El drama de ser refugiado en Italia

Un 60% de los asilados e inmigrantes sufre «desórdenes mentales» por el sufrimiento vivido en sus países de origen y en su viaje hacia Europa

Diario Sur, DARÍO MENOR CORRESPONSAL , 22-07-2016

Cuando los miembros de Médicos Sin Fronteras (MSF) los encontraron, estaban muertos de miedo y no podían casi ni hablar por la impresión que les provocó el episodio que acababan de vivir. Los 209 inmigrantes y refugiados salvados en aguas del Mediterráneo central en la noche del miércoles habían visto morir a 22 de sus compañeros de viaje (21 mujeres y un hombre).

Los rescatadores de MSF y de la ONG SOS Mediterranée hallaron los cadáveres en el fondo de una embarcación flotando en medio de un charco de combustible. Tuvieron un final horrible: al parecer los más débiles perecieron ahogados, chafados y asfixiados en la pugna con sus propios compañeros por salvar la vida. Los supervivientes consiguieron aguantar, pero quedaron marcados por esta y otras experiencias traumáticas de las que, en el mejor de los casos, tardarán tiempo en reponerse. Deberán además hacerlo probablemente solos, pues la asistencia psicológica que recibirán a su llegada a Europa resulta insuficiente e incompleta.

MSF Italia ha documentado este preocupante y olvidado problema en el informe ‘Traumas ignorados’. Tras entrevistar a 387 personas entre julio de 2015 y el pasado mes de febrero en cuatro centros de acogida situados en diversas ciudades italianas, la ONG advierte de que el 60% de los inmigrantes y refugiados desembarcados en los puertos del sur del país sufre «desórdenes mentales» por las experiencias vividas en sus naciones de origen, durante la estancia de meses o años de espera en Libia en condiciones terribles y por el trauma posterior que supone el viaje a través del Canal de Sicilia hasta desembarcar en Italia. Estos desequilibrios se ven agravados en el 87% de los casos debido a la insuficiente acogida que se les brinda a su llegada a Europa.

«Los problemas más habituales son la depresión, la apatía y el síndrome de estés postraumático», explica Giorgia Girometti, responsable de comunicación de los proyectos en Italia de MSF. El último trastorno que cita es habitual en los soldados que van a la guerra o en aquellos que han pasado por situaciones terribles y para superarlo hay que echar mano de terapias continuadas, un lujo fuera del alcance de los desharrapados que cruzan el Mediterráneo.

«Si este trauma no se afronta, se desarrolla un problema secundario que puede llevar a un agravamiento de la depresión o a la psicosis. Hay muchísimos casos de insomnio y de ataques de pánico». Los síntomas empeoran por las larguísimas esperas a las que tienen que hacer frente antes de saber si podrán beneficiarse del estatus de refugiado. Durante este tiempo en blanco estas personas se quedan con sus vidas suspendidas: no pueden trabajar y muchos pasan los días sin poder hacer casi nada.

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