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“Al principio se adaptan bien pero al mes sufren síntomas postraumáticos”

Se cumple un mes desde la llegada del primer grupo de refugiados a GipuzkoaDos mujeres y un hombre acogidos el año pasado en Bizkaia acaban de hallar su primer trabajo en “un tiempo récord”

Diario de noticias de Gipuzkoa, Mikel Mujika Javi Colmenero, 24-06-2016

donostia – Ha pasado ya un mes desde la llegada del primer grupo de refugiados a Gipuzkoa y comienzan a aflorar los primeros síntomas postraumáticos en aquellos que han vivido peores experiencias. Es un proceso “lógico”, aseguran desde Cruz Roja, después de unas primeras semanas de papeleo y adecuación en las que hacen vida en pisos de acogida, asistidos por educadores sociales que les acompañan a la compra y les dan apoyo durante varias horas al día en las labores más básicas.

“Salvo que hayan vivido de muy cerca la guerra, la mayoría se integran y se adaptan bien al principio, pero al mes o mes y medio empiezan a experimentar síntomas postraumáticos” que hay que tratar de la mano de psicólogos, afirma la responsable del programa de acogida de Cruz Roja en la CAV, Jessica Manzano. La supervisión es permanente en esta primera etapa y la atención psicológica es una de las principales preocupaciones.

Para ello, afirma Manzano, se cuenta con un equipo multidisciplinar con profesionales de Osakidetza y psiquiatras de la unidad de control mental de la Diputación. El control es permanente porque “son personas que llevan tiempo guardándoselo todo dentro, sin expresar sus sentimientos, y eso empieza a aflorar ahora”, apunta.

“Tenemos una persona que estaba hablando por teléfono con su mujer, que está en Ucrania, y se cortó la comunicación porque estaba escuchando disparos, dijo. Él no podía contactar y le dio un ataque de ansiedad. Al final era que ella se había quedado sin batería, pero vives una situación así y en el momento te quieres morir”, afirma Manzano. Este es un ejemplo real de cómo los miedos por las experiencias vividas marcan el día a día de estas personas.

Por lo demás, cosas tan sencillas como hacer la compra en un supermercado o racionalizar el consumo de agua y la luz, cuyo uso conlleva el pago de una factura, son novedades para algunos de los refugiados. Los hay de todos los perfiles y algunos tienen una base sólida para adaptarse a la rutina en Euskadi, pero otros ni siquiera están familiarizados con un interruptor “ni saben en el supermercado que la marca blanca es más barata y es el mismo producto”.

Jessica Manzano explica que, en una primera fase que dura seis meses, los refugiados “llegan a nuestros pisos de acogida y la primera semana tratan de realizar la documentación en la Policía y presentar la solicitud de asilo. En una semana lo tienen. Entonces con esa tarjeta les vamos a empadronar y se solicita la tarjeta sanitaria, aunque si muestran signos de alguna dolencia se les lleva a Urgencias sin problema”, aclara.

También están recibiendo ya las primeras nociones de castellano y/o euskera, “en función de su lugar de destino”, aunque “aún es muy pronto y apenas se quedan con unas pocas palabras. Están en fase de ir conociendo lo básico y los servicios municipales”, añade Manzano.

“¿cuándo empiezo a trabajar?” Otro de los aspectos destacados es “las ganas” de integrarse de la mayoría. “Algunos desde el primer día ya demandan cosas, quieren formación y preguntan cuándo van a a empezar a trabajar, que es una manera de integración social”. “Te puedo decir que si no es el 100%, el 99% asegura que quiere trabajar, pero hasta pasados seis meses no pueden lograr la tarjeta de trabajo”, explica la responsable del programa de acogida.

En esa segunda fase de autonomía, fuera de los pisos de acogida y con tarjeta de trabajo, se encuentran ahora mismo tres personas refugiadas en Bizkaia y que acaban de encontrar su primera ocupación. Se trata de “dos mujeres y un hombre”. “Él lleva un año y medio en Euskadi y ellas harán un año en julio”, asegura Manzano. “Un tiempo récord”, dice la responsable de Cruz Roja.

“Las chicas van a tener un contrato de media jornada en hostelería. Cada una es madre de una familia y no les da para mantenerla, pero el ministerio completa el resto con sus ayudas”, añade.

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