La barrera idiomática dispara los diagnósticos de psicosis en inmigrantes

Psiquiatras de Vall d'Hebron y el Mar atribuyen la anomalía a la difícil comunicación entre médicos y pacientes Las condiciones de vida de los extranjeros, la diferencia cultural y la falta de mediadores engrosan las cifras

El Periodico, Angeles Gallardo, 15-07-2016

Si ha llegado a Barcelona procedente de algún país del África subsahariana y apenas entiende cuatro frases del castellano y el catalán pero, por circunstancias nada extrañas en su situación vital, es trasladado al servicio de urgencias psiquiátricas de cualquier hospital, no será raro que el informe clínico que deje constancia de su visita médica indique que sufre psicosis. Ese grave diagnóstico psíquico es adjudicado 2,7 veces más a un inmigrante que desconozca el idioma español que a un individuo autóctono, una variación que los especialistas que atienden el servicio de psiquiatría del Hospital del Vall d’Hebron, que han estudiado el fenómeno, consideran un “desajuste o un error” causado no solo por el desconocimiento lingüístico sino por las abismales diferencias culturales que separan al médico del desorientado paciente.

“Probablemente, se está produciendo un sobrediagnóstico de psicosis en pacientes que no conocen el idioma y proceden de una cultura que aquí es extraña, pero no lo podemos saber con seguridad afirma Francisco Collazos, de Vall d’Hebron, que se define como psiquiatra transcultural. No tenemos medios ni personal con la sensibilización y formación adecuadas, preparados para identificar el estado psíquico de esas personas”.

LO COMPLEJO, EN POCOS MINUTOS

Un subsahariano que duerme en un local abandonado del Poblenou barcelonés y vive de lo que puede, difícilmente llegará al área de urgencias psiquiátricas de un hospital por propia decisión, por más hundido que se sienta. Suele llegar acompañado por agentes de la Guardia Urbana o por un par de vecinos del barrio que frecuenta, que han presenciado una escena de traza violenta protagonizada por un individuo fuera de sí que parecía dispuesto a romperlo todo.

Llegan a urgencias de psiquiatría conducidos por un guardia o un vecino que han presenciado una escena que creen violenta
Una vez en el hospital, un psiquiatra de guardia en urgencias intentará establecer un diagnóstico que no podrá apoyar en ningún análisis sanguíneo, placa radiológica o escáner: solo a través de la comunicación verbal y los gestos llegará a determinar los síntomas que pondrán título al grado de salud mental de aquella persona. “En unos minutos, tenemos que determinar si aquel paciente puede ir a casa o ha de quedar ingresado, y los datos de que disponemos son unas conductas que no comprendemos o la expresión de unas emociones cuyo sentido varía muchísimo entre la mentalidad occidental y la de otras regiones del mundo”, dice Collazos.

En esos momentos previos al diagnóstico, cuando la comunicación entre psiquiatra y paciente no es fluida, el uso de medidas coercitivas solicitar la presencia del guardia de seguridad o inyectarle un calmante se multiplica por cuatro. Muchos de esos diálogos imposibles acaban con el ingreso involuntario del paciente inmigrante, aseguran.

LOS ASÍATICOS, MUCHA ANSIEDAD

Cuando se trata de personas de origen asiático o de Europa del Este, el diagnóstico más frecuente es ansiedad. Se les adjudica siete veces más que a la población autóctona, indica Collazos que, de nuevo, da cuenta de unos hechos que los medios de que dispone su servicio no han permitido investigar. Entre los sudamericanos ocurre lo contrario, reciben muchos menos diagnósticos de psicosis que la población catalana, lo que tampoco parece tener una explicación médica lógica.

Estos datos han sido reunidos en los servicios de urgencias psiquiátricas del Vall d’Hebron y del Hospital del Mar, de Barcelona, que han analizado las historias clínicas de 400 pacientes extranjeros atendidos entre el 2007 y el 2015. Para analizar las variables demográficas de esas personas y los aspectos subjetivos en su relación con los psiquiatras, los investigadores tuvieron en cuenta el país de origen, el género, el dominio del español y el grado de confort que alcanzó el especialista durante la entrevista.

“Viven en permanente sensación de inseguridad, sufriendo microagresiones racistas”
“Que una persona que está aquí sin su familia, sin casa ni trabajo, que vive en permanente sensación de inseguridad y sufre constantes microagresiones racistas, muestre signos psicóticos en algún momento entra dentro de lo esperable. Soportan un estrés muy fuerte advierte el psiquiatra. Cualquiera de nosotros sufriría el mismo proceso si nos secuestrasen y pasásemos meses convencidos de que algo malo nos va a pasar, pero eso no significa que seamos psicóticos”. No todas las ideas mágicas son reflejo de psicosis, advierte.

La presencia de los mediadores culturales que se incorporaron a las áreas de urgencias y a las de psiquiatría de los hospitales catalanes hace un decenio es cada vez más escasa, concluye el especialista. El Vall d’Hebron puede recurrir a cuatro de ellos de China, Rumanía, Pakistán y Marruecos que acuden al hospital una o dos mañanas a la semana, con un ámbito de acción que incluye a todo el hospital. “No siempre están cuando se les necesita”, aseguran los psiquiatras.

Convencidos de que son su delirio
Como criterio psiquiátrico admitido de forma general, se considera que una persona sufre psicosis cuando ha perdido todo contacto con la realidad que le rodea, muestra ideas delirantes que no puede compartir con otros, no admite la crítica y actúa en consecuencia a la nueva idea que ha incorporado sobre sí mismo. Es frecuente la identificación psicótica con Dios y otros entes de categoría equivalente.
En algunas culturas africanas la creencia en espíritus forma parte de la normalidad, algo que en Occidente puede ser interpretado como un delirio psicótico, advierten los psiquiatras. Si una anciana española confesara a un especialista de Kenia que ha encomendado a la virgen María la salud de su hijo, ese sanitario también podría pensar que la mujer no está en la realidad, cuando se trata de una derivada cultural española.
La mayoría de los inmigrantes llegados a España proceden de países donde los recursos sanitarios dedicados a la salud mental son muy escasos, si existen. No tienen por costumbre acudir al psiquiatra. Para un subsahariano, lo más parecido a lo que aquí se entiende por una depresión sería una “tristeza larga” o una gran dificultad para disfrutar. “Un africano, te diría ‘es que pienso mucho’, y en realidad está deprimido", afirma el psiquiatra Francisco Collazos.
Las facultades de Medicina españolas, consideran los psiquiatras transculturales, deberían incorporar de forma general, para todas las especialidades médicas, el aspecto de la diversidad cultural de los usuarios a los que atenderán. El concepto de salud y curación aceptado en Europa difiere sustancialmente del vigente en China, India o Sudáfrica. "A los psiquiatras españoles se nos debería formar como médicos capacitados para discernir esas diferencias culturales ya que, de no hacerlo estamos en riesgo de ofrecer una asistencia de mala calidad”, agrega Collazos.

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