A cualquiera le puede pasar

Hablan los voluntarios que buscan a los sin techo en las calles de Bilbao

Una profesora de la universidad de Deusto, un estudiante de comunicación, una licenciada en ingeniería y un exviceconsejero y ahora consultor junto a un educador social expresan sus sentimientos la noche del recuento de personas sin hogar que duermen en las calles de Bilbao

Deia, Un reportaje de Olga Sáez, 21-11-2016

Mil voluntarios en Euskadi, 220 en Bilbao, rastrearon las calles, plazas y cajeros de las ciudades y pueblos para hacer un recuento de las personas que dormían en la calle la madrugada del 23 de octubre. Podían ofrecerles bebida – no alcohol – y comida. Incluso se debatió si era posible compartir o no algún cigarrillo. Sobre todo debían mostrar respeto para entrar en su intimidad y conocer los datos biográficos de la miseria. La mayoría de los voluntarios eran novatos en esta dura misión, pero a todos les gustaría seguir colaborando. Su experiencia, según la definen, fue agridulce. “No se puede decir que es bueno contar a gente si hogar, pero te enriquece conocer lo que se puede hacer”. Se les removió la conciencia y les hizo pensar en la vida, la sociedad y sobre todo les acercó a esta gente que sin casa, también vive en Bilbao.

UNIVERSIDAD DE DEUSTO

“Fue una experiencia dolorosa y rica”

“Contar personas que no tienen dónde dormir es una experiencia agridulce”. Esta profesora de la Universidad de Deusto participó junto con algunos alumnos en esta iniciativa. Era la primera vez. Cuando miembros del Ayuntamiento de Bilbao y de Bizitegi fueron a la facultad a captar voluntarios no se lo pensó. Creyó que era una oportunidad para visibilizar lo que de verdad ocurre. “Porque todos pensamos que existe, pero creemos que es un problema pequeño y la realidad es que aquella noche había más de 100 personas durmiendo en la calle y eso con todos los servicios que tenemos es mucho. Si no lo visibilizamos, no podemos responder a este problema”. Además, le parecía una oportunidad para movilizar a los voluntarios. “Fuimos cinco personas juntas. Sabiendo por la formación que habíamos recibido que debíamos ser prudentes a la hora de abordar a las personas que nos encontráramos. Y también respetuosas con su espacio”. Debajo del puente Zubi Zuri encontraron a dos personas. “Las dos estaban dormidas. Una de ellas totalmente tapada la cara, a la otra se le veía el rostro entre las mantas y cartones”. Lo que más le sorprendió fue lo arreglado que tenía aquel espacio en mitad de la calle. “Estaba todo ordenado, con sensación de limpieza”.

En ningún momento pasó miedo, ya le habían dicho que reaccionarían bien. “También nos explicaron que nosotros podríamos generar miedo en ellos, que fuéramos prudentes”. La imagen de estas personas dormidas le pareció muy dolorosa y dura a la vez. “Pero, también pensé que estamos en una ciudad en la que no barremos a la gente. Una ciudad preocupada y ocupada porque sus habitantes estén bien”. También les dio para pensar en los motivos que lleva a esta gente a vivir en la calle. “Te pilla a contrapié una situación afectiva, laboralmente mal, sin una familia estable…No diría que es fácil llegar. Diría que no es tan difícil llegar a esa situación”.

LICENCIADA EN INGENIERIAMaider Macarro (22 años)

“Te crea grandes contradicciones”

Siempre le había impactado mucho la gente que vive en la calle. Cuando le comentaron si quería participar en el recuento que se iba a realizar en Bilbao no se lo pensó. Probablemente Maider Macarro ha mamado en su casa el compromiso social, su aita educador social también participó la misma noche en esta jornada de voluntariado, aunque él en Barakaldo. A Maider le tocó hacer el recorrido en la zona de Basurto. “Lo que más miedo me daba no era acercarme a las personas que pudieran estar durmiendo en la calle. Me daba miedo empatizar con sus situaciones y ponerme a llorar”. En su recorrido primero encontró a una persona en un cajero durmiendo, pero en el curso de formación les habían explicado que no se podía despertar a nadie. “Nos dijeron que era su espacio y no podíamos invadirles. Teníamos que ser muy respetuosos”. Siguieron el recuento y la segunda persona estaba en un supermercado, también dormida así que tampoco le interrumpieron. Más adelante ya casi en la Avenida del Ferrocarril se encontraron con un chico que estaba dispuesto a pasar su primera noche en la calle. “Era alemán así que tuvimos que hablar con él en inglés. Reconoció que consumía alcohol y dijo que era la primera vez que iba a dormir en la calle, aunque se contradecía”. Maider había hecho voluntariado pero nunca con personas sin hogar. “Te crea en tu cabeza grandes contradicciones. Sobre todo piensas que a todo el mundo se le pueden complicar las cosas”. Ella que se reconoce una mujer miedica se sorprendió también de la buena disposición que le prestaron. “Le dijimos que éramos voluntarios y estuvimos casi media hora hablando con él. La verdad es que fue amable y nos acogió bien”.

