París y Berlín relanzan la UE
El eje franco-alemán se une para llenar el vacío dejado por la marcha del Reino Unido de la locomotora europea Merkel y Hollande defienden en Bratislava un mensaje común en temas de inmigración, defensa y economía
El Mundo, , 17-09-2016Hicieron gestos antes, durante y después de la Cumbre. Angela Merkel y François Hollande están totalmente decididos a llenar el vacío dejado por Reino Unido en la locomotora de la UE y quieren dejarlo claro a todos. Se reunieron en la víspera para preparar la estrategia, defendieron un mensaje común en temas de inmigración, de defensa y de economía y al acabar este viernes en Bratislava comparecieron juntos en rueda de prensa. Una cuidada escenografía para un momento de incertidumbre y «dudas existenciales». Muestra de voluntad, constatación de que los problemas son serios.
La UE afronta una de sus crisis más profundas. Política, filosófica y práctica. Incapaz de resolver la crisis migratoria y de refugiados, el auge de los movimientos populistas y euroescépticos y los choques entre capitales. Los líderes, dicen, han entendido el aviso de los votantes británicos. Han comprendido que la ciudadanía se aleja, que la desafección es tremendamente peligrosa. Y prometen «unidad», acción y una respuesta. Pero o no han comprendido la dimensión del reto al que se enfrentan, al que nos enfrentamos, o no han comprendido que sus respuestas echan más leña al fuego.
Quinientos millones de personas pelean en una economía en débil recuperación y asisten a la incapacidad de sus representantes para ponerse de acuerdo en qué hacen con los cientos de miles de personas que han llegado huyendo de la guerra en busca de ayuda, y sus primeros ministros se esconden detrás de batallas que sólo los especialistas en la burbuja de Bruselas con capaces de comprender. Federalismo contra intergubernamentalismo. Comisión contra el Consejo. Tusk o Juncker. O se pierden en debates eternos para suprimir de un texto una palabra como «caos», usada en las versiones preliminares para resumir el último año y que se eliminó por exigencia de Berlín.
El viernes, los líderes de la UE, salvo Reino Unido, se reunieron en Bratislava para buscar una hoja de ruta. Otra. Hace tres meses, cuando fue convocada, la idea era que cada país aportara ideas para pensar el futuro de la Unión. De ayer, si algo salió en claro, empujado por la locomotora franco-alemana, es que es necesaria, imprescindible, una hoja de ruta para los próximos meses. En enero, la Presidencia temporal de la UE corresponderá a Malta y a finales de mes, o inicios de febrero, organizará una nueva cumbre informal. En marzo, cuando se cumplan 60 años de la firma del Tratado de Roma, será Italia la que organice otro encuentro adicional.
Para esos seis meses los países quieren pasos concretos. El jueves por la noche, Martin Selmayr, jefe de Gabinete del presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, envió a los asistentes de los principales líderes europeos un borrador de una página con su propia hoja de ruta hasta junio de 2017. Una batería de propuestas legislativas –pocas originales– que podrían salir adelante en los próximos meses, empezando por la guardia europea de fronteras, según adelantó ayer Politico, y con sus propuestas para redoblar los esfuerzos del Plan Juncker de inversión, la profundización del mercado único digital y un presupuesto para activos de Defensa de propiedad europea.
Los países comparten en buena medida el diagnóstico, pero no las causas ni las soluciones. Los bloques tienen prioridades que en muchos casos son incompatibles. Para Grecia, Italia, Portugal o España, cierta flexibilidad económica es esencial. Para los cuatro integrantes de Visegrado (Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa), el tema de los refugiados y mantener la soberanía nacional es crítico. Los bálticos insisten en meter en cada documento referencias a la amenaza rusa. Y Francia y Alemania, de la mano, tratan de guiar y de cubrir el vacío dejado por Londres.
Lo dejó claro a la salida el primer ministro italiano, Matteo Renzi, visiblemente molesto. Porque en la reunión apenas se habló de la flexibilidad presupuestaria y porque las propuestas de inmigración, como dar a través de la Comisión 108 millones de euros a Bulgaria para la protección de sus fronteras, son muchísimo menos ambiciosas de lo deseado. «No participo en una rueda de prensa con Merkel y Hollande porque yo no puedo recitar un libreto para hacer creer a la gente que estamos todos de acuerdo», señaló irritado. «No estoy satisfecho con las conclusiones». No fue el único discrepante, pero el resto dejaron ver sus reservas de forma mucho más discreta.
«Esta reunión abre un proceso no de reflexión sino de acción. Estamos de acuerdo en ocuparnos de las cosas que importan a la gente. La clave es la seguridad, es lo que nos demandan en primer lugar a los gobernantes. Frente al terrorismo, a amenazas exteriores o la sostenibilidad del Estado del Bienestar que es el pilar fundamental del sistema europeo», añadió Mariano Rajoy.
Europa está falta de propuestas concretas y la Comisión juega con una mano atada a la espalda por el boicot diario de las 28 capitales. No se sabe en qué puede consistir esa «acción» de la que ayer muchos hablaban pero que pocos saben traducir al día a día. Por eso los líderes quieren endurecer la retórica, centrar en los temas que según el Eurobarómetro más preocupan (inmigración, terrorismo, y empleo) y ponerlas, tal cual, en cada reunión, encuentro, documento y discurso público, hasta la saciedad, para que los ciudadanos vean que son sus prioridades. Frases como «la inmigración ilegal debe ser detenida por completo», de la canciller. O el «no permitiremos que el descontrol del año pasado vuelva», de Tusk. Algo material, tangible. Algo que cala tan rápido como cualquier proclama populista y que da muchos más votos que las políticas de puertas abiertas y los planes de ajuste.
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