María Álvarez Cooperante de alboan y experta en áfrica
“La violación sexual es un arma de guerra; es sistemática y se utiliza para destruir a la comunidad entera”
La pamplonesa María Álvarez puso voz y rostro el pasado domingo en programa ‘Salvados’ de ‘La Sexta’ a miles de mujeres de la RD de El Congo
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 15-11-2016donostia – María Álvarez Urturi tiene una importante experiencia de trabajo en el Congo entre 2006 y 2012, primero con el Servicio Jesuita al Refugiado (JRS) y después en las Naciones Unidas, coordinando proyectos. Desde hace tres años es técnica de cooperación internacional en África en Alboan por lo que viaja frecuentemente al Congo y está en contacto con sus gentes. El último viaje fue precisamente para grabar un programa con el conocido periodista Jordi Évole que se emitió el pasado domingo. En él habló sobre la situación de El Congo en general y la situación de sus mujeres en particular.
Primero situemos en el mapa el país del que estamos hablando, la RD del Congo: sus entrañas encierran grandes yacimientos minerales pero a la vez tiene los índices de desarrollo humano más bajos, pobreza, exclusión… ¿El país más rico más pobre de África?
- La RDC es un ejemplo de manual en la Universidad cuando se habla de “la maldición de los recursos naturales”. El Congo es un escándalo geológico por la riqueza de su suelo, con minerales de todo tipo y en grandes cantidades. Se estima que el 80% de las reservas de coltán están en suelo congoleño. Los minerales congoleños tienen un valor estratégico para industrias como la electrónica, la aeronáutica, la automovilística, etc. Cuando hablamos de minerales en conflicto nos referimos principalmente a cuatro: el estaño, tungsteno (se extrae del wolframio), tantalio (se extrae del coltán) y oro (conocidos como 3TG por sus siglas inglesas). La extracción de estos minerales sin embargo no beneficia a la comunidad, que sigue sobreviviendo en unas circunstancias penosas. Es otra forma de colonialismo, menos evidente quizá que hace 60 años, pero con la misma lógica: robar los recursos de otros países para beneficio de los poderosos.
Y a todo esto hay que sumar la mano del hombre, las continuas guerras, corrupción, explotación…
- El drama del este del Congo es esto, un drama . Una guerra de más de 20 años, cinco millones de muertos, más de un millón de desplazados en esta zona, 200.000 mujeres violadas. Y esto son sólo los datos oficiales, que sabemos que son inferiores a los reales. Una sociedad rota, un estado inexistente… pero eso sí, un negocio fabuloso. Sí, en el caso de la RDC, el control de los recursos minerales ha manchado de sangre su historia reciente. El este del Congo lleva 20 años en un conflicto armado muy complejo. Se desencadenó con el genocidio de su vecina Ruanda en 1994 y la crisis de refugiados resultante, que en último término condujo al estallido de la primera guerra de 1996, y la segunda guerra de 1998, que afectaron a todo el país pero que en la zona del Kivu Norte no se ha parado todavía. Desde entonces, en la zona reinan la inseguridad, la violencia y una inestabilidad política que se traducen en la mala gobernanza que paga la población.
Un conflicto bélico que saltó además sus fronteras en los noventa…
- La incapacidad de las Fuerzas Armadas Congoleñas (FARDC) de neutralizar a los grupos armados ruandeses acusados del genocidio de Ruanda, provocaron la intervención de las Fuerzas Armadas Ruandesas en 1994. El estado congoleño no tenía capacidad de proteger a su población, lo que produjo la aparición de numerosos grupos locales de autodefensa. A día de hoy hay operativos más de 20 grupos armados diferentes. A lo largo de los años los grupos armados se han especializado en extorsionar a la población para financiarse y han encontrado en las minas de coltán y oro uno de sus principales fuentes de ingresos. La lucha contra dichos grupos armados no consigue “neutralizarlos” sino solo desplazarlos de un lugar a otro, provocando, al mismo tiempo, un desplazamiento de la población que huye de los combates. En cualquier caso esta situación es el resultado de una compleja realidad de luchas por los minerales, la tierra, la ciudadanía, la identidad y la competencia étnica.
Menciona los minerales. Todo el mundo usa un móvil pero pocos saben qué es el coltán…
- Bueno, yo tengo la sensación que cada vez más se va sabiendo qué es el coltán, para qué se usa, etc. En ese sentido el programa de Salvados o las campañas como la de Alboan (www.tecnologíalibredeconflicto.org) están ayudando a dar a conocer a la gente en qué condiciones se está extrayendo y qué implica esto para la vida de otras personas. Es cierto que todo el mundo usa un móvil. De hecho hay más móviles que personas en el mundo. Por eso con el auge de las nuevas tecnologías estos minerales se han vuelto tan importantes para el mundo.
