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Trump: una amenaza para México
Deia, , 01-12-2016LA elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos ha conmocionado a México y ha llenado de rabia y estupor a la mayoría de los mexicanos, que hemos asistido durante toda la campaña electoral a un sinfín de insultos y amenazas a México y a los mexicanos de los dos lados de la frontera, al tiempo que hemos podido comprobar la ideología y las intenciones del ahora presidente electo. Las primeras consecuencias ya se han observado: al día siguiente de las elecciones, el peso mexicano se devaluó en relación al dólar, la Bolsa de México cayó de manera importante, se incrementó la salida de capitales del país y muchas empresas con interés o intereses en México decidieron parar sus proyectos de inversión hasta que se aclare la situación. Y es que la mayor parte de los analistas financieros estiman que la victoria de Trump va a tener un impacto negativo a corto y medio plazo en la economía mexicana, que con una moneda más débil, con una mayor inflación y un menor consumo interno va a ver reducidas sus expectativas de crecimiento en 2017.
A México y a los mexicanos nos caben dos opciones: responder a la provocación desde las emociones y las vísceras, levantando la voz contra los americanos y alimentando políticas que fracturen el marco de cooperación que se ha construido en los casi 193 años de relaciones bilaterales o apostar por la acción política para superar esta crisis y consolidar un marco estable que favorezca el progreso económico y social de los dos países. En mi opinión, ésta es y debe ser la manera de responder a las andanadas de Trump y es, sin duda, la vía que más interesa a México.
Trump sabe que no va a poder cumplir con todas sus promesas y amenazas y es consciente de que Estados Unidos y México se necesitan, se complementan, y que no pueden seguir caminos separados.
La aberrante y estúpida idea de Trump de construir un muro para evitar la entrada de mexicanos que son, en su opinión, meros delincuentes y traficantes, y su intención de expulsar a millones de mexicanos, además de atentar contra la inteligencia y los más elementales derechos humanos, choca con una realidad aplastante.
Hoy en Estados Unidos viven un total de 36,4 millones de mexicanos que representan el 11% de su población americana. Más del 42% de los mexicanos inmigrantes llevan más de 20 años en EE.UU. y tienen una edad media de 26 años, lo que representa un bono demográfico que resulta estratégico para mantener el crecimiento del país en el medio y largo plazo. Hay más de 77.000 mexicanos cursando estudios superiores en Estados Unidos. Además, no hay que olvidar que diariamente cruzan la frontera más de un millón de personas y 500.000 vehículos y que más de 15 millones de personas conviven en armonía en los 10 Estados fronterizos.
Ahora bien, si el señor Trump quiere hacer política, tiene espacio para ello. Como dice Stiglitz, la desigualdad en Estados Unidos es de tal magnitud y tan inmoral que ha abierto una enorme brecha en la sociedad americana y ha destruido el principio de igualdad de oportunidades. Y si lo aplicamos a los mexicanos en EE.UU., esa desigualdad es insoportable. Casi el 26% de los mexicanos vive en situación de pobreza; el salario medio de los mexicanos es de 20.000 dólares, un 33% menos que el de los americanos; el 30% de los mexicanos no tiene seguro de salud; y la mayor parte de ellos no tiene acceso a una vivienda digna. Ya lo sabe: trabaje por la integración y la inclusión social de los mexicanos en Estados Unidos.
Trump amenaza con revisar el TLCAN y el TPP y con impulsar políticas proteccionistas limitando la entrada de productos mexicanos a Estados Unidos. Además de errar en la estrategia, es indudable que no ha valorado en su justa medida el impacto de esa estrategia en la economía americana. El comercio bilateral entre ambos países en 2015 alcanzó los 583.000 millones de dólares, lo que significa que cada minuto pasa la frontera un millón de dólares. México es el tercer socio comercial de Estados Unidos, después de China y Canadá, y Estados Unidos es el primer socio comercial de México. Si las cifras son de por sí llamativas, adquieren más valor si se tiene en cuenta que las exportaciones de México a Estados Unidos corresponden en un 80% a productos manufacturados, que son de alto valor añadido y son claves en las cadenas de valor de los distintos sectores de actividad a los que se venden, que casi seis millones de empleos en Estados Unidos dependen del comercio con México, y que la inversión de Estados Unidos en México en los últimos diez años ha superado los 200.000 millones de dólares. Trump ha prometido un mayor crecimiento económico y más empleo, y en ese objetivo debe ser inteligente y apostar por México, no solo porque cada millardo que se incremente el comercio con México se crean 10.000 empleos, sino porque puede aprovechar el liderazgo de México en América Latina y su posición privilegiada por su participación, entre otros, en acuerdos como la Alianza del Pacífico o en el TPP, y porque México también puede tomar decisiones que limiten la importación de productos americanos y la participación de Estados Unidos en los procesos de liberalización abiertos en el país, como los de Energía y Telecomunicaciones, en los que EE.UU. tiene un alto interés estratégico.
Por su parte, el Gobierno de México debe ser proactivo y debe diseñar una estrategia para hacer frente a todas esas amenazas. Esa estrategia exige evitar torpezas ofensivas como la visita de Trump a México en plena campaña electoral; abandonar la actitud reactiva y defensiva que sigue el gobierno; diseñar la correspondiente agenda política, económica y social para abordar esta situación; movilizar a todo el servicio exterior para tejer las redes y alianzas estratégicas necesarias para evitar cualquier intento de Trump de romper y alterar acuerdos y espacios de colaboración y cooperación internacional en los que México participa; y trabajar por fortalecer las relaciones con Estados Unidos a través de instrumentos como los DEAN (Diálogos Económicos de Alto Nivel) firmados con la Administración Obama.
El Gobierno de México debe dar una respuesta firme y responsable y debe hacerlo ya, en un momento en el que el desencanto y hartazgo de la sociedad mexicana por la situación económica del país, por el crecimiento de la población en situación de pobreza, por el alto nivel de inseguridad y de corrupción existentes, unidos a la tibieza y falta de estrategia del Gobierno mexicano ante las amenazas de Trump, constituyen un caldo de cultivo adecuado para que movimientos y partidos populistas de México, aprovechen esta coyuntura para llevar su proyecto político al próximo gobierno. El populismo a los dos lados de la frontera puede tener imprevisibles consecuencias para México. Toca hacer política con mayúsculas.
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