Un 15M negro y fundado por tres mujeres

El Mundo, PABLO PARDO WASHINGTON CORRESPONSAL, 13-07-2016

Marlon James es, casi por definición, lo que se supone que debería ser la antítesis de un activista afroamericano. En primer lugar, nació en Jamaica, y aún no tiene nacionalidad estadounidense. En segundo lugar, no es religioso. En tercer lugar, le gusta el hip hop, no el soul. En cuarto lugar, y acaso esto sea lo más significativo, es homosexual.

Todas esas características han significado exclusión dentro de la comunidad negra de EEUU. Pero el ganador del último Premio Booker por su novela Breve Historia de Siete Asesinatos (Malpaso) es parte del nuevo movimiento negro estadounidense. Un movimiento articulado en torno a un hashtag: #Blacklivesmatter (#lasvidasnegrasimportan).

¿Qué es Black Lives Matter? «Es una reacción contra el racismo estructural de la sociedad de EEUU. Porque muchos blancos dicen que no son racistas, pero sí lo son. Son racistas porque no se oponen a la violencia policial, a la discriminación económica, a la gentrificación [el proceso por medio del cual, a medida que sube el precio de la vivienda, las comunidades más pobres, que normalmente son minorías, tienen que mudarse a barrios más alejados del centro de las ciudades]», responde James, que vive en la ciudad de Minneapolis, justo donde la muerte a manos de la policía del afroamericano Philando Castile ha desencadenado la última crisis racial en EEUU. Suena a una especie de lista de la compra de agravios, pero James no lo ve así: «Todo eso forma parte del privilegio de ser blanco, y contra todo eso está la diáspora africana».

Pero este movimiento, que no tiene estructura, no es sólo sobre relaciones raciales. Es también una ruptura dentro del tradicional liderazgo afroamericano, controlado por hombres, vinculado a la religión (bien a las iglesias negras tradicionales o a cultos inventados ex profeso como la Nación del Islam), y muy conservador. Como dice el propio James, «si los republicanos fueran listos, tendrían a todos los negros votando por ellos, porque son la comunidad más conservadora de Estados Unidos».

El mejor ejemplo de esa actitud es el propio Martin Luther King, hoy elevado a los altares y con monumento propio en el Mall –el parque que conecta la Casa Blanca como el Capitolio–, que en la vida real era un pastor protestante que engañaba de forma sistemática a su esposa con sus feligresas (él decía que era «una manera de reducir la ansiedad» durante sus viajes) y que acabó provocando una fractura en su movimiento cuando impidió que Ella Baker ascendiera en él por el hecho de ser mujer.

Black Lives Matter, sin embargo, ha sido fundado por tres mujeres: Alicia Garza, Opal Tometi, y Patrisse Cullors. Sus fuentes de inspiración no son la Biblia, la Constitución de EEUU o textos religiosos inventados al estilo de la Nación del Islam, sino los Panteras Negras –un grupo terrorista negro de los setenta–, el Black Power, el Feminismo Negro, el Panafricanismo, el hip hop y Occupy Wall Street. O sea, una especie de 15-M más raza. De hecho, su retórica no resulta extraña al lector español: «Heteropatriarcado», «genocidio» o «violencia estructural» son mantras de este fenómeno.

Black Lives Matter ha copado la atención política en EEUU en los últimos años. James es uno de sus estandartes, aunque, por ser escritor, su popularidad no llega ni de lejos a la del cantante de hip hop Kendrick Lamar. Otros que han abrazado el movimiento, aunque en su caso queda por ver dónde empieza el compromiso y dónde acaba el oportunismo, son la cantante Beyoncé y la tenista Serena Williams.

El Partido Demócrata, que necesita el voto de las minorías, lo ha abrazado, aunque con reticencias. «La idea que subyace a #Blacklivesmatter es que hay una persecución sistemática contra los negros en EEUU», explica un ex asesor de, precisamente, el primer presidente de raza negra de la Historia de ese país, Barack Obama, que prefiere no dar su nombre. Porque, en Estados Unidos, cuestionar este movimiento implica ser tachado de racista de forma automática. Acaso ése sea el gran éxito de Black Lives Matter.

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