El símbolo de un país dividido por la tragedia
David Brown, jefe de la policía de Dallas, perdió a su hijo en un tiroteo con agentes
El Mundo, , 10-07-2016«No hay palabras para describir la
atrocidad que ha ocurrido en nuestra
ciudad. Todo lo que sé es esto:
la división entre nuestra policía y
nuestros ciudadanos tiene que acabar
», decía el jefe de policía de Dallas
(Texas), David Brown, mientras
la ciudad lloraba la muerte de
cinco agentes en una emboscada
de un francotirador durante una
marcha pacífica, organizada por el
movimiento Black Lives
Matter.
Visiblemente afectado
durante la vigilia por los
policías fallecidos en la
plaza de Thanks Giving
(Acción de Gracias) y en
las comparecencias para
informar a los medios de
la investigación, Brown resaltó
la heroicidad de los
agentes y recordó al mundo:
«No vamos a dejar que
un cobarde, que lanza una
emboscada contra nuestros
agentes, cambie nuestra
democracia». También
pidió a los residentes que
apoyasen a la policía, después
de reconocer: «No
sentimos apoyo en muchas
ocasiones». No fue
así este viernes, cuando
los ciudadanos hicieron
cola para abrazar a los
agentes y darles el pésame
por la muerte de sus cinco
compañeros.
Posiblemente, el jueves
7 de julio quedará en la
memoria de Brown como
el día más desgarrador de
su carrera. Pero no el único.
Con más de 30 años de
experiencia, el jefe de policía
de Dallas ha crecido
rodeado de tragedias. En
2010, siete semanas después
de ponerse al frente del departamento
de Dallas, Brown tuvo
que enfrentarse a un drama personal.
Su hijo de 27 años murió en
una confrontación con la policía de
la localidad vecina de Lancaster,
después de disparar y matar a un
civil y un agente. La novia de su hijo
había alertado antes que «tenía
un brote psicótico», según informa
la cadena CNN.
En una emotiva carta a su equipo,
el veterano policía afroamericano
–nacido y criado en Dallas– explicaba
que lo ocurrido con su hijo
«dolía tan profundamente que no
podía expresar adecuadamente la
tristeza que sentía en su corazón».
Brown explicó que se había reunido
con los familiares de las dos víctimas.
Les pidió perdón por el crimen
de su hijo y trató de reconfortarles.
Antes, Brown había sufrido la
pérdida de su compañero en la
academia y en la policía, Walter
Williams, que murió en acto de servicio
en 1988. «Era mi mejor amigo
», señaló en un vídeo de homenaje
años más tarde. En 1991, su
hermano menor murió en Arizona
a manos de traficantes de drogas.
Estos hechos probablemente
han incidido, primero, en su trabajo
como policía y, después, en la
forma de dirigir el cuerpo de Dallas.
Brown es el máximo responsable
de un departamento integrado
por 4.000 empleados que atienden
unas 600.000 llamadas al año.
También ha marcado su carácter a
la hora de enfrentarse a la tragedia
vivida esta semana. Sus intervenciones
ante las cámaras, para actualizar
la información sobre la investigación,
le han convertido en
uno de los símbolos de la fortaleza
de la ciudad. En las comparecencias,
con tono sosegado, subrayaba
la necesidad de estar unidos.
En su mensaje a los vecinos de
la ciudad, Brown insiste en el «tremendo
valor» de las relaciones entre
los policías y la comunidad a la
que sirven. «Creemos que la misión
del departamento de policía
de Dallas es proteger y servir al público
», decía este graduado del FBI
con un máster en Administración
de Empresas.
Antes de que estallase la fractura
entre ciudadanía y policía en
2014, tras la muerte de Eric Garner
en Staten Island (Nueva York) y
Michael Brown en Ferguson
(Missouri), la policía de Dallas se
entrenaba en técnicas para reducir
la escalada de violencia y promocionaba
la interacción entre residentes
y agentes, según reconocía
el alcalde de Dallas, Mike Rawling.
«Somos una de las primeras ciudades
en policía comunitaria. Este
año hemos tenido la tasa más baja
de tiroteos con oficiales involucrados
entre las grandes ciudades»,
resaltaba Rawling durante una de
sus comparecencias ante la prensa
acompañado de Brown.
Según la página web del departamento,
donde información detallada
de los altercados entre policía
y ciudadanos, en 2015 se produjeron
15 casos en los que agentes se
vieron envueltos; en cinco de ellos,
hubo una víctima mortal. En 2014,
la cifras fueron de 17 casos y nueve muertos.
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