José Ramón Aramendi Director de Cáritas Gipuzkoa
“En Gipuzkoa hay muchas brechas, salariales y generacionales”
Denuncia el director de Cáritas que el trabajo a tiempo parcial es pan para hoy y hambre para mañana. “Atendemos a personas que deben dos o tres meses del piso, y necesitan una ayuda inmediata porque su situación está a punto de irse al traste”
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 17-12-2016DONOSTIA – Cáritas conmemora hoy sus 50 años de trayectoria, efeméride que la entidad diocesana quiere celebrar con toda la sociedad, a partir de las 19.30 horas en el Kursaal. Medio siglo después de su nacimiento, las necesidades no han cesado, como las que acucian a “tantas mujeres jóvenes en paro con niños a su cargo”.
¿Qué pensó cuando supo que habían arrojado a un bebé a la basura?
- No me enteré a través de Cáritas, sino del Colegio de Leizarán, frente a la Iglesia de Santa María, donde llevo una fundación. La Ertzaintza se suele poner en contacto con nosotros cuando realiza alguna investigación. Aquel día lo hizo. Nos llamaron por si habíamos observado algo raro, preguntando si sabíamos quién podía ser la madre.
¿Y saben quién es?
- No, nadie sabe nada. Tenemos mucha relación con chicas de origen latino a través del piso de acogida en el que se les ofrece servicio en la Parte Vieja. Hemos bautizado a muchos bebés, pero nadie conoce a la mujer que pudo arrojarlo.
“Querida madre, aunque no debió ser así, gracias por dar a luz a esta niña”, dijo el obispo en relación al caso. ¿Usted qué opina de lo ocurrido?
- ¡Qué voy a decir! Se presentan situaciones tremendas, pero la vida de tu criatura siempre está por encima. Es un suceso que desgarra el corazón y, de hecho, ha conmocionado a la sociedad guipuzoana.
¿En un caso así, la madre es víctima o culpable?
- No está bien lo hecho, pero no entraría en el terreno de la culpabilidad. Es evidente que hay otras formas de actuar, como así lo hizo hace cuatro años una mujer dejando a su bebé en la entrada de la iglesia de los Carmelitas.
A las puertas de Cáritas llaman cada año miles de personas. ¿Han conocido otros casos similares?
- No. En el piso de acogida se presta ayuda a la maternidad a chicas embarazas para no estén solas y puedan sacar adelante a sus criaturas. Pero no, afortunadamente no conocemos casos así.
El número de familias atendidas en Cáritas se estabiliza, pero la pobreza se cronifica ¿Qué lectura hace?
- Que no crezca el número de personas necesitadas es en sí un dato positivo porque estos años atrás el crecimiento había sido vertical. En tres años habíamos pasado de 15.000 personas atendidas a 26.000. Pero cuidado, la situación económica de las personas que antes no podían pagar la luz o la electricidad sigue siendo mala y está yendo a peor. Atendemos a un número de personas que ahora se mantiene estable aunque, sin embargo, necesitan mucho más dinero. Hablamos de mujeres jóvenes sin empleo y con niños a cargo, o mayores de 55 años que tenían una vida normalizada y que se han quedado en el paro sin posibilidades de reengancharse porque los nuevos empleos que se crean en Gipuzkoa son de mayor cualificación.
¿Se ha abierto una brecha en la sociedad, o es mucho decir?
- Creo que hay muchas brechas, salariales y generacionales y, de hecho, media un abismo entre lo que cobra la población más joven y los trabajadores a partir de 40 o 50 años. El problema por encima de todo sigue siendo que el trabajo es a tiempo parcial.
Se plantea una revisión de la RGI, y se suprime la AGI en Gipuzkoa. ¿Qué ocurre con las ayudas sociales?
- Siempre hemos apoyado las políticas de acción social de las instituciones. Hemos sido críticos con la supresión de la Ayuda de Garantía de Ingresos, pero se han creado otras ayudas y vemos buena voluntad. Estamos a la expectativa de los resultados que puedan ofrecer.
