Religiones putrefactas

Diario de Noticias, Por Ilia Galán, 08-07-2016

Basta contemplar cómo el planeta se llena, de una a otra orilla, de un mar de sangre y cómo la infección de los tiburones del espíritu ataca a sus propios hermanos en la fe para descubrir que hay una forma de islam corrupta y venenosa, que provoca necrosis espiritual y social. El problema no es ajeno, aunque ataquen en Asia, en Arabia o en América, pues nos ha de volver a golpear el puño descarnado y hediondo de un pensar tuerto, si no ciego, de ira hacia lo ajeno, como concebido por demonios. “Por sus hechos los conoceréis”, decía el profeta nazareno, según los musulmanes; el Mesías, hijo de Dios, según los cristianos, aquel judío fascinante que predicaba paz y amor. Entre quienes defendían sus ideas y decían ser sus amantes también aparecieron en el pasado violentos diablos vestidos de sacerdotes o monjes que llevaron a la religión católica oficial a oficiar crímenes horrendos, a través de la Inquisición o de otras maneras, en tiempos más oscuros todavía que los nuestros. Se justificaban con razones teológicas o de estado… La razón sola es dúctil y ramera de la voluntad o los deseos y por eso quien bien quiera pensar ha de amar y concebir también con el corazón lo otro, lo ajeno, lo que le cuestiona. Si no, uno se lanza al abismo de lógicas perversas, a imposiciones funestas. El cristianismo, como todas las creencias que a lo largo del tiempo se mantienen, sufrió deformaciones y necrosis, gangrenas y virus, pero fueron superadas y no todos participaron de esas zonas tumefactas del cuerpo oficial de la Iglesia. La gente necesita creer, ya lo descubrieron los comunistas rumanos: mejor bajo una iglesia controlada que dispersos en mil locuras. “Podemos” disminuir o eliminar las asignaturas de religión de nuestras aulas, como ya han empezado a hacer en algunas regiones donde los anticlericales gobiernan, pero así se acrecentará la indeterminación y más jóvenes buscarán sin rumbo sectas o tal vez las filas radicales de una fe sin conciencia, como lo muestran ciertos conversos al islam: doscientos españoles ya han ido a combatir a Siria extendiendo el horror, aprovechándose de esclavas sexuales y prodigando la tiranía de la mente y de los cuerpos. España tendría que retirar el pasaporte a quienes tengan otro, encerrar a quienes no se les pueda echar. Israel, por desgracia va a ser nuestro modelo. La inmigración ha traído a nuestra casa miles de terroristas; la izquierda buenistoide y una derecha flácida han invitado a convivir en nuestras poblaciones los virus de nuestra destrucción. Ojalá podamos frenar cuanto antes este nuevo azote de la humanidad. Estamos en guerra.

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