Y tenemos una móvil dependencia consumista…
- La campaña de Alboan también trata de cuestionar nuestros hábitos de consumo. ¿Necesitamos cambiar de móvil tan a menudo? ¿O tener varios? ¿Cuántas tablets, ordenadores, consolas y móviles tenemos en casa? En Alboan se han elaborado un montón de materiales educativos (están disponibles en la web) y éste es el tercer curso académico en el que compañeras mías se encargan de difundirlo en colegios en Navarra, con estudiantes de Secundaria.
Lo que tampoco sabe es que como sucedía en aquella película de Diamantes de sangre, muchas veces la fabricación de esta tecnología se hace a costa de sufrimiento, explotación… ¿Sabemos lo que llevamos en el bolsillo? ¿Y en la conciencia?
- Creo que hay que distinguir bien entre responsabilidad y culpabilidad. Todos somos de alguna manera responsables de lo que pasa, por muy indirecta que sea nuestra responsabilidad. Pero no creo que seamos culpables de tanto sufrimiento. Para mí hay cuestiones que como ciudadanos confiamos a nuestros estados. Si una caja de leche tiene que cumplir unos requisitos mínimos para poder venderse en la tienda de la esquina, lo mismo debería aplicarse a cualquier producto que esté en el mercado. Para mí es tan importante que ese producto se haya elaborado con unos mínimos estándares de dignidad humana como que la leche no esté caducada. Esos mínimos para mí son los derechos humanos, recogidos en una declaración internacional hace casi 70 años. ¿Por qué tenemos que admitir que nos vendan cosas que se han producido de mala manera, sin respetar los derechos? La ropa en Bangladesh, el móvil del Congo, el petróleo de no sé dónde.
Pero, ¿qué hacer? Ni los Estados hoy en día pueden parar esto…
- Como ciudadanos sí que creo que debemos ser mucho más exigentes con nuestros Estados. Ahí es donde yo sitúo nuestra responsabilidad ciudadana y como consumidora. Los estados deberían establecer y hacer respetar los marcos normativos que pueden frenar estos abusos. El problema es que los estados han perdido mucho peso frente a los intereses económicos. Cuando hablan del mercado, el neoliberalismo… al final se resume de forma simple en que prima el negocio sobre los derechos de las personas. Y ahí es donde podemos reivindicar que no, que no puede ser. No todo vale a cualquier precio. Parece que el mundo sin embargo vota lo contrario… Mira a Trump presidente… En la campaña de tecnología libre de conflicto (www.tecnologíalibredeconflicto.org) Alboan también está trabajando intensamente en incidencia política para convencer a la Unión Europea sobre la necesidad de establecer una ley que regule el comercio de los minerales que provienen de zonas de conflicto, como el este de la RDC, como modo para ayudar a poner fin al conflicto a través de la estrangulación de sus fuentes de financiación. Firmar la petición nos cuesta tres minutos y es una manera útil de vehicular nuestra demanda ciudadana.
Y dentro de este contexto, una vez más y en un sitio más, la mujer lleva la peor parte… Su organización trabaja en terreno entre otras cosas con mujeres violadas. La violación se ha convertido en un arma más de guerra…
- Sí, las mujeres y las chicas congoleñas son las más afectadas. Existe una situación de violencia sexual a una escala nunca vista en ningún otro lugar en el mundo. Un fenómeno masificado que desafía tanto la descripción como la imaginación. La violación sexual es un arma de guerra porque es sistemática y se utiliza para destruir a la comunidad entera. Yo creo que ni siquiera deberíamos llamarlo violación, sino tortura sexual. Se hace para aterrorizar, para humillar a la comunidad entera, para sembrar terror, para imponer la supremacía de un grupo sobre otro.
¿Y la Policía? ¿Y el Ejército?
- En esta zona con una escasa presencia de la autoridad del Estado y bajo respeto a las leyes nacionales e internacionales, los grupos armados, incluyendo ejércitos, han ejercido y continúan ejerciendo impunemente la violencia sexual. En el Congo se puede violar y no pasa absolutamente nada, aunque esté recogido como delito en su código penal. No hay justicia para las mujeres violadas en el Congo, por muchas razones. Por si el trauma de la agresión no fuera suficiente, sus derechos se siguen violando posteriormente: no tienen acceso a atención médica ni psicológica, no tienen cómo ganarse la vida muchas veces… Piensa que el 75% de las mujeres congoleñas son analfabetas. En fin.
Mujeres doblemente víctimas porque luego además tienen que padecer una marginación social….
- La tradición congoleña considera a las mujeres como seres subordinados a los hombres. Según las costumbres, su misión en la vida es la de tener descendencia y ocuparse de la casa y la familia. Su cuerpo es considerado como un bien, propiedad del padre, que pasa a manos del marido a cambio de una dote. La mujer es válida en cuanto que mantiene su potencial de función reproductiva. Una mujer violada es culpabilizada y despreciada por su familia, ha perdido su valor. Si están casadas hasta sus maridos les rechazan… imagínate. Para un hombre es un deshonor no haber protegido a su mujer, de alguna manera. En cualquier caso, si ha sido violada, ya no le vale. Las niñas son sometidas a matrimonios precoces para evitar que antes puedan ser víctimas de violaciones en una región donde dos terceras partes de las mujeres han padecido estas agresiones. La situación de marginación está tan arraigada en la cultura que muchas mujeres ni saben que sus derechos están siendo vulnerados. De este modo, no suelen organizarse para defenderse, exigir que se cumplan las leyes y unirse para mejorar sus condiciones y posición en la sociedad.
