La campaña del referendo británico de la Unión Europea se reanudó ayer, tras la tregua por el asesinato de la diputada laborista Jo Cox, con un freno en las encuestas del ascenso de los partidarios del brexit. No obstante, el ligero repute de los partidarios de quedarse pronostica un resultado muy reñido.

PUBLICIDAD
En un sondeo hecho entre el viernes y el sábado y publicado ayer en el diario conservador The Mail on Sunday, un 45 % se muestra a favor de seguir en la UE, frente al 42 % que es partidario de irse. Además, otros dos sondeos del instituto YouGov (44 %-43 %) revelan como el cambio en la tendencia respecto a las encuestas anteriores se produjo a mediados de la semana, cuando cayó la libra esterlina y se multiplicaron los mensajes sobre subida de impuesto y del paro.

El cambio más claro se percibe en la consulta de The Herald, hecha antes del crimen, donde un 46 % es partidario de la permanencia y un 43 % defiende el brexit, que los expertos asocian al aumento de la preocupación de los votantes ante las negativas consecuencias económicas.

El cambio de Boris
Tras varios días de reflexión, donde se alabó la figura de Cox, ayer el exalcalde Boris Johnson, uno de los líderes del brexit, sorprendió en un acto en Londres con un cambio en su retórica sobre los inmigrantes. Así, anunció amnistía para los que llegaron al país de manera ilegal hace más de 12 años. Un cambio que puede parecer insignificante y sin demasiada trascendencia, pero que provocó el abucheo y gritos de no muchos de sus seguidores. Johnson repitió una vez más el eslogan «recuperar el control», pero se distanció del líder del eurófobo UKIP, Nigel Farage.

De hecho, la reanudación de la campaña estuvo acaparada por las críticas al cartel presentado por Farage el mismo día que fue asesinada Cox, en el que aparece la imagen de una larga fila de refugiados tomada en Eslovaquia bajo el lema Breaking point (punto de ruptura). Para el ministro de Economía y defensor de seguir en la UE, George Osborne, es «repugnante y vil». Reconoció que las preocupaciones sobre la inmigración son perfectamente legítimas en toda democracia occidental, pero no ayuda echar más leña con «afirmaciones sin fundamento sobre que millones de personas van a entrar en el país desde Turquía, o que los cadáveres van a llenar las playas de Kent».

En la misma línea, el ministro de Justicia y partidario del brexit, Michael Gove, reconoció que se «estremeció» con el mencionado cartel. Farage trató de defenderse, diciendo que era «la verdad» y como representa a «una parte de una UE que no está funcionando». De hecho, en varias entrevistas, el eurófobo defendió como la imagen era «resultado directo» de la decisión de Angela Merkel de abrir las puertas de su país a los refugiados sirios, calificándolo como «uno de los mayores fracasos políticos de los tiempos modernos».

En plena cuenta atrás para la cita del 23 de junio, el que tuvo claro a quien tiene que llamar a las urnas fue David Cameron. A los indecisos, que las encuestas sitúan en más de un 10 %. En un artículo en el diario conservador Sunday Telegraph, el tory pidió a la ciudadanía que «si no está al 100 % convencido, solo hay un lugar para poner su cruz. Si usted no sabe, no se vaya. Vote permanecer el 23 de junio». Otras figuras políticas del país como Tony Blair y el liberaldemócrata Nick Clegg firmaron una carta abierta en The Observer, en la que instan a rechazar la «división» y respaldar la opción de la permanencia.