¿Han percibido un aumento de las necesidades por falta de cobertura social?
- Percibimos que viene más gente. Lo puedo decir por propia experiencia en la Cáritas de la calle Juan de Bilbao de Donostia. La gente pide ropa, comida y dinero para pagar alquileres. Son personas que han dejado de percibir la AGI, y se han quedado en una mala situación.
¿Ustedes se ven obligados a asumir el papel de la Administración, o más bien se complementan?
- Qué vas a hacer. Todo el mundo que viene es un hermano, hijo de Dios. En esas situaciones no vale hablar ni de Diputación ni de Cáritas, sino hacer y acompañar. Siempre vamos a apoyar las políticas de acción social, pero nosotros cumplimos una misión que va más allá. No se trata de aquel asistencialismo decimonónico por el cual se prestaba una ayuda y ya está. Hace falta acompañar a las personas, empoderarlas. Hace falta empatía, estar con ellas, que haya una calidad humana en el trato…
Todo ello es muy necesario, pero también el dinero…
- ¡Claro! Es que se trata de un todo. No te voy a dar todo el cariño del mundo si luego vas a casa y no tienes con qué pagar la electricidad. Hay mucha gente desesperada, y hace falta darles respuesta desde esa perspectiva global que satisfaga todas sus necesidades.
Para ese cometido cuentan con un millar de voluntarios. ¿Hacen falta más?
- Muchísimos más, y además en todas las especialidades. Hacen falta, por ejemplo, informáticos. Tenemos que ir diseñando la Cáritas de dentro de diez años, y necesitamos gente experta en redes sociales. Hay que seguir evolucionando y, en ese sentido, queremos impartir cursos de formación para dar empleabilidad. Queremos crear una economía social, y un empleo protegido para gente que está en riesgo de exclusión…
Dicho así suena a programa electoral… ¿Es algo que se quiere hacer o se está haciendo…?
- (sonríe) No, no, estamos en ello. Esta misma semana hemos abordado esta cuestión, y hay proyectos que están ya funcionando con personas de difícil empleabilidad.
Por cierto, ¿conocían al hombre que ha sido desahuciado esta semana en Errenteria?
- Este caso en concreto lo desconocía, pero sí estamos muy implicados en evitar los desahucios, y solemos dar ayudas con las que se ha podido llegar a arreglos.
¿Hay muchas familias a las que ronda la amenaza del desahucio?
- Lo que hay son impagos. Hay personas que se acercan, admitiendo que deben dos o tres meses, y que necesitan una ayuda inmediata porque de lo contrario su situación puede irse al traste. Hay gente que se compromete a devolver el dinero en cuanto consiga un empleo, personas que ahora mismo están en paro pero que cuentan con trabajar en la campaña de Navidad o verano.
Se despierta por estas fechas un espíritu consumista incluso entre gente que anda muy justa…
- El mayor problema, vuelvo a decir, es que hay mucho empleo parcial, y veinte horas semanales suponen unos ingresos a todas luces insuficientes.
A Gipuzkoa han llegado una veintena de refugiados de países en conflicto como Siria o Eritrea. ¿Dónde se ha quedado el proyecto de reparto europeo?
- Hemos acudido a todas las reuniones con la Diputación, ayuntamientos y Gobierno Vasco. Todos nuestros servicios se han puesto a disposición de las instituciones, pero por el momento no han sido necesarios. Donde sí estamos volcados es en los países de origen. Estamos en Irak, en Siria, Jordania y Líbano y en la isla griega de Quíos (Grecia) de la mano del cocinero y responsable de Zaporeak, Peio García Amiano. Estamos ayudando en origen con un compromiso muy serio. Nadie se marcha de su casa por deseo. Por eso hay que apoyarles, especialmente en lugares en conflicto. Ahora que ha caído la ciudad siria de Alepo, va a ser un reto reconstruir todo aquello, y estaremos allí, a través de Cáritas de Siria y Jordania.
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