‘Yihadistas exprés’, la amenaza más temible en Europa
El Mundo, , 20-07-2016EL PRIMER ministro de Francia admitió tras el brutal atentado de Niza que su país deberá aprender a vivir bajo la amenaza del yihadismo mucho tiempo. En realidad, cabe extender este lúgubre pero realista vaticinio a toda Europa. El último episodio registrado en Baviera vuelve a incrementar la sensación de inseguridad y de cierta impotencia ante un desafío tan complejo y difícil de combatir como el de la fanática radicalización de personas que deciden abrazar el terrorismo para dar rienda suelta a todo su odio. Si en la lucha contra una organización criminal como el Estado Islámico ya es imposible garantizar la seguridad al cien por cien, por más medios que se pongan para desarticular células yihadistas, no digamos cuando el enemigo son lobos solitarios que no responden a ninguna estrategia planificada ni necesitan más orden que el genérico llamamiento del Califato a todos sus fieles a atacar con cualquier arma a su alcance y en cualquier momento posible. Es desde luego una guerra psicológica que exige una extraordinaria templanza de la ciudadanía europea para no caer en el pánico ni en la contrarradicalización que busca el islamismo.
Las autoridades alemanas explicaron ayer que el atacante que el lunes por la noche hirió a cuatro personas con cuchillos y un hacha en un tren regional de Baviera es un joven afgano, de 17 años, que llevaba un año residiendo como refugiado de acogida con una familia germana. Todo apunta a que se habría radicalizado en muy poco tiempo y que estamos, por tanto, ante un yihadista exprés, ese perfil de tipos que se convierten en terroristas islámicos en tiempo récord y que han protagonizado varios de los últimos atentados en suelo europeo. El Estado Islámico, en su conocido afán propagandístico, reivindicó ayer que el agresor era uno de sus soldados. Y difundió a través de las redes un vídeo en el que se puede ver al adolescente llamando a matar «infieles».
Ante el peligro que representa un fenómeno así sólo cabe un reforzamiento de las medidas de seguridad y un mayor control por parte de los cuerpos policiales de las redes sociales, que son el gran caldo de cultivo donde suelen radicalizarse estas personas al entrar en contacto con organizaciones fanáticas. Y los expertos también subrayan la importancia de la figura de los confidentes que, en muchos casos, aportan valiosas pistas sobre ciudadanos no fichados por vínculos yihadistas y que, sin embargo, empiezan a frecuentar o contactar con círculos peligrosos. Pero, insistimos, siendo todas ellas medidas en las que los estados deben afanarse, resulta muy difícil impedir que se vuelvan a producir episodios como el de Baviera.
Este atentado tendrá consecuencias políticas y enturbia el debate sobre refugiados en Alemania. La agitación de la islamofobia dará nuevas alas a la ultraderecha, que no deja de ver aumentadas sus expectativas ante las elecciones federales del próximo año. Recordemos que la canciller Angela Merkel se vio muy contestada por su política de inmigración, que muchos tacharon de excesivamente generosa. Lo cierto es que desde el estallido de la guerra en Siria y hasta el año pasado, Alemania acogió a casi un millón de solicitantes de asilo, aunque la llegada de refugiados se ha desplomado en 2016. Es desolador constatar como al final el populismo y el islamismo, aun en las antípodas, se retroalimentan peligrosamente cada día.
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