De Caracas al Barrio del Pilar
La emigración venezolana es la que más ha aumentado en el último año en la Comunidad, con un 19% L En 2015 llegaron 2.666 personas, la mayoría de ellas exiliadas en busca de asilo político
El Mundo, , 14-09-2016Carlos y Gabriela han pasado de tener
una vida acomodada en Venezuela
a vivir de prestado, junto a sus
dos hijos, en un pequeño cuarto en el
madrileño Barrio del Pilar. Desde
que llegaron a España, hace poco
más de tres meses, han perdido metros
cuadrados y propiedades, pero
han ganado libertad y calidad de vida.
Él trabajaba en la oposición venezolana,
era la mano derecha del gobernador
del estado de Maracaibo,
hasta que en 2012 su vida se convirtió
en un infierno. No quieren dar su
nombre real porque, pese a estar a
un océano de distancia, todavía tienen
miedo. «Cuando el gobernador
perdió las elecciones comenzamos a
sufrir un vandalismo que no nos dejaba
vivir. Dispararon dentro de
nuestra casa, nos quitaron el coche,
nos atracaron… fueron tantas las cosas
que pasaron que tuvimos que salir
de allí», relata la mujer.
Es la historia de huir para poder
vivir. El número de venezolanos en la
Comunidad de Madrid aumentó un
19% sólo en el último año, cuando
viajaron hasta la capital 2.666 personas
desde el país caribeño, según el
último informe del Observatorio de
Inmigración de la Comunidad de
Madrid. Fue la población que más
aumentó en términos relativos. En
enero de 2016 ya había 16.438 venezolanos
afincados en la capital, la
mayoría exiliados políticos.
«Empiezas a perder tu identidad,
tu vida corre peligro y lo único que
haces es rezar y pedirle a Dios que te
saque de allí», cuenta Gabriela.
Mientras ella habla, Carlos enseña
en su móvil un álbum de fotos en las
que luce sonriente junto a Henrique
Capriles, líder de la oposición venezolana,
y el popular opositor encarcelado
Leopoldo López. Son los pocos
vestigios que todavía conserva
de una etapa que se ha visto obligado
a dejar atrás.
Hace poco más de un año, su vida
dio un giro casi mortal. En 2015, con
sólo 47 años, sufrió un infarto a causa
del estrés, y encontrar un medicamento
para la tensión fue misión imposible.
«Allí fui a 50 farmacias y no
lo conseguí, y a la primera que fui en
España lo compré por dos euros»,
relata con gesto acostumbrado. Por
ello, asociaciones como Venezuela
Unida, a la que ellos acudieron, recolecta
comida y medicinas para ayudar
a sus compatriotas.
Su rostro es tosco. Recuerda con
dureza que su mujer y sus hijos es lo
único que le queda: «Todos mis hermanos
murieron con menos de 30
años en distintos accidentes». Ahora
mismo su principal preocupación es
conseguir asilo político y empadronarse
para buscar una escuela para
sus hijos ya que uno de ellos, el mayor,
sufre Síndrome de Asperger, un
trastorno del espectro autista. «En
estos momentos tenemos que estar
aquí. Queremos vivir en libertad»,
sentencia su esposa.
Con 36 años, Gabriel tampoco llegó a Madrid
quiere desvelar su nombre por miedo
a ser localizado
en abril de 2015. Como sus compañeros,
él también trabajó durante
años para la oposición venezolana.
Hace tres meses que su madre, de 60
años, voló también a España en busca
de asilo político. A su llegada estuvo
dos días retenida en el aeropuerto
y, por haber salido del país, actualmente
ni siquiera cobra su pensión
de jubilación. «Ayer fue su cumpleaños
y no tuve dinero para comprarle
un regalo, antes no me veía en esta
situación», relata con lágrimas en los
ojos, aunque reconoce ser consciente
de que España le ha devuelto su
tan ansiada libertad.
Otras veces, los problemas empiezan
en el aeropuerto de Venezuela,
como le ocurrió a Pedro. «Unos
guardias revisaron mi equipaje y uno
me dijo que venía a Madrid a traicionar
a mi patria», relata. Tuvo que
darles 20.000 bolívares para que le
dejaran marchar, lo que al cambio
son más de 1.700 euros. De todo esto
hace apenas tres semanas. Ahora
vive en casa de su hermana
mientras busca trabajo.
Luis Eduardo Manresa, secretario
general del partido Acción Democrática
en España, es el único que no
tiene miedo a dar la cara. Él llegó
hace cinco años y ahora vive en Majadahonda.
«El fiscal me dijo que tenían
orden de meterme preso mientras
Chávez estuviera en el poder y
tuve que dejar el país en menos de
tres horas», justifica. Una vez en Madrid
continuó recibiendo mensajes
con fotos de sus hijos, afincados en
Caracas, y amenazas. «Decían que si
seguía hablando del Gobierno no les
vería más», cuenta. Pese a todo, ha
intentado recientemente volver de
visita, aunque sin éxito: «Las autoridades
me dijeron que si iba, al aeropuerto
entraba, pero saldría en
un ataúd o arrestado».
EN LA COMUNIDAD HAY 1,2
MILLONES DE EXTRANJEROS
En la Comunidad de Madrid hay 1,2 millones
de personas de origen extranjero, según datos
del último informe del Observatorio de
Inmigración, y un 32% proceden de países de
Iberoamérica. Sin embargo, la población
inmigrante mayoritaria es la rumana, con
205.033 personas; seguida por la marroquí, de
la que se contabilizaron 79.639 expatriados;
mientras que el tercer puesto lo ocupa la
población china, con 55.784 inmigrantes del
gigante asiático afincados en la Comunidad.
La nacionalidad venezolana fue la que más
aumentó en 2015 en Madrid en términos
relativos; con un 19,4% de crecimiento, aunque
la hondureña alcanza una cifra muy similar, ya
que también creció entorno al 19%. Según los
datos ofrecidos por el Observatorio, en enero
de 2016 había 11.597 hondureños en la región,
casi 2.000 más de los contabilizados en el
mismo mes del año 2015.
También se notó un incremento notable en el
número de ciudadanos de origen ucraniano en
la capital. La cifra de expatriados de Ucrania
aumentó un 8,3% durante 2015, año en el que
la población pasó de 20.447 personas a 22.144.
En ese caso, sin embargo, desde la embajada de
Ucrania en España aseguran que el conflicto
bélico que asola al este del país no tiene nada
que ver con este aumento de expatriados que
habitan en la Comunidad. «España está muy
lejos de Ucrania. La mayoría de la población
que se ve forzada a dejar el país por el conflicto
va a Polonia o Alemania», explica el cónsul.
Desde la embajada aseguran que ellos no han
notado un aumento del número de ucranianos
que se traslada desde allí a España y que si ha
habido un incremento de la población se
deberá «a migraciones internas», gente que
vive en Castilla-La Mancha, por ejemplo, y se
muda a Madrid.
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