POLÍTICAS SOCIALESFernando Fantova

“Confirmé a pie de calle lo que ya conocía”

Era la primera vez que Fernando Fantova, exviceconsejero de Políticas Sociales y ahora consultor, salía a la calle para participar en un recuento de personas sin hogar durmiendo a la intemperie. “Trabajo como consultor en cuestiones de políticas sociales y me parecía que podía ser una experiencia muy enriquecedora”. Fernando valoraba la posibilidad de aplicar el conocimiento a la realidad. Le asignaron la zona de Ollerías y acudió acompañado de una persona experimentada que le guió en la encrucijada de la noche. “Entró por un lugar oscuro y se comportó de una manera discreta con la persona que encontramos. A su vez esta persona fue colaboradora, tal y como ya esperaba”. No tenía ni tiene un estereotipo fijado sobre las personas que viven en la calle, pero se hacía a la idea de que buena parte están conectadas con los servicios sociales. “Era una persona muy interesante, con una trayectoria profesional y personal y un motivo para no tener una vida más convencional. No le gustaba la vida convencional y eso también tenía que ver con que viviera en la calle”. Como Fernando está relacionado por su trabajo con el mundo de la exclusión social esta experiencia le sirvió para confirmar a pie de calle lo que sabía y poder explorar más adelante qué tipo de políticas pueden implantarse para ayudar a esta población. Para Fernando “te das cuenta de que cualquiera puede caer. Porque nuestra sociedad es muy excluyente. Los cambios en la economía, la vivienda…pueden hacerlo”. Aprovecha para animar a la gente a que se comprometa con actividades de voluntariado más estables, “que se implique en el entorno de su barrio o en su ámbito laboral para evitar que se llegue a situaciones así”.

ESTUDIANTEMikel Secado (21 años)

“Piensas en la historia de esta gente”

“Quería conocer historias”, dice Mikel Secada. Estudiante de comunicación se prestó voluntario para hacer el recuento de las personas que duermen en la calle. Salía a la calle como si fuera un notario de la exclusión para conocer de primera mano lo que ocurre en ese otro lado de la sociedad. “Lo primero que me sorprendió fue que había bajado el número de personas que duermen en la calle, según nos dijeron”. Cumpliendo lo que les habían enseñado en el curso de formación que realizaron previamente solo pudo entrevistar junto a su compañera de recuento, Maider, a un sin hogar. “Estuvimos casi tres cuartos de hora y aunque vimos que había bebido, también no los dijo, nuestra entrevista sirvió al menos para darle información sobre los servicios sociales que hay en Bilbao y que el no conocía porque era extranjero”. Afortunadamente no llovía y tampoco eran bajas las temperaturas pero la situación seguía siendo demasiado impactante para alguien que como Mikel se estrenaba en un voluntariado de estas características, aunque hubiera colaborado en otros temas y fruto de ello estuvo en 2011 en Sahara. “Cuando reflexionas y piensas la historia que hay detrás de estas personas eres consciente de que cualquiera puede acabar durmiendo en la calle, cuando se produce una situación de mala suerte”. Para este estudiante, “una forma de evitarlo son los servicios y quizás falte trabajo de prevención”.

EDUCADOR SOCIALUnai Lizarraga (41 años)

“El día que no me afecte tendré que cambiar”

Trabaja para la asociación Bizitegi y es coordinador del grupo de calle. Para Unai Lizarraga no era la primera vez que participaba en estos recuentos aunque en esta ocasión su función no fue la de entrevistar a las personas que estaban durmiendo en la vía pública, o en los cajeros sino la de formar a la gente. “Les das una formación previa e incluso se hace un pequeño seguro por si ocurriera algo, se les explica cómo abordar las situaciones o cómo trabajar el cuestionario”. Sin embargo Unai dice que “se suele pensar que son peligrosos y a veces ocurre al revés porque ellos tienen miedo de nosotros”. Este educador social explica que “es el sitio dónde viven y duermen. Imagínate que estás en tu habitación y entran y te despiertan”. Esta y otras cuestiones de comportamiento les enseñó a los voluntarios que la noche del 26 de octubre hicieron el recuento en Bilbao. Que no se acerquen a sitios oscuros, que sean respetuosos, que no ofrezcan alcohol o dinero… No participó en este recuento, pero sí en el de hace dos años y recuerda especialmente el caso de gente que duerme en la calle pero después por la mañana se incorpora a sus cursos de formación. “Me llamó la atención los chavales que empiezan un proceso migratorio y también personas mayores con muchos años en la calle”. Unai cree que es una realidad que puede llegar a cualquiera. “Sé, que si un día me encuentro sin trabajo, ni alojamiento, ni red social, lo siguiente es la calle, salvo que tengas muchas habilidades”.

En Bilbao hay 112 personas durmiendo en la calle, son más las que viven en la vía pública. La desconfianza, el deterioro mental en otros casos o que no aguantan sitios colectivos. Las causas son tan diversas y tan inexplicables, o tan simples según se mire, como diferentes somos las personas. Sin embargo, el encuentro de las dos caras de la sociedad cuando la noche se hace madrugada acercó a unos y a otros a comprender que la línea gruesa que separa la vida de unos y otros se puede hacer fina. “Una concentración de acontecimientos, todos malos”, como diría uno de los sin techo que cada noche duerme en las calles de Euskadi desde hace más de diez años.

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