Mueren tres policías y un atacante en un tiroteo en Estados Unidos
El Mundo, , 18-07-2016«Esto no es el salvaje oeste, es una ciudad de ley y orden…» La frase de Kip Holden, alcalde de Baton Rouge, la capital del estado de Louisiana, resumía ayer el desánimo reinante en la opinión pública estadounidense. Tres policías de Baton Rouge habían sido asesinados en un tiroteo. El atacante, un ex marine de raza negra de 29 años, también fue abatido por los agentes.
Sin embargo, las autoridades temían que uno o varios asesinos se hubieran dado a la fuga. Otros dos agentes estaban heridos de gravedad, uno de ellos en estado crítico.
Se trata del segundo asesinato de policías en el sur de Estados Unidos en una decena de días, en lo que se supone que son atentados de extremistas negros por la brutalidad policial contra personas de esa raza. Una brutalidad que ha vuelto a la primera plana de la actualidad tras la muerte de dos afroamericanos desarmados –uno de ellos en Baton Rouge– el 5 y 6 de julio pasados.
Así, Baton Rouge, en la empobrecida, corrupta, conservadora y racista Louisiana, se ha convertido en el último centro de la tensión racial entre blancos y negros que está asolando el segundo mandato de Barack Obama.
El presidente de Estados Unidos emitió ayer un comunicado desde la Casa Blanca en el que condenaba «en el sentido más duro del término» el ataque, y recordaba que «no hay ninguna justificación para atacar a las fuerzas del orden. Ninguna».
Es la segunda vez en seis días que Obama tiene que pronunciarse por un atentado contra policías. La ocasión anterior fue el martes, en Dallas, en el homenaje a cinco agentes asesinados por Micah Johnson, un afroamericano vinculado a grupos supremacistas de esa raza, tal y como informaba ayer el diario The Wall Street Journal.
Los detalles del atentado –aunque por ahora las autoridades estadounidenses no le han dado esa calificación, como tampoco se la dieron al de Dallas– son confusos. Según el diario New Orleans Times-Picayune, de la vecina ciudad de Nueva Orleáns, el ataque tuvo lugar en torno a las ocho y media de la mañana hora local. Los testigos presenciales citados por ese medio de comunicación hablan de «10 o 12» disparos en las autopistas de Airline y Old Hammond.
Varias horas después del ataque, la policía de Baton Rouge seguía insistiendo en que «lo único de lo que estamos seguros es de que hubo un tiroteo y un sospechoso ha muerto». El propio Obama declaraba en su comunicado que «todavía no conocemos los motivos de este ataque».
Pero, para muchos estadounidenses, los motivos son raciales. Desde hace dos años, EEUU vive un recrudecimiento de las tensiones entre blancos y negros. Y Obama no ha podido –sus críticos dicen que no ha querido– detenerlo. Ayer las redes sociales ardían, igual que tras el atentado de Dallas, con gente poco menos que llamando a las armas a favor de un bando o de otro.
Ésa es la razón de la tensión en Baton Rouge. El conflicto se desató el 5 de julio, cuando la policía de esa ciudad mató a Alton Sterling, un afroamericano con antecedentes delictivos al que los agentes dispararon seis veces a quemarropa pese a que lo tenían inmovilizado en el suelo. La muerte de Sterling se produjo un día antes que la de Philando Castille, otra persona de raza negra que fue abatida por la policía en su coche en Minnesota, en el otro extremo del país.
La muerte de Sterling desencadenó una oleada de manifestaciones en Baton Rouge, muchas de ellas organizadas por Black Lives Matter (Las vidas negras importan), un movimiento de izquierdas similar en cierto modo al 15-M español pero con un fuerte contenido racial.
Esas manifestaciones produjeron la foto que ha dado la vuelta al mundo y que para muchos simboliza la tensión entre blancos y negros en EEUU: la joven afroamericana Leisha Evans, de pie, frente a dos policías armados y con cascos y todo tipo de protección que iban a detenerla. Tras las muertes de ayer, sin embargo, quienes acusan a Black Lives Matter de racismo negro han subido el tono de sus críticas.
Es una polarización racial que llega en un momento políticamente muy delicado, porque hoy empieza la Convención Republicana en la ciudad de Cleveland, en Ohio. Con Donald Trump, el Partido Republicano se ha convertido en el partido de la clase media y media-baja blanca, con una retórica anti inmigración y contraria a las minorías. Y en EEUU sale más o menos gratis criticar a los asiáticos o a los hispanos. Pero los afroamericanos tienen una conciencia de grupo mucho más fuerte.
Y eso podría salirse de control en Cleveland: el grupo Nuevas Panteras Negras –que toma su nombre de una organización terrorista negra de los 70– ha anunciado que va a desfilar por la ciudad con armas de asalto. Y, acaso para no ser menos, los Guardianes de la Constitución– un grupo conservador– van a hacer lo propio. Entretanto, numerosos grupos de izquierda están acudiendo a Cleveland para protestar contra Trump y sus políticas, lo que amenaza con causar incidentes.
Eso sí: en un detalle que explica cómo es la mentalidad estadounidense, la policía de Cleveland ha prohibido que las personas que acudan a las áreas reservadas para protestas y manifestaciones puedan llevar pelotas de tenis, pistolas de agua y paraguas metálicos, por considerar que son un riesgo para la seguridad pública. Pero sí pueden llevar un kalashnikov o una versión civil de un M-16. Y es que en Cleveland se pueden portar armas. No sólo portarlas: también exhibirlas. La frase del alcalde de Baton Rouge, Holden –«esto no es el salvaje oeste»– no ha llegado a Cleveland.
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