«Dios está poniendo a prueba nuestra fe y nuestra capacidad de acoger a refugiados»

Encargado de gestionar el drama de miles de personas, Monseñor explica la situación en Irak desde una perspectiva eclesial

El Correo, javier guillenea, 13-06-2016

El papa Francisco lo nombró en agosto de 2015 nuncio apostólico de Jordania e Irak, donde se enfrenta a la difícil tarea de gestionar el drama de miles de personas, cristianos y no cristianos, que se han visto obligados a escapar de la barbarie. Monseñor Alberto Ortega, madrileño de 53 años, es también arzobispo de Midila. El pasado lunes explicó la situación de Irak desde una perspectiva eclesial en una conferencia pronunciada en San Sebastián.

¿Qué pasó el 6 de agosto de 2014?

En esos días es cuando llegaron los del llamado Estado Islámico a la zona de Mosul, la llanura de Nínive. Es cuando dieron a los cristianos un ultimátum.

¿Qué les dijeron?

Que tenían tres opciones: convertirse al Islam, pagar un impuesto para ser tolerados o irse. Lo que ha sido muy conmovedor es que todos se fueron, no sabemos de nadie que se haya convertido al Islam para mantener su casa y su trabajo.

Fue de la noche a la mañana, ¿no?

Pudieron coger muy poquito y luego a muchos de ellos ese poco se lo fueron quitando en los controles que había en el camino. Fue un drama muy grande.

Se habla de 120.000 cristianos que huyeron de sus casas.

Sí, mas o menos.Casi todos han ido a Kurdistán, que está cerca y donde han encontrado refugio, sobre todo en Erbil, en la capital del Kurdistán, en un barrio que se llama Ankawa. Alguno se volvió a Bagdad o a Jordania. Entre tanto, como han pasado casi dos años, algunos de ellos han emigrado y esto es una pena porque es importantísimo que los cristianos se queden allí.

¿Y los que no pudieron huir?

Sabemos poco de ellos. Suponemos que estarán en una situación muy difícil.

«Dramática disminución» de la Iglesia

¿Queda Iglesia en Irak?

Sí queda, lo que pasa es que ha habido una disminución dramática en los últimos años. Se calcula que antes de 2003, que fue cuando la invasión de la coalición para derrocar a Sadam Hussein, había un millón y medio de cristianos. Ahora se habla de entre 300.000 y 400.000. Es una pérdida muy grande y no solo para la Iglesia sino también para la sociedad.

¿Cuál es el papel de los cristianos en esa sociedad?

Son un factor de estabilidad y de unidad. Su contribución a la configuración de un Oriente Medio como un lugar donde conviven en armonía grupos de diversas religiones es preciosa.

¿Hay zonas de Irak donde ya no quedan cristianos?

En la zona de Mosul, donde durante siglos se ha celebrado la Misa, ahora ya no se hace. En la llanura del Nínive apenas quedan cristianos. En algún pueblecillo que ya han liberado a lo mejor hay alguno pero son zonas que por desgracia se han despoblado.

«Una cosa es leer los informes y ver las noticias y otra verlo allí», asegura monseñor Ortega. «Cuando ves a toda una familia en una habitación, a un lado los colchones que a la noche ponen en el suelo para dormir, con las fotos de los santos en la pared, y eso es lo único que hay en la casa, uno no puede no conmoverse».

- Usted llegó a Bagdad en noviembre de 2015.
La ciudad está muy mal. Hay miedo, muros por todas partes, todo está lleno de controles de seguridad, pero al mismo tiempo también ves cosas positivas, ves que en ese desierto hay flores preciosas de amor, solidaridad, ilusión y esperanza.



- ¿Les llega la ayuda que se les envía desde Europa?
Yo conozco más lo que llega a través de la Iglesia a los refugiados cristianos y no cristianos, y les ayuda muchísimo, no tanto para salvar vidas sino para que tengan más calidad de vida. Cuando aparecieron de un día para otro estaban en las iglesias, en parques públicos, en casas abandonadas y ahora casi todos, y son muchísimos, tienen un techo. A lo mejor es un prefabricado tipo contenedor, pero es un techo.La Iglesia ha alquilado muchas casas para ellos, son casas de una familia donde viven dos o tres familias, pero por lo menos es un techo, y eso es posible con la generosidad de toda la Iglesia.



