El Alepo rebelde se queda sin salas de cirugía
Los peores bombardeos en cinco años de guerra se ceban con los civiles de la zona este
El Mundo, , 20-11-2016Alepo registra los peores bombardeos en cinco años de guerra. Al menos 38 personas murieron en zonas opositoras del este de Alepo, ayer. En los últimos días, Rusia ha lanzado una agresiva campaña que se ceba especialmente con objetivos civiles para forzar la rendición de la oposición. En cinco días han muerto docenas. Activistas denuncian que 10 instalaciones médicas han sido atacadas en el norte sirio en las últimas 72 horas. Los mayores hospitales alepinos han suspendido su actividad.
La falta de prensa sobre el terreno complica la verificación, pero cuatro testimonios certificaron ayer a EL MUNDO malas noticias. «Con la destrucción del hospital M2 todos los hospitales del este de Alepo han quedado fuera de servicio», denunció Bachir Tajaldin, pediatra de la Asociación Médica Sirio Americana (SAMS). Mohamad Katub, coordinador de SAMS, matiza que aún quedan tres ambulatorios. «Las salas de cirugía, que sólo había en hospitales, se rehabilitarán en otra parte», dice. En zonas de conflicto, las cirugías son cruciales para tratar heridas y realizar amputaciones tras un bombardeo.
Médicos Sin Fronteras ha denunciado que el único hospital pediátrico en Alepo este ha sido ya atacado dos veces. El único banco de sangre del que disponía el Alepo rebelde quedó inutilizado esta semana. «Atacan instalaciones importantes para causar una ruptura de la ciudad desde dentro y provocar su caída lo antes posible», alerta desde Alepo un periodista local. «Apenas queda comida, las tiendas están cerrando. Realmente estamos ante la campaña más mezquina hasta la fecha», lamenta.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos –una organización cercana a la oposición que informa en base a una red de activistas en Siria– contó el viernes 115 muertos, la mayoría en áreas opositoras. La agencia oficial SANA alertó de la muerte de seis civiles por fuego «terrorista» en zonas leales al Gobierno sirio el mismo día. Al cierre de esta edición se teme que el balance del sábado sea mayor.
Los castigos de Rusia, Siria y sus milicias aliadas libanesas e iraquíes, y las hostilidades que en respuesta lanzan los opositores –una amalgama de grupos que va desde los seculares a los yihadistas, cooperando por el objetivo común de derrocar al régimen– se extienden por las provincias de Alepo, Homs, Idlib y Damasco. Pero se concentran en Alepo, ya que quien salga victorioso de esta batalla, creen la mayoría de analistas, se impondrá definitivamente en una guerra con más de 400.000 muertos.
Rusia, el principal respaldo asadista, ofreció hace un mes a alzados y vecinos abandonar el asediado Alepo oriental a cambio de amnistías. La desconfianza hacia un régimen culpable de la mayoría de muertes civiles y que no ha permitido ayuda humanitaria en Alepo, y presiones de los mismos opositores a la población –según varias denuncias– se tradujeron en pocas salidas. Los críticos acusan al presidente Bashar Asad de forzar a los civiles a elegir entre irse de su casa o morir en ella.
Moscú había anunciado el martes pasado una gran ofensiva contra «objetivos terroristas» en toda Siria. Sirviéndose por primera vez de un portaaviones, los rusos están golpeando con armas avanzadas. La nueva fase, centrada en arrebatar todo Alepo a los alzados, llegó tras una conversación telefónica entre el presidente electo estadounidense Donald Trump, y el ruso Vladimir Putin. Según el Kremlin, ambos acordaron combatir «el extremismo y el terrorismo internacional».
El responsable de la ONU para el acceso humanitario a Siria, Jan Egeland, aseguró anteayer que los anti Asad habían aceptado un principio de plan humanitario para Alepo este. Su objetivo es permitir la entrada de empleados médicos, material sanitario y comida, así como la evacuación de enfermos y heridos. Rusia no se ha pronunciado. Egeland definió este momento como «muy desolador». Y añadió: «No hablamos de un tsunami, sino de una catástrofe a manos del hombre de la A a la Z».
De acuerdo con la ONU, se esperaba enviar convoyes con ayuda para un millón de sirios atrapados en asedios este mes. Pero ni uno de ellos ha alcanzado su destino. «Las necesidades aumentan y el invierno matador llega para los vulnerables y exhaustos civiles sirios», enfatizó Jan Egeland, reconociéndose «enfadado» y «frustrado» por esta situación. Egeland acusó a la burocracia arbitraria del Ejecutivo sirio y a la poca ayuda de los alzados de la imposibilidad de asistir a la población.
Mientras tanto, en Alepo la desesperación ha llevado a ciudadanos a asaltar almacenes. Cunden acusaciones a algunos grupos armados de adueñarse de la escasa comida que hay. «Alepo vive su peor momento. Hay una enorme y sangrienta campaña sobre el Alepo liberado. Estamos oyendo todo el tiempo el ruido de la muerte, los gritos de la gente por las masacres», explica un activista local alepino que se hace llamar Abu Marwan. «Estamos atrapados como ratas», sentencia otro activista. «Da igual, no nos matarán a todos… pero al final nos expulsarán… aquí estaremos, esperando, hasta que todo se venga abajo».
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