Tribuna abierta

¿Otro estallido racial en la “tierra prometida”?

Deia, Por Germán Gorráiz López, 16-07-2016

SE adelantaría casi medio siglo a la elección de un presidente afroamericano. Así, por primera vez en la historia de Estados Unidos, en 2008 fue elegido como presidente de la nación un negro debido al voto de las minorías latina y afroamericana, con lo que los partidos tradicionales del establishment habrían cambiado su estrategia electoral para captar un voto que en el horizonte de 2050 será mayoritario. Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, los blancos dejarán de ser la mayoría de la población estadounidense y serán desplazados por la suma de la población hispana, que aumentaría de 53,3 millones en la actualidad a 128,8 millones en 2060, y la afroamericana, que pasaría los 41,2 millones actuales a los 61,8 millones previstos por las proyecciones.

Sin embargo, según un artículo de la publicación canadiense Global Research, 47,8 millones de estadounidenses vivirían bajo el umbral de la pobreza y deberían utilizar los cupones de alimentación (SNAP por sus siglas en inglés), para satisfacer sus necesidades alimenticias, lo que se traduce en un aumento del 70% desde 2008 debido a la elevada tasa de desempleo y pobreza que se habría ensañado con las minorías latina y afroamericana. Así, desde el inicio de la recesión en 2008, 28,2 millones de personas se inscribieron en el SNAP y unos diez millones de niños vivirían en la pobreza extrema. Por otra parte, la reducción en el presupuesto de 2015 de cerca de 85.000 millones de dólares ha obligado al Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres , Infantes y Niños (WIC) a eliminar beneficios a casi 600.000 madres, lactantes y niños, según la misma publicación canadiense. Además, la tasa de paro de Estados Unidos en el mes de mayo subió hasta el 5,5 % y continúa el endemismo crónico de altas tasas de desempleo en la población afroamericana (17%), cifra que se triplicaría en cuanto atañe a la población joven negra (51%), con los consiguientes efectos colaterales de marginalidad, economía sumergida e incremento de los índices de delincuencia que se elevaría hasta cifras ionosféricas en lo que respecta a la población joven.

La distopía afroamericana Una distopía sería “ una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”. Detroit, por ejemplo, sería un escenario distópico de naturaleza real (no ficticia) y el paradigma del mayor éxodo masivo de población sufrido por una ciudad moderna durante los los últimos 70 años, motivado por la conjunción de razones económicas (la corrupción generalizada de las autoridades municipales y el hecho de que los altos impuestos por vivir dentro del área metropolitana se reducían drásticamente en el extrarradio) y raciales. Detroit habría pasado de tener en el área metropolitana 1, 8 millones de habitantes en 1960 (90% de raza blanca) a 700.000 en 2012 (84% de raza afroamericana). Este movimiento migratorio centrífugo es conocido coloquialmente como white flight (vuelo blanco) ya que la mayoría de la población que emigraba a los extrarradios era de raza blanca y de clase media y alta, quedando la población de color confinada al este de la ciudad en una zona irónicamente denominada Paradise Valley (Valle paraíso).

Nos encontraríamos, pues, ante un escenario distópico, donde el 36% de la población viviría por debajo del umbral de la pobreza y con la tasa de delincuencia más alta de todo Estados Unidos, un escenario agravado por la lacerante falta de inversiones en los servicios públicos y la existencia de miles de solares y viviendas abandonados que deberán ser derruidos por el Ayuntamiento. Además, la drástica caída en la recaudación de impuestos obligará a recortar todavía más los programas de asistencia social, subir los impuestos y privatizar la mayoría de servicios públicos debido al déficit acumulado y al nivel de los bonos emitidos ya que no pueden imprimir dinero para financiar sus déficits como lo hace la nación, situación extrapolable a otras muchas ciudades de mayoría afroamericana; como la ciudad de Camden, en Nueva Jersey, segunda urbe con mayor tasa de criminalidad de Estados Unidos, tras verse abocada a despedir al 45% de sus fuerzas del orden, lo que se conjuga con tasas de paro estratosféricas (superiores al 15 %) y la drástica reducción de los programas de asistencia social para una población de facto subsidiada.

Obama y el reverendo Wright El reverendo Wright, en un sermón pronunciado en la parroquia de la United Church of Christ de Chicago, expresó la necesidad de una metanoia colectiva de la sociedad estadounidense “que transforme las guerras militares imperiales en guerras políticas internas contra el racismo y las injusticias de clase”, para lo que propuso una redistribución fundamental de la riqueza a través de la reasignación del presupuesto público. Citando el “regalo de la Administración de George W. Bush de 1.300 billones de dólares en exenciones de impuestos para los ricos”, replicó con una propuesta de financiación pública de asistencia médica universal y de reconstrucción del sistema educativo para ponerlo al servicio de los pobres.

