CORAZONADAS

La no infancia de Aylan

La Voz de Galicia, CÉSAR CASAL , 06-09-2016
En el sur de España arde el viento, cuando el calor aprieta. Es una sensación extraña. Como la vaharada que nos saluda al entrar en una estación de metro. ¿Por qué hablo del tiempo? Para no hablar de política en un país 260 días en funciones y camino de unas terceras y de unas cuartas elecciones. ¿Volverán a cobrar la indemnización por la mini legislatura? Claro que no es malo votar, pero, entre la virtud y el vicio, tiene que encontrarse alguna casilla sensata. Pero dejemos la política. ¿Para qué seguir en este bucle, en este día de la marmota, camino a Soria? Tenemos de nuevo sobre la mesa una foto que señala a nuestros políticos, a su ineficacia. A sus reacciones airadas y enérgicas que se diluyen en inoperancia. Me refiero al pequeño Aylan ya no escuchando el latido de la playa. El otro día, un año de aquella imagen. Hay que recuperar los aniversarios, el peso del calendario, respetar la experiencia, aprender. Los anivrsarios son necesarios para fijar el balance. Y el balance señala de nuevo a nuestros políticos en una Europa esclerótica, un continente vacío de contenido. Más de cuatrocientos niños han muerto como Aylan desde que dijimos que nunca más. Aylan tuvo la peor tumba pero con nombre, los otros ni eso. Unicef cree que los traficantes introdujeron a unos 500.000 menores en Europa. Las autoridades reconocen que pierden la pista a decenas de miles de menores. Tráfico de órganos. Un espanto. La lírica sobre la infancia es habitual en Occidente. La infancia como recreo que no se olvida. La infancia feliz casi como alimento para toda una vida. Pero todos estos chavales son distintos. Solo se les da a elegir entre malo o pésimo. En el sur, en el Mediterráneo arde el viento y se hielan los refugiados. Donde no hay risa, hay mueca. Dolor. Tragedia. Vergüenza. ¿A qué suenan las caracolas de la playa de Aylan? A terror.
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