El suicidio de un yihadista en prisión pone en aprietos al Gobierno alemán
la de críticas por la cadena de fallos en el caso del sirio vinculado al Estado Islámico
La Voz de Galicia, , 14-10-2016«Servicios secretos al acecho, sirios valientes y policías inseguros». Así resumía el semanario Der Spiegel la detención el lunes de Jaber Albakr, un sirio de 22 años relacionado con el Estado Islámico y acusado de planear un atentado inminente contra un aeropuerto de Berlín. Un arresto que fue posible gracias a la pista del departamento de inteligencia y a la colaboración de tres compatriotas sirios que le entregaron a las fuerzas de seguridad, después de que estas le hubieran dejado escapar, desatando una avalancha de críticas. Lejos de amainar, la indignación se apoderó ayer de la ciudadanía y la clase política, tras saberse que el presunto terrorista se suicidó en la prisión de Leipzig.
«No debió haber pasado, pero lamentablemente ocurrió», declaró el titular de Justicia del estado de Sajonia, Sebastian Gemkow, quien explicó que Albakr se ahorcó colgándose de la reja de su celda con su camiseta. La cárcel había establecido controles cada 15 minutos, que amplió a 30 después de que la psicóloga determinara que no había «riesgo elevado de suicido». Sin embargo, de acuerdo con el diario Bild, la celda del que fuera durante días el hombre más buscado de Alemania solo se vigilaba una vez cada hora. Incluso pese a que el joven se había declarado en huelga de hambre, destrozado una lámpara y hasta manipulado un enchufe, episodios que fueron considerados «actos de vandalismo».
Albakr se mostraba «tranquilo» en todo momento, dijo Gemkow para justificar que fuera tratado como un criminal común y no como un yihadista, al no trasladarle a una celda especial y ponerle bajo vigilancia permanente. La misma excusa que empleó el director del centro penitenciario, Rolf Jacob, cuando reconoció que el sirio no contó con un intérprete durante su ingreso, lo cual generó problemas de comunicación. Datos que confirman la cadena de errores por parte de las autoridades sajonas que ha caracterizado el caso desde el principio.
Los errores
Primero fue el operativo antiterrorista del sábado en Chemnitz, tan poco discreto que según medios locales, hasta los vecinos se percataron. Por si fuera poco, el terrorista consiguió huir sin dificultades y recorrer 85 kilómetros hasta Leipzig, desafiando a los varios centenares de agentes desplegados. Por último, se sabe que Albakr, que llegó a Alemania como refugiado en febrero del 2015 , visitó dos veces Turquía y Siria en otoño, viajes que pasaron inadvertidos y que requerían autorización estatal.
«Fracasar una vez es un fallo. Fracasar varias veces, es un desastre. Y si ocurre una y otra vez, hay que reflexionar si no estamos ante un fracaso institucional», advirtió Katrin Göring Eckardt, líder parlamentaria de Los Verdes. El abogado de oficio del yihadista lo tildó de «escándalo de la justicia». Pero el suicidio de Albakr también supone un desastre para el país, ya que deja una retahíla de preguntas sin resolver en torno a posibles cómplices, cerebros y grupos implicados en sus planes de atentar en Alemania, que vive sumida en un estado de paranoia ante la amenaza terrorista.
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