Obama acude a Dallas para aliviar la herida racial

El presidente aterriza en la ciudad en la que el jueves pasado fueron asesinado cinco policías

El País, Pablo Ximénez de Sandoval , 12-07-2016

Barack Obama termina su presidencia convertido en sanador en jefe tras las matanzas. Este martes aterrizó en Dallas (Texas) para llevar a cabo una tarea que se ha colado como habitual en la agenda de la presidencia. En la ciudad donde cinco policías fueron asesinados el jueves, pronunció un nuevo discurso de unidad tras un nuevo tiroteo, ejecutado por un nuevo asesino siniestro pero sin problemas con la justicia, con armas de asalto a su disposición y una razón para odiar.

“Estoy aquí para insistir en que no estamos tan divididos como parece. Estoy aquí para decir que debemos rechazar esa desesperación”, dijo Obama en un discurso de casi media hora en el que mencionó tanto a los agentes fallecidos como a los dos negros muertos la misma semana pasada a manos de policías, motivo de protestas como la de Dallas el jueves en la que se produjo la última matanza.

La primera reacción de Obama al suceso había sido calificarlo de “horrible, premeditado y despreciable ataque a las fuerzas de seguridad”. Un joven negro había provocado la mayor matanza de policías, cinco, desde el 11 de septiembre. Era la segunda vez en dos días que tenía que hablar sobre la violencia en su país, después de las muertes a tiros de dos hombres negros a manos de agentes de policía, Alton Sterling y Philando Castile.

Obama asistió en Dallas a una ceremonia en homenaje de los policías en la que también participó su predecesor, George W. Bush, que reside en la ciudad.

La matanza se produjo en medio de una manifestación del movimiento Black Lives Matter (las vidas negras importan) en protesta por las muertes de Sterling y Castile. Cuando se supo que el asesino pretendía matar blancos y su odio era de origen racial, el país contuvo la respiración preguntándose si estaba asistiendo al principio de algo muy inquietante.

Cinco días después, al menos Dallas se ha abrazado a sí misma con masivas muestras de solidaridad con la policía y llamamientos a la comprensión mutua. La ciudad, traumatizada por lo sucedido y de nuevo víctima de cierto estigma que la persigue desde el asesinato del presidente Kennedy, organizó un homenaje solo 12 horas después de la matanza. Miles de personas se congregaron en un parque de la ciudad para escuchar a líderes de distintas religiones y al jefe de policía, David Brown, pedir a la sociedad empatía con los agentes. Servicios religiosos por toda la ciudad el domingo sirvieron para el duelo.

El lunes, la ciudad organizó otro acto masivo al que acudieron miles de ciudadanos en la plaza del Ayuntamiento para recordar a los muertos. En estos días, el jefe Brown, negro de Texas, cuyo hijo mató a un policía y murió a manos de la policía, se ha convertido en una voz de autoridad y sentido común. Brown tenía previsto hablar en el acto de ayer.

Hace un año, en julio de 2015, Obama decidió cantar el himno góspel Amazing grace en el homenaje a nueve personas negras asesinadas por un blanco en un crimen racista en una iglesia de Charleston (Carolina del Sur). La idea central de su sermón fue que los caminos del Señor son inescrutables y que, quizá, el horror de Charleston serviría para poner al fin sobre la mesa un debate franco y constructivo sobre asuntos como las armas y el racismo en Estados Unidos.

Un año después, el funeral interreligioso en Dallas comenzó con un coro cantando ese mismo himno para unas familias destrozadas. Dallas ha demostrado el largo camino que queda por recorrer, si es que se ha empezado.

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