Asimismo, en una conferencia pronunciada en la Universidad Howard (Washington) en 2006 afirmó: “Este país se fundó y está dirigido según un principio racista (…) Creemos en la superioridad blanca y en la inferioridad negra (…) más que en el propio Dios”, según un extracto publicado por The Wall Street Journal. Obama, hijo espiritual del reverendo Wright y deudor del título de su libro La audacia de la esperanza, se vio forzado a renegar de su paternidad ideológica y no dudó en desmarcarse de la influencia de su mentor religioso ante los ataques recibidos siendo todavía senador, pero en su libro Los sueños de mi padre habla sobre la actitud vital de la población afroamericana, marcada por el estigma generacional de “una segregación racial que ha caracterizado el devenir norteamericano”, herida sin cicatrizar que posiblemente vuelva a abrirse y estallar en el final de su segundo mandato.

El racismo policial Tras la muerte del adolescente afroamericano Trayvon Martin por el vigilante George Zimmerman (absuelto de los cargos de asesinato), el profesor de Estudios Culturales y Negros en la Universidad Duke, Mark Anthony Neal, afirmó:”Lo primero que aprendimos es que no hemos superado el asunto de la raza. En la elección de 2008 se tenía la esperanza de que haber elegido a Obama nos permitiría trascender las cuestiones de raza”, pero la deriva totalitaria sufrida por Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush provocó que en nombre de la sacro – santa seguridad del Estado se llegara en la práctica a anular el principio de inviolabilidad (habeas corpus) de las personas, instaurando de facto el principio de “presunción de culpabilidad” en lugar del primigenio de “presunción de inocencia”, lo que habría quedado como estigma imborrable en las fuerzas de seguridad y tendría su reflejo en la prepotencia, brutalidad y el desprecio racial que destilan muchas intervenciones policiales en las grandes ciudades (965 muertos por la Policía en 2015, de los que el 60% serían afroamericanos y latinos). Todos ellos son elementos constituyentes de la llamada “perfección negativa”, término empleado por el novelista Martín Amis para designar “la obscena justificación del uso de la crueldad extrema, masiva y premeditada por un supuesto Estado ideal”.

Así, tras la muerte de otro joven afroamericano, de 18 años, Mike Brown por disparos de un policía blanco en Ferguson (Missouri), la población afroamericana volvió a rememorar la década de los 60 y la lucha por las libertades civiles encabezada por el reverendo Martin Luther King, premio Nobel de la Paz: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.

Según el informador.com.mx, casi la totalidad de las nueve hermandades históricamente negras – conocidas como “Las Nueve Divinas” – nacieron del conflicto racial en el país y fueron fundadas en los campus universitarios cuando los estudiantes negros se enfrentaban a prejuicios raciales y a la exclusión. Así, según Gregory Parques, profesor asistente en la Escuela de Derecho de la Universidad Wake Forest y miembro de la fraternidad Alpha Phi Alpha, “hubo un momento en que las fraternidades negras estaban en la vanguardia de la lucha por los derechos civiles, pero esos días se han perdido en la memoria” pues la mayoría de sus dirigentes estarían sedados y adormecidos debido a las cuantiosas aportaciones que reciben de los fondos federales.

¿Una reedición de 1963? Sin embargo, la persistencia de la violencia policial contra la población afroamericana y la práctica impunidad de la Policía (cuyo penúltimo exponente sería la muerte de dos jóvenes afroamericanos en Luisiana y Minnesota) podría hacer oscilar en sus valores la otrora monolítica actitud de las fraternidades de permanecer al margen de las protestas violentas. Fraternidades negras han hecho ya un llamamiento a sus miembros para que se unan a las protestas contra las actuaciones policiales. Asimismo, no sería descartable una posterior reedición de los violentos disturbios raciales del verano de 1963 que podría hacer que en las áreas metropolitanas con altas tasas de población afroamericana (New Orleans, Washington, Saint Louis, Los Ángeles, Atlanta, Cleveland y Chicago) estallen disturbios callejeros donde se entremezclarán las demandas sociales con las de segregación racial, olvidando las enseñanzas de Martin Luther King: “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”. Esa violencia aplazaría sine die su sueño utópico de ver sentados en la misma mesa a los hijos de blancos y negros en las praderas de Georgia, su “tierra prometida”.

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