanidad de 2014, unas 45.000 mujeres. La trata de personas con fines de explotación sexual supone, según Naciones Unidas, el tipo de explotación humana más utilizado.
En este sentido, cifras aportadas por Europol indican que es la segunda fuente de ingresos “ilícitos” de la delincuencia, por detrás del tráfico de drogas, aportando anualmente a los tratantes 32.000 millones de euros. Las autoridades españolas contabilizaron el año pasado a 13.892 personas en riesgo de caer en estas redes y desarticularon 42 organizaciones y grupos criminales en todo el Estado. En ellos operaban cientos de personas, de las que se detuvo a 471. Los clubes de alterne – con más del 74% de las inspecciones – son los lugares con mayor número de mujeres que corren el peligro de verse inmersas en estos engaños y coacciones.
Según el Plan Integral contra la Trata, del Ministerio de Sanidad, publicado hace un año, la mayoría de las víctimas (un 65%) proceden de la UE, principalmente de Rumanía. De hecho, la mayoría de las víctimas identificadas en 2015 por las autoridades eran rumanas, españolas y nigerianas.
Extranjería El 40% de las víctimas de trata extranjeras están en situación irregular. La vulnerabilidad y el miedo a denunciar se multiplican cuando las víctimas residen en España de forma irregular. Cuando las fuerzas de seguridad se chocan con estos casos, existe una vía de protección específica en la Ley de Extranjería. Se activa entonces el “periodo de reflexión” en el que la persona identificada como víctima de trata debe decidir durante los siguientes 30 días si cooperará en la investigación. En este sentido, desde ONGs como Women’s Link advierten de que algunas mujeres deciden colaborar pero acaban perdiendo la protección después de que las autoridades considerasen que su información no es relevante.
Mientras, las concesiones de protección internacional aún son muy puntuales. Como dato señalar que con motivo del 8 de marzo de 2015, CEAR celebró el tercer reconocimiento de protección internacional a una víctima de trata. No todas tienen derecho de asilo, una condición reservada a aquellas con temor fundado de que su vida o su integridad peligrarán si vuelven a su país de origen, un Estado que no garantiza protección frente a la violencia que padecen. Esto excluye, por ejemplo, a las víctimas de Rumanía.
La mayor parte de las víctimas de trata identificadas como tales en el Estado español recibe permisos temporales de residencia porque, inmediatamente, son derivadas al mecanismo de la Ley de Extranjería, sin analizar si reúnen o no las condiciones para recibir asilo, un estatus que ofrece más protección.
Legislación Para hacer frente a esta dramática realidad, la red española contra la trata pide desde hace años una Ley Integral. “Desde el marco europeo e internacional hasta el marco nacional han ido surgiendo diferentes leyes para abordar este problema, pero creemos que la respuesta, para que tenga una continuidad, es de una ley integral contra todos los tipos de trata, no solo la sexual”, señala la portavoz de Apramp. “Para perseguir este delito es necesaria la cooperación internacional tanto con los países de origen como del resto de Europa. Pero, siempre, en el centro tiene que estar la protección a la víctima”, agrega. Tanto Apramp como Emakunde coinciden en que esta realidad debe abordarse desde un enfoque de género. “Hay que promover un mensaje claro y contundente a la sociedad de tolerancia cero con este abuso y esta injusticia”, concluye.
“Mi vida ya no es mía”
La ceremonia. “Mi sueño era ser costurera internacional. Aquella noche en la ceremonia de vudú estaba mi madre, la amiga de mi madre y la mujer que tiene un hermano en Europa que había enviado dinero para hacer realidad mi sueño. Esa era mi madam. Me hicieron cortes. Sangraba por todo el cuerpo. Me quitaron mi pelo, mis uñas y mis bragas. Creía que iba a morir. Desde ese día no he vuelto a ver a mi madre”.
Explotación. “Me siento sucia, siento vergüenza de mí misma. Estoy vendiendo mi cuerpo a diferentes personas que no conozco. Mi vida ya no es mía. Las primeras veces sentía tanto dolor que cada vez que iba al baño creía que iba a parir. Iba cada minuto. Le pedí a mi madame que me llevara al médico y dijo que no. Una vez un cliente pagó una hora, pero cuando entramos a la habitación, el cliente me empezó a pegar, me dio una paliza. Intentaba gritar, pero no podía, cerraba mi boca, me pegó bien duro. Se lo dije a mi madame y me dijo: ‘Bueno, no pasa nada, es trabajo. Lo importante es que estás viva’. En la calle los clientes regatean el precio, 20 euros, 10 euros, incluso cinco euros. No tienen respeto a las chicas, te llaman perra, puta. Siento que no que ya no valgo nada”.
Las amenazas. “Tenía una deuda de 50.000 euros y mi madame me dijo que si no pagaba me iba a matar. También tenía miedo del vudú”.
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