El premier David Cameron reconoció ayer su preocupación ante la hostilidad creciente hacia la comunidad polaca en el Reino Unido. Un informe policial ha revelado un aumento de un 54% en los incidentes de racismo y «delitos de odio» contra extranjeros y minorías desde el jueves pasado. Cameron informó de que ha hablado telefónicamente con la primera ministra polaca, Beata Szydlo, para prometerle que se hará «todo lo posible para proteger a los ciudadanos polacos en nuestro país».

«Dejamos la UE: no más alimañas polacas». Así seleía en uno de los carteles que aparecieron pegados junto al centro comunitario de Huntingdon, cerca de Cambridge, al poco de conocerse el resultado del referéndum de la UE.

Los episodios de racismo, dirigido sobre todo contra los polacos –nacionalidad con más inmigrantes en el Reino Unido, en torno a los 800.000– se han multiplicado por toda la geografía británica en los últimos días. «Hemos ganado, ¡mandadlos de vuelta!», podía leerse en una pintada aparecida en Romford, la capital del Brexit, al este de Londres. En Newcastle, el pasado sábado un grupo de ultras del Frente Nacional se paseó por la ciudad con pancartas donde podía leerse: «¡Parad la inmigración! ¡Empezad las repatriaciones!».

El hostigamiento y los mensajes de odio hacia la comunidad polaca han sido tales que el embajador Witold Sobkow ha pedido audiencia en el Foreign Office para expresar su preocupación.

«Estoy seguro de que los políticos británicos, que son nuestros amigos, se unirán a nosotros a la hora de condenar estos incidentes y tomar las medidas oportunas», declaró Sobkow.

La diputada laborista Jess Philips presenterá el lunes una interpelación para recopilar incidentes de racismo y xenofobia y comprobar si efectivamente se ha producido un aumento de incidentes desde la victoria del Brexit.

La conservadora Sayeeda Warsi, fugada en la última semana de las filas del Brexit, ha apuntado su dedo acusador hacia el cabecilla de VoteLeave, Boris Johnson, y el líder nacionalista del Ukip, Nigel Farage, «por sus mensajes antiinmigración, que han contribuido a crear una situación explosiva en nuestras calles».

En otro incidente reciente, la sede de la Asociación Social y Cultural Polaca (POSK) en el barrio londinense de Hammersmith amaneció con grafitis y pintadas racistas que fueron borradas casi instantáneamente por la policía.

«Ha sido un delito imperdonable a indescriptible», escribió en su cuenta de Twitter el diputado conservador Greg Hands, que prefirió no revelar el mensaje de las pintadas, posiblemente perpetradas por grupos de ultraderecha.

En la localidad de Gloucester, el inmigrante polaco Max Fras describió así a The Guardian la escena vivida con su hijo a la entrada de un supermercado de la cadena Tesco: «Un hombre que esperaba en la cola para pagar gritó a todos los demás: ‘Esto es Inglaterra ahora. Los extranjeros tienen 48 horas para marcharse’».