Mientras que los violadores actúan en la mayor de las impunidades…
- Sí. Las mujeres en la mayor parte de los casos ni siquiera denuncian la agresión. No vale para nada. Los jueces son hombres (con toda la cultura tradicional) y como el Estado no les paga, es otro negocio, en el que el que más paga obtiene mejor justicia. Los grupos armados o las fuerzas armadas tienen mucho poder… y denunciarles puede arruinarte todavía más la vida, o la de tus hijos. De todos modos las mujeres no tienen recursos económicos para asistencia jurídica.
En su día incluso la ONU intentó intervenir sin mucha suerte…
- Ha habido casos muy sonados en los que ni siquiera con presión de las instituciones internacionales se ha conseguido que se penalizara a los culpables. Uno de estos casos ocurrió en 2012. Las FARDC se retiraron de Goma por el avance del M23 (un grupo armado que operaba entonces). Se repliegan en Minova, donde durante 15 días grupos de soldados, al caer la noche, se dedican a violar masivamente a mujeres. El escándalo no se pudo tapar porque Minova es una ciudad con una abundante presencia de organismos internacionales. La ONU presiona fuertemente al gobierno del Congo para que investigue los hechos y juzgue a los responsables. La ONU documenta que 102 mujeres y 33 niñas (de entre 6 y 17 años) han sido violadas, pero los abogados de las víctimas cifran en 1.014 las mujeres agredidas. Finalmente se celebra un juicio contra 39 soldados (rasos o de baja graduación): sólo se condena a dos militares. La propia ONU pone el grito en el cielo al haber sólo dos condenados, y de perfil bajo.
Por desgracia, aunque no son situaciones cuantitativas comparables, no hace falta irse a África para conocer esto. Últimamente nos estamos sobresaltando con noticias sobre violaciones como la de San Fermín y otras agresiones que parecen más habituales de lo que creíamos. ¿La violencia contra la mujeres no conoce fronteras?
- Desgraciadamente hay violencia sexual en muchos lugares del mundo. La cuestión es que hay muchos tipos de violencia sexual y muchos grados. El del Congo es el caso extremo de tortura sexual, impunidad, marginación y vulnerabilidad. Aquí, es terrible que siga habiendo todos los años 80 mujeres asesinadas por sus parejas o que ocurran episodios como los de San Fermín. Ahí nuevamente, creo que la educación es esencial, sobre todo en adolescentes. Yo cuando leo en prensa los whatsapps que se mandaban el grupito de amigos involucrados en San Fermín… me pregunto qué tipo de educación han recibido estas personas.
Quizá sea porque además de que un contexto socioeconómico y legal las favorece, las causas estructurales de fondo, el desequilibrio de género sea algo generalizado…
- Sí, en RDC es un tema muy complejo en el que se suman muchos factores: pobreza, tradición, analfabetismo, falta de estado, guerra…. ¿Pero aquí? ¿Cómo te explicas que siendo un país desarrollado estemos todavía dónde estamos?
En la RD del Congo, precisamente, y supongo que en otras partes de África también habrá ejemplos en positivo de movilizaciones, de solidaridad, de actuaciones contra esta realidad.
- Sí, es verdad. Desde el año 2000 está la Marcha Mundial de las Mujeres, que está movilizando a través de acciones internacionales, nacionales y regionales, a centenares de mujeres en torno a la lucha por la justicia económica, el cambio político y social y los derechos de las mujeres. En RDC está Synergie de Femmes Contre les Violences Sexuelles que es una coordinadora de 35 ONG pequeñitas que tratan de ofrecer asistencia a mujeres y también sobre todo denunciar las causas de la violencia, exigir justicia a las mujeres, etc. Estaremos organizando actividades de sensibilización con Justine Masika, directorra de la coordinadora del 15 – al 25 de noviembre entre Euskadi y Navarra. Será una ocasión de oírla a ella en primera persona, merece mucho la pena.
Y desde aquí, ¿qué puede hacer un ciudadano o ciudadana?
- Pensando en clave de ciudadanía, hay una recogida de firmas en adhesión al manifiesto para avanzar en la consecución de una legislación europea que contribuya a romper los vínculos entre tecnología y violencia en el Congo. También trabajamos en el apoyo económico para mujeres y para personas desplazadas y afectadas por el conflicto en el este de RD Congo. Alboan gestiona proyectos de cooperación en esta zona desde hace 20 años. Finalmente, estamos impulsando una campaña de reciclaje de teléfonos móviles como medida de concienciación con la problemática, cuidado medioambiental y reducción del impacto social. Los fondos recaudados de esta acción se destinan a proyectos en el este de Congo. También tenemos materiales diseñados ad hoc para poder trabajar la campaña al interior del centro educativo.
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