Los refugiados sirios llegan al rincón italiano de los Clooney

Suiza cierra sus fronteras y los inmigrantes se asientan en el elitista lago de Como

ABC, ÁNGEL GÓMEZ FUENTESRoma, 15-07-2016

El rincón predilecto de George Clooney y de otros célebres y poderosos personajes en el lago de Como (Italia) se convierte también en residencia improvisada y temporal de centenares de refugiados. Muchos son los personajes que tienen villas en ese paraíso de la naturaleza.

El divo de Hollywood compró Oleandra, una villa del siglo XVIII, por unos 7,5 millones de euros, en 2002. Está situada en Laglio, un pueblo de unos mil habitantes, que, a la sombra de Clooney, se convirtió en meta de turistas de medio mundo. Después, el actor adquirió la colindante Villa Margarita, para evitar que los más curiosos se acercaran hasta la puerta de su casa.

Allí ha invitado Clooney a sus amigos (Brad Pitt, Angelina Jolie, Bono, Matt Damon, Cindy Crawford, Anna Wintour) y pasa algunas temporadas con su esposa, la abogada Amal Alamuddin. Además de Clooney, allí encontraron refugio durante largas temporadasRichard Branson, Donatella Versace y Madonna.

Pero esta vez el lago de Como no está de actualidad por las estrellas que se acercan a sus villas, sino por la concentración de numerosos inmigrantes en la zona tras ser rechazados por Suiza, país en el que confiaban poder entrar clandestinamente.

Una buena parte de los inmigrantes que desembarcan en las costas sicilianas se dirige después hacia el norte de Italia, a menudo a Milán como etapa intermedia, con la intención de pasar después a otros países europeos. Uno de ellos es Suiza, que, no formando parte de la Unión Europea, firmó el acuerdo de Schengen que permite, dentro del espacio de los naciones que lo suscribieron, transitar de un país a otro sin control.
George Clooney compró la Villa Oleandra en 2002
George Clooney compró la Villa Oleandra en 2002- REUTERS

Pero Suiza, que se encuentra con especial presión de inmigrantes en la frontera con Italia, está rechazando la entrada de refugiados. Algunos de ellos, desesperados, siguen intentándolo por el peligroso camino de los Alpes suizos, que a veces realizan con guías.

La Policía de Suiza ha permitido la entrada de unos cien refugiados cada dos semanas, pero ahora la frontera se ha cerrado completamente. Muchos regresan a la ciudad de Como, a pocos kilómetros de la frontera, a la espera de encontrar mejor oportunidad.

El diácono Roberto Bernasconi, director de Cáritas de Como, subraya que están desbordados: «Estamos ayudando con ropa, alimentos y colocando duchas, pero no podemos ayudar a todos. Hemos superado la capacidad de acogida de nuestra diócesis, con más de dos mil inmigrantes, y ya no disponemos de sitio».

Los voluntarios que trabajan con los inmigrantes reconocen que es muy difícil explicarles que no pueden pasar la frontera para cumplir su sueño: llegar al norte de Europa para encontrar trabajo.

Muy pocos kilómetros separan las tiendas de campaña de las mansiones pobladas por rostros de Hollywood. A dos pasos están la pobreza y la riqueza, el lujo y la miseria, el poder y la desesperación. Son las contradicciones que encierra nuestro tiempo.

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