Tribuna abierta

La dignidad de las personas y la vergüenza de Europa

Deia, Por Iñaki Aguirre, 10-08-2016

EUROPA asiste estos días a la mayor crisis humanitaria surgida desde la Segunda Guerra Mundial. La situación es de auténtica emergencia y no podemos mirar hacia otro lado ante las personas que huyen de la guerra y la pobreza. La injusticia que están sufriendo los seres humanos que buscan refugio ocasiona no solamente perplejidad, también produce dolor e impotencia. Por ello, nos sentimos afectados en nuestras más profundas convicciones éticas y democráticas. Y por ello criticamos a los Gobiernos europeos por su falta de humanidad y de compromiso para con las personas. Los Estados – miembro son los auténticos responsables de esta vergüenza y del trato insolidario que se está prestando a quienes huyen de los conflictos armados y de los atropellos a los Derechos Humanos.

Ante esta crisis y la desaparición de los valores fundacionales que llevaron a la creación de la Unión Europea – en la que nosotros, el PNV, seguimos creyendo – , debemos de ser especialmente críticos y clamar nuestra indignación, nuestro profundo disgusto, nuestra rabia ante las políticas que se están llevando a cabo por los gobiernos centrales europeos. Y digo “gobiernos centrales” porque los entes subestatales o las naciones que no somos Estado han y hemos reaccionado de una forma mucho más humana, solidaria y justa de lo que han podido hacerlo los gobiernos de los 28 Estados miembros. Al menos en el caso de Euskadi, tanto Gobierno vasco como diputaciones y municipios se han concertado y han trabajado de forma coordinada para dar una respuesta solidaria, eficaz y responsable a la acogida de las personas refugiadas.

A lo largo de la historia, tanto Europa como Euskadi han conocido éxodos masivos provocados por guerras y dictaduras. Nosotros también, en los siglos XIX y XX, hemos sido refugiados sin papeles que huían de la destrucción y de la represión para buscar refugio en países de acogida. Fuimos amparados por diferentes Estados de Europa y de América. Sabemos de lo que hablamos: sabemos lo que significan la persecución, el sufrimiento o el ansia de encontrar un lugar donde recalar para rehacer su vida. Es nuestra obligación dar cuanto antes una respuesta a la crisis de las personas refugiadas. No simplemente como una mera devolución del trato que alguna vez se nos brindó, que también, sino porque simplemente es nuestra forma de concebir la vida.

Una Europa con alma Europa siempre ha sido el sueño de Euskadi. Pero reivindicamos una Europa con alma, referente mundial de la democracia, de la libertad, de los derechos humanos y sociales. Exigimos una Europa donde las personas puedan circular e instalarse libremente. Por ello, reclamamos a los máximos dirigentes de la Unión Europea, y a los de los Estados que la conforman, que recuperen cuanto antes el espíritu inicial de los padres fundadores y pongan fin a la profunda crisis de valores, evidenciada en la funesta gestión del drama que están sufriendo las personas refugiadas.

El ser humano debe estar en el centro de todo proyecto, también del europeo. Creemos en el proyecto europeo, pero somos muy críticos con sus gobernantes. No podemos admitir que se antepongan las utilidades de los Estados a los intereses de las personas. Ese egoísmo y esa falta de humanidad son los auténticos culpables de la vergüenza y del trato insolidario a los que asistimos a diario.

Política común, interés egoista Siempre hemos abogado por una auténtica Política Exterior y de Seguridad Común Europea que, a buen seguro, hubiera podido evitar en origen los conflictos militares y los desastres humanitarios que estamos viendo desde hace demasiados años. Pero también el interés egoísta de muchos Estados miembros nos impide avanzar en este campo.

Y volvemos a expresar nuestro rechazo al acuerdo UE – Turquía por lo que supone de renuncia a los valores y compromisos de la Unión Europea y reclamamos un triple compromiso de humanidad, responsabilidad y legalidad. Porque tenemos el deber humano y humanitario de solidaridad. Y tenerlo implica prestar auxilio a quien se encuentra en una situación extrema de padecimiento, necesidad o emergencia. Porque tenemos el deber de asumir la responsabilidad, propia y compartida, en la defensa de la dignidad humana y los Derechos Humanos, así como el compromiso institucional, político y social derivado de la misma. Porque tenemos el deber de cumplir con el derecho internacional, muy especialmente con la Convención de Ginebra de 1951, con el artículo 14 de la Declaración de los Derechos Humanos y con el artículo 18 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

Es urgente y necesario el establecimiento de pasillos humanitarios que posibiliten la acogida y el asilo de refugiados entre todos los Estados miembros de la Unión Europea. Lo exigimos a los gobiernos europeos con la misma intensidad con que les reclamamos que redoblen los esfuerzos para encontrar a los miles de niños que han desaparecido en esta crisis.

Pedimos una respuesta rápida, eficaz y humanitaria ante el dolor y la impotencia por la injusticia que sufren los refugiados. Debemos proteger a todas las personas y ayudar a quien nos necesita. Es nuestra voluntad, nuestro compromiso y nuestra forma de ser. Porque el ser humando ha sido, es y siempre será el centro de nuestro proyecto político y social.

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