Guerra civil en las filas del ‘Brexit’

Farage se convierte en la ‘bestia negra’ de la campaña por el ‘no’ a Europa que protagoniza

El Mundo, CARLOS FRESNEDA LONDRES CORRESPONSAL, 22-06-2016

Quien ríe el último, ríe mejor, y Nigel Farage se prodiga a risotadas a su paso por Clacton, donde los jubilados británicos han encontrado su versión local de la Costa del Sol. Quien no ríe a estas alturas es Boris Johnson, cabreadísimo por haber perdido el protagonismo final de Brexit, la película, cuando ya se veía cortando la cinta en el estreno.

La cosigna era silenciar a Farage: relegar a segundo plano al controvertido líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip), que despierta pasiones entre los suyos pero levanta ampollas en la mayoría de los británicos. Contra viento y marea, el objetivo se había cumplido y la campaña bipolar del Brexit entraba en la recta final con insospechadas muestras de fraternidad…

Pero Farage rompió la baraja con su cartel antiinmigración, 90 minutos antes del asesinato de la diputada Jo Cox, y el Breaking Point del poster se convirtió más bien en el Turning Point, o el punto de inflexión. La campaña del Brexit inició su cuesta abajo, y el autobús futurista de Boris Johnson se quedó en la cuneta, adelantado en plena caída por el autobús para turistas y sin techo de Farage…

«¡Se acerca el día de nuestra propia independencia!», proclama Farage por el altavoz ante la parroquia costera del Ukip. «Se acerca el día en que retomaremos el control de nuestras fronteras, el control de nuestras leyes, y el control de nuestros hospitales y nuestras escuelas, desbordados como están por la inmigración». Hasta Clacton ha venido Farage a presentar uno de sus polémicos carteles, denunciando que una de cada cuatro escuelas británicas está al límite de su capacidad. Al líder del Ukip le persigue el fantasma del otro póster, el del Breaking Poing, con la cola de refugiados en Eslovenia, comparado con la propaganda nazi…

Boris Johnson ha reconocido que el cartel le hizo «profundamente infeliz», como si supiera que en ese momento iban a cambiar las tornas. El ex alcalde de Londres ha acusado a Farage del «tono xenófobo» de su campaña y ha marcado claramente las distancias, aunque los dos estén en el mismo bote.

Johnson es efectivamente el cabecilla de la campaña oficial Vote Leave. Farage ha recorrido el país con las filas de Leave.eu, la campaña oficiosa auspiciada por el millonario Arron Banks. Más que sellar una tregua, los dos llevan toda la campaña procurando evitarse. Pero el choque final ha sido estrepitoso.

Cualquiera diría que Johnson ha perdido el hilo del discurso. El domingo celebró un mitin secreto en Londres en el que prometió una amnistía a los inmigrantes ilegales. Su actitud elusiva con los medios que no sean descaradamente eurocéptico le ha terminado pasando factura. Al final, todos los reflectores acaban apuntando a Farage, la auténtica bestia negra del Brexit.

El controvertido líder del Ukip ha sido al final el único líder que se ha dignado a bajar realmente del autobús y a foguearse en el cuerpo a cuerpo con los votantes. «Te puede o no gustar Nigel porque es muy directo», admite Jeffrey Bray, concejal del Ukip en Clacton, veraneante asiduo en Mallorca. «Pero al final es el único que se pone realmente a la altura de la gente de común».

Le preguntan a Farage por David Beckham, el último fichaje de la permanencia, y sobre la marcha contesta: «Era de esperar: todos los ricos quieren que nos quedemos en la UE, para seguir engordando sus billeteras, mientras los británicos siguen pagando la factura diaria que nos envía Bruselas».

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