Hofer busca en Austria la primera jefatura ultra de la Unión Europea

La república alpina elige hoy en la repetición de la segunda vuelta de las presidenciales entre el candidato euroescéptico y el verde europeísta

Diario Sur, JUAN CARLOS BARRENA , 04-12-2016

Austria amenaza con caer hoy en manos del populismo de derechas en la repetición de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la que compiten de nuevo el veterano político verde Alexander van der Bellen y Norbert Hofer, la nueva estrella del ultranacionalista Partido Liberal Austríaco (FPOE). Al igual que el 22 de mayo, los casi 6,4 millones de ciudadanos con derecho a voto de la república alpina deberán escoger entre el europeísta y el euroescéptico, una decisión que si se inclina por el segundo podría suponer una señal de alarma para los defensores de la integración en el Viejo Continente.

La pasada primavera, el viejo profesor de Economía Van der Bellen ganó la elección tras el recuento del decisivo voto por correo. Se impuso con un ajustado 50,3% a Hofer, un técnico aeronáutico, que obtuvo entonces un 49,7% y que, antes del recuento de las papeletas postales, se había situado incluso como vencedor.

El FPOE impugnó poco después la votación y el Constitucional ordenó repetir los comicios, no por considerar que el resultado hubiese sido manipulado sino que se cometieron errores de forma al escrutar el voto por correo antes del plazo legal. El Parlamento acordó entonces la fecha del 2 de octubre pero un nuevo y fortuito fallo, que dio lugar a comentarios jocosos en los medios internacionales, obligó a aplazar la cita hasta hoy al comprobarse que no pegaba la goma de los sobres. Al término de la campaña a la presidencia austríaca más larga de la historia, los dos candidatos mantienen diferencias mínimas en intención de voto. La última encuesta indica que Van der Bellen obtendría un 51% de votos y Hofer un 49%, un resultado que podría dar un vuelco en las urnas.

Los analistas coinciden en que, tras el ‘brexit’ en Gran Bretaña, la votación en Austria es decisiva para el futuro de Europa, sobre todo a la vista de las elecciones previstas en 2017 en Holanda, Francia y Alemania. Si Hofer consiguiera ganar, Austria sería el primer país de la UE con un presidente ultraderechista. Y aunque el cargo es representativo y es el canciller federal quien gobierna, ese triunfo podría dar alas a partidos similares en otros países.

También la victoria de Donald Trump en EE UU ha hecho que las miradas se dirijan a Austria, un país que rara vez aparece en las noticias. Sobre todo porque la campaña se ha ido asemejando cada vez mas en las últimas semanas a la desarrollada al otro lado del Atlántico, con ofensas al contrario hasta la humillación y la difusión de rumores y falsedades, también en los medios sociales. Apoyado por una falange de medios populistas, Hofer se ha convertido en el candidato antisistema que lucha contra una inmigración descontrolada y la llegada de refugiados, mientras Van der Bellen ha mostrado la imagen del europeísta apasionado. En un país caracterizado por el consenso político, el efecto Trump pudo apreciarse en el debate televisado del jueves, que acabó con apelativos de «mentiroso» de Hofer a Van der Bellen al más puro estilo del presidente electo de EE UU o la acusación del profesor al dirigente ultra de haber trabajado en el pasado para Moscú.

Con estrechos contactos como Marine Le Pen y su Frente Nacional en Francia o el holandés Geert Wilders y su Partido por la Libertad, el FPOE que dirige Heinz Christian Strache celebró en su momento el ‘brexit’ y fue de los primeros en felicitar a Trump. El objetivo de Strache, sucesor del carismático y fallecido populista Joerg Heider, es alcanzar la cancillería federal y acabar con la tradicional gran coalición de populares y socialdemócratas que, con breves paréntesis, gobierna desde la II Guerra Mundial. Y hacerlo, como tarde, en las legislativas de 2018. Aunque el FPOE igual no espera hasta entonces. Hofer ya ha anunciado que si se impone hoy intervendrá más que sus antecesores en la política de gobierno. Y no es una amenaza jactanciosa. La Constitución faculta al presidente, entre otras atribuciones, para destituir al Gobierno.

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