Un pequeño Sahara en pleno Donostia

La terraza del Kursaal acogió una jornada solidaria con el pueblo saharaui, en la que no faltaron las jaimas,los tatuajes de henna y las actuaciones musicales

Diario Vasco, claudia urbizu, 21-08-2016

Yslem vivió hasta los doce años en Auserd, una ciudad al sur del Sahara Occidental ocupada por Marruecos. La primera vez que salió de su país lo hizo gracias a ‘Vacaciones en Paz’, un programa que facilita la acogida temporal de niños saharauis en núcleos familiares, entre los que hay muchas familias guipuzcoanas. «La tercera vez que vine me quedé a vivir en Galicia», explicaba ayer mientras ajustaba la mesa de mezclas. La música ambientó la jornada solidaria que se desarrolló a lo largo de todo el día en la Terraza del Kursaal en favor del Sahara.

Yslem tiene ahora 29 años y vive en Madrid, donde trata de ganarse la vida como rapero bajo el nombre ‘Yslem, Hijo del desierto’. «Aquí empecé a escuchar rap argelino, rap francés… y en el barrio en el que vivía empecé a hacer mi música con los amigos, a sacar maquetas», explicó. Su música siempre se centra «en la causa saharaui, que es lo que era mi día a día». A pesar de que vivir del rap es complicado, ayer pudo ofrecer su música al público donostiarra. Él puso la voz y su amigo Dj. Sunshine la base musical.

«Desde que dejé mi hogar apenas he vuelto a ver a mis padres, mis cinco hermanas y mis dos hermanos», comentaba. Al igual que Yslem, miles de saharauis se vieron obligados a abandonar sus hogares cuando en 1975 se produjo la ocupación del Sahara Occidental por Marruecos. Desde entonces muchos de ellos viven en campamentos de refugiados, dependiendo del apoyo internacional para sobrevivir.

El Ayuntamiento de Donostia es una de las muchas instituciones que colabora con la causa saharaui, y desde el Departamento de Cooperación hace «un esfuerzo especial para que este pueblo no caiga en el olvido». Ni tan siquiera cuando la ciudad está de fiesta y parece que no hay lugar para nada que no sea diversión. Es ya el tercer año que se organiza una jornada solidaria en la terraza del Kursaal, «aunque los dos anteriores se hizo en favor de Palestina».

El efecto del mal tiempo

La intención era que las actividades comenzasen a primera hora de la mañana, aunque el mal tiempo demoró e incluso canceló algunas de ellas. En la terraza se instalaron dos jaimas saharauis, y estaba previsto que las actividades más madrugadoras tuvieran lugar en las mismas. Allí, los visitantes habrían fabricado collares, pulseras y llaveros con su nombre en árabe, mientras degustaban té y dátiles, pero no fue posible a causa del tiempo. «Es una pena, pero hemos tenido que cancelar la actividad. De hecho, una de las jaimas no ha sobrevivido al fuerte viento y la hemos tenido que desmontarla. Aunque es normal, porque estas tiendas hay que clavarlas en arena y sobre piedra no aguantan», explicaba una de las organizadoras, visiblemente apenada.

Afortunadamente, la lluvia cesó hacia el mediodía y el programa empezó a desarrollarse según lo previsto. De doce a dos, el circo social ‘Pallasos en rebeldía’ ofreció dos espectáculos que atrajeron la atención de unos cuantos curiosos. «Suelen actuar en muchos países, también en el Sahara y siempre con fines solidarios. Son muy buenos, han venido unas doscientas personas», añadió la organizadora.

El plato fuerte lo dejaron para la tarde. Yslem caldeó el ambiente desde las cuatro, mientras varias mujeres saharauis hacían tatuajes de henna a quien lo desease. El taller gustó bastante y, aunque también se animaron los adultos, los pequeños fueron quienes más lo aprovecharon. «Yo me he hecho tres en los brazos», comentaba una niña de siete años. La puesta en escena sumergió a los curiosos en un ambiente totalmente saharaui, donde había mujeres y hombres que vestían atuendos típicos de su cultura, como el darra.

Ejemplo de ello era Ahmed Ziad, un saharaui de 54 años que nació en Villa Cisneros, actual Dajla. «Como todos los saharauis, tuve que salir del país por la invasión marroquí y me refugié en Argelia. Después me mandaron a Cuba unos años y de ahí fui a Alicante, para acabar en el País Vasco», relató este saharaui que, a día de hoy, es presidente del Colectivo Saharaui en Gipuzkoa.

Comentó que en la sociedad vasca se siente muy integrado, «es una sociedad muy acogedora». Actualmente organiza campañas de sensibilización por la causa saharaui, y aprovechó para lanzar un mensaje a la sociedad vasca, a la que pidió «que echen una mano a nuestro pueblo, que está viviendo unas condiciones muy difíciles. Hay que resolver este problema y presionar a los gobernantes para que no hagan lo que les dé la gana y se involucren. El gobierno español abandona a su suerte al pueblo saharaui». Denunció que «los políticos solo hablan del tema cuando hay elecciones».

Después del espectáculo, que con el cielo ya despejado atrajo a numeroso público, los organizadores distribuyeron un cómic en el que «se explica el conflicto saharaui y la terrible situación del muro de la vergüenza», aclaró la organizadora. Además, hubo folletos informativos de todo tipo y un pequeño diccionario básico de euskera – árabe para llevar.

La jornada lúdico – festiva –organizada en colaboración con la asociación Amigos de la RADS, Euskal Fondoa y la asociación dirigida por Ahmed– se cerró con el concierto del rapero saharaui que, ante un público numeroso, trató de remover conciencias con sus letras. También actuaron Marina P y Revolutionary Brothers.

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