‘Britain is different’, pero aún más
La brecha física y psicológica entre británicos y europeos se ha intensificado desde el ‘Brexit’
El Mundo, , 14-10-2016La grieta de 33 kilómetros entre Dover y Calais se agranda por momentos. Los británicos siempre fueron diferentes, pero ahora lo son todavía más. Cualquiera diría que en los tres últimos meses se ha intensificado la distancia física y psicológica con los habitantes del continente. Curiosamente, la caída de la libra ha propiciado una invasión a la inversa, como si los europeos quisieran saldar las cuentas o comprobar por última vez lo mucho que aún nos une o nos separa, antes de que caigan el Brexit duro o blando…
EL VOLANTAZO. ¿Por qué conducen los británicos por la izquierda? Ahí comienza la peculiaridad del Reino Unido, compartida por Japón, Australia y el 34% del mundo, frente al 66% restante que conduce por la derecha (un hábito impuesto por la Francia napoleónica). Hay otras explicaciones, como la separación de clases sociales (los nobles avanzaban por la izquierda y la plebe estaba relegada al lado derecho) o la mayor facilidad para los cocheros, que sacudían a los caballos con el látigo sentados a la derecha.
LA LÍNEA RECTA. Cualquiera diría que los británicos están peleados con la línea recta. «Londres fue diseñado por un borracho: todo son cuellos de botella», se lamentaba el taxista Mark Solomon, autor de La sabiduría del ‘cabbie’. En contraste con París, apoteosis del urbanismo europeo, Londres es un puro meandro, exponente de la ciudad multicéntrica, donde el estado natural es la desorientación.
EL CLIMA. En un solo día, los británicos pueden tener las cuatro estaciones pasadas por agua. Es el precio que hay que pagar por el clima oceánico. Eso se traduce en una deficiencia de vitamina D que impulsa a los británicos a buscar el sol de España cada dos meses.
LA ISLA. «Cada hombre es una pieza de un continente, una parte del total», escribía el poeta John Donne, contra la tendencia tan arraigada entre los suyos a sentirse hombres-isla. Y es que vivir en una isla, y estar expuesto a los elementos y a las invasiones (romanos, normandos, vikingos), deja sin duda una muesca en el orgullo de los locales.
LA ‘TITULITIS’. La Cámara de los Muy Honorables Lores Espirituales y Temporales debería tal vez rebautizarse como la Cámara de las Prebendas. Eso es lo que piensa el ex viceprimer ministro Nick Clegg, que batalló inútilmente para la supresión del mayor anacronismo británico (hay unos cuantos) y la creación de un Senado electo a la europea. Pero ahí siguen los 750 lores.
LOS ‘ROYALS’. La familia real forma ya parte indisoluble del branding del Reino Unido, algo a lo que nunca podrían aspirar otras monarquías de Europa. Según el Brand Finance Journal, el valor estimado de la monarquía británica podría ser de 48.000 millones de euros. A cambio, la reina Isabel II le cuesta al año al erario público la bicoca de 50 millones de euros, mientras su fortuna personal está valorada en cerca de 400 millones.
LOS TABLOIDES. Con la excepción del Bild en Alemania, en ningún otro país europeo tienen los tabloides una influencia y una difusión comparable a la del Reino Unido. The Sun y The Daily Mail (dos millones de ejemplares diarios) tienen gran parte de culpa del Brexit.
EL TÉ. En un día cualquiera, los británicos consumen 163 millones de tazas de té (casi tres por cabeza). El café, esa tendencia europea, se consume sin embargo de puertas hacia fuera: 2.100 millones de tazas al año, frente a 874 millones de la bebida «nacional».
LOS MUSEOS. La gran ventaja cultural del Reino Unido sobre Europa es sin duda la posibilidad de entrar gratis a los museos. Los patrocinadores, los mecenas, las exposiciones y las becas de la Unión Europea han hecho hasta ahora posible el milagro. La caída de la libra ha permitido el maná de turistas tras el Brexit. ¿Hasta cuándo?
LA LIBRA. Siempre tuvo complejo de superioridad sobre el euro y del dólar. Pero al paso que va pronto alcanzará la paridad. Los turistas y los inmigrantes europeos nos estamos beneficiando de momento. Pero los efectos adversos no tardarán en aflorar.
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