«Espero que Dios nunca os haga ver tanto horror»
Los once primeros sirios acogidos en Valencia pasan sus primeras 24 horas en la ciudad tras meses de espera en el país heleno Mohamed M., refugiado en el centro de acogida de Mislata
Las Provincias, , 24-06-2016No habían pasado ni 24 horas desde que los primeros once refugiados sirios pisaban territorio valenciano después de un largo trayecto desde Grecia, donde permanecieron hasta el miércoles. Pero ni el cansancio, que era mucho, ni el ramadán, con su tradicional recogimiento, ni el dolor, impidieron que cuatro de los once sirios, ahora residentes en el centro de acogida de refugiados de Mislata, sacaran fuerzas para contar a duras penas su historia a la que sólo pudieron referirse y describir con un sincero deseo: «espero que Dios nunca os haga ver tanto horror».
Esas palabras precisas eran de Mohamed M., un joven de 25 años que en 2014 huyó de la guerra de Siria, donde perdió la mano derecha y parte de la movilidad de la pierna, también derecha, en un bombardeo. Con una muleta y una pequeña maleta, casi sin equipaje, llegó al centro de acogida de Mislata sobre las ocho horas de la tarde del pasado miércoles tras haber estado esperando ese momento durante los cuatro meses que estuvo en uno de los campos de refugiados de Grecia. «Espero que en España pueda volver a andar», señalaba. Junto a él, en el autobús con el que trabajadores del centro de acogida se dirigieron a Madrid para recoger a los refugiados, llegaron también otros diez sirios: un matrimonio con seis hijos, dos jóvenes de 25 años y uno de 20. Casi ninguno expresaba sus necesidades, contaron ayer desde el centro de acogida, pero todos coincidieron en formular una misma pregunta al llegar: «¿Hay wifi?».
Y es que detrás dejaron todos a su familia más cercana, sobre todo los tres jóvenes sirios, que escaparon de su país solos. En el caso de Mohamed, trabajador en la plancha y pintura de coches, pudo huir mientras sus padres y tres hermanos siguen viviendo los horrores del conflicto bélico sirio.
Otro tanto cuenta Hussam R., un trabajador de tan sólo veinte años en una fábrica de aires acondicionados, que logró escapar de su país, cuando hacía el servicio militar, dejando atrás a sus padres y dos hermanos con los que desearía encontrarse aquí. «No se puede estar viviendo ya allí. Aquí, que estoy sólo un día, de momento solo me planteo aprender el idioma».
Ashraf B. es el tercero de los jóvenes refugiados en Mislata, a sus 25 años y hablando o defendiéndose en cuatro idiomas distintos – árabe, turco, francés e inglés – estudiaba en la universidad una carrera de «energías renovables, sobre todo energía solar» antes de estallar la guerra. Escapó del horror y pasó «100 días en Grecia», donde los primeros momentos «fueron muy malos y estuvimos en una mala situación, luego mejor», cuenta. Ahora, su deseo es, más que venga su familia a Valencia, «que acabe la guerra y verlos en Siria. Yo quiero estar en mi país», revelaba.
Por su parte, Jarkas A., de 41 años y padre de familia de seis hijos menores de edad, es el cuarto refugiado en Mislata que habló con LAS PROVINCIAS para contar cómo huyó de su país. Lo hizo sin separarse de su mujer y sus seis hijos, que también están en Valencia; aunque sí de sus hermanos que hoy residen en Alemania. «Estamos muy contentos aquí, la gente es muy social y no rechazan a los refugiados», cuenta. Jarkas y su familia huyeron hace cinco meses de Siria y solo estuvieron nueve días en Grecia. «Tuvimos miedo al cruzar la frontera a Turquía. Y de Turquía a Grecia fuimos en un bote, que yo llevé con 42 personas. A mí y a mi familia nos costó 3.000 euros, el trabajo de 10 años».
Ahora, instalados ya en Valencia y después de unos días de descanso y recuperación, iniciarán el próximo lunes los primeros trámites burocráticos y revisiones médicas tras haber vivido el horror de la guerra.
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