- ¿Es importante que no se sientan olvidados?
Yo les digo siempre ‘no estáis solos’. Es muy importante para ellos que no se sientan abandonados.En el caso de los cristianos, que han hecho tantos sacrificios por la Iglesia, tienen que sentirse reconocidos y sostenidos por sus hermanos en la fe.



- Y sin embargo, cuando llaman a la puerta de nuestra casa nos sentimos incómodos.
Son nuestros hermanos, que tienen necesidad y piden ayuda, pero también es importante que descubramos que ese otro es un gran bien para mí. Los vemos como a gente que no tiene nada pero hace poco eran como nosotros, tenían su casa, su trabajo, y lo han perdido todo. Nos podría pasar a todos.


¿Ha habido cristianos martirizados?


No demasiados pero sí ha habido gente que ha dado la vida por mantener su fe. Hay mártires y lo que hay son muchos de los que llamamos confesores de la fe, verdaderos testigos de la fe.


Disculpe mi ignorancia.


Es gente que por mantener su fe y afirmar a su señor Jesús lo ha perdido todo de un día para otro. Los podemos mirar para aprender de ellos. Dan un testimonio precioso de lo que es la belleza del cristianismo, por el que vale la pena dar todo.


¿Debemos mirar a Irak para entender lo que es el Cristianismo?


Nos ayuda ver lo que es el poder de la fe y cómo el Señor es aquel por el que vale la pena dar todo de una manera incluso física. Ellos mantienen su fe y están contentos por haberlo hecho.


Favorecer la estabilidad y la paz


¿Cómo se puede detener este desastre?


Hay que intentar favorecer una estabilidad política, lograr un cese de las hostilidades y promover el desarrollo de estos países, donde la gente no ve futuro y huye. Las instituciones deben intentar favorecer la estabilidad y la paz en estos lugares.


¿No es demasiado lento este camino?


Es lento si falta disponibilidad. Si hubiera una verdadera voluntad política sería más veloz, pero es la vía que resuelve la cuestión.


¿No son más rápidas las armas?


La violencia genera siempre más violencia y crea problemas para el futuro. Claro que el diálogo y la negociación es más difícil y lento pero es el camino que hay que intentar. En algún caso a veces es casi inevitable una respuesta militar, en ciertas circunstancias la misma Iglesia dice que es lícito detener al agresor injusto, pero en cualquier caso una respuesta militar no es suficiente, tiene que ir acompañada de un factor político, del diálogo y sobre todo de una educación, que es algo que lleva más tiempo.


Jordania acoge a 650.000 refugiados sirios y tiene algo más de seis millones de habitantes.


La cifra de refugiados es todavía mayor. En el último censo el número es más o menos el doble. En la actualidad Jordania tiene nueve millones de habitantes, de los que tres son refugiados. Es un país que ha sido muy generoso en la acogida pero hay que ayudar a sostener este esfuerzo porque es un peso tan grande que ellos solos no lo pueden afrontar.


El papa Francisco pidió que se acojan a refugiados en las parroquias. ¿Se está haciendo?


Se está haciendo poco a poco. Hay casos concretos, empezando por la misma parroquia de Santa Ana, en el Vaticano, pero es algo que hay que coordinar con las instituciones, no es que una parroquia pueda decir que recibe a tres personas. Se va despacio pero se está haciendo y diversas parroquias han mostrado su disponibilidad.


Hay gobernantes que quieren acoger solo a cristianos y dejar fuera a los musulmanes.


Hay que dejar a cada gobierno que tenga su política pero es bueno no excluir. Por la experiencia, es verdad que en igualdad de condiciones quizá los cristianos se integran mejor pero esto no puede ser un factor para excluir a los demás. Todo lo que es excluir a un grupo por causas religiosas no es bueno.


¿Con el problema de los refugiados Dios también nos está poniendo a prueba a los europeos?


Yo creo que sí. Pone a prueba nuestra capacidad de acogida y de replantearnos un modelo de sociedad donde todos tienen lugar. A los cristianos nos pone a prueba nuestra fe en el sentido de que el testimonio de ellos nos sacude de un cierto torpor, de una manera de vivir la fe un poco adormilada.


¿Como cristianos es nuestra obligación acoger a los refugiados?


Cada uno tiene su responsabilidad, pero nuestra obligación como cristianos es la caridad. ‘Tuve hambre, me diste de comer; tuve sed, me diste de beber’. Como cristianos sí que tenemos una obligación, un mandamiento del amor que llega a estas cosas concretas.


¿Con la situación tan grave que se está viviendo, la asistencia religiosa no