«Será como un Brexit de talla plus, plus, plus»… Donald Trump ha insistido hasta el final en la analogía. Al fin y al cabo , Mr. Brexit (como le llama ya su caddy británico Nigel Farage) tuvo el valor de plantarse en el Reino Unido el pasado 24 de junio, a estrenar por todo lo alto su controverido campo de golf, donde le recibieron con pelotitas pintadas de esvásticas… «Acabo de llegar a Escocia y se han vuelto locos con el voto del referéndum», escribió Trump en Twitter. «Acaban de recuperar su país, de la misma manera en que nosotros recuperaremos América. ¡No más juegos!». Los brexiteros lo tuvieron claro desde el principio: Trump era su mayor baza al otro lado del Atlántico. El nacionalista Nigel Farage lanzó la primera bola, y Trump la recogió gustoso: «Tengo muchas inversiones en el Reino Unido, y por todo lo que estoy oyendo, estaría bien que se fueran de la Unión Europea. Yo no pienso tratarles de diferente manera si están dentro o fuera. Por supuesto, nunca les diré que se pongan al final de la cola».

El eje Trump-Farage empezó a gestarse pues durante las dos campañas, la del referéndum y la norteamericano, y se ha fortalecido con el tiempo. Hasta el punto que el líder del Partido de la Indepedencia del Reino Unido, se ofreció a hacer de comparsa en la Convención Republicana y durante un mítin en Jackson, Mississippi. «Allí descubrí por qué los americanos corrientes están fascinados con nuestro referéndum», escribió a la vuelta Farage. Dos terceras partes de los seguidores de Trump opinan lo mismo: hay que poner fin a la inmigración incontrolada».