Miles de inmigrantes permanecen bloqueados desde hace días en ciudades del norte italiano como Milán o Ventimiglia por el endurecimiento de los controles fronterizos en los países vecinos, lo que les impide proseguir su viaje hacia Europa. Pese a todo, Italia continúa recibiendo un elevado flujo migratorio desde las costas norteafricanas y en lo que va de año han desembarcado más de 100.000 inmigrantes. La mayor parte no desea permanecer en Italia sino que pretende llegar a la Europa septentrional, lo que ahora ven imposible por el aumento de los controles fronterizos en las colindantes Francia y Suiza. Ventimiglia se encuentra entre Francia e Italia y acoge actualmente a un millar de inmigrantes a quienes el país galo mantiene cerrada su frontera desde el verano del pasado año. Ante esta situación, la Cruz Roja ha habilitado un centro de acogida desde julio en el que la pasada noche durmieron alrededor de 600 inmigrantes, explicó a Efe la portavoz del organismo Fiammetta Cogliolo. El jefe de la Policía italiana, Franco Gabrielli, visitó el martes la localidad y anunció que próximamente comenzará el traslado de los inmigrantes que no hayan solicitado el permiso de residencia a centros de las vecinas regiones de Piamonte y Lombardía.

A juicio de Cogliolo, esta no es la solución puesto que los inmigrantes regresan de nuevo porque «no quieren estar en centros de acogida sino llegar a otros países». Una opinión que comparte el párroco de la localidad, el colombiano Rito Julio Álvarez, quien acoge en su iglesia a 80 personas, entre ellos 20 niños, que reciben cama y comida. Pero la situación que más preocupa es la de Milán, que según datos del Ayuntamiento acoge a alrededor de 3.200 inmigrantes, muchos de los cuales campan en torno a la estación central de ferrocarril a causa del cierre de la frontera suiza, a unos 60 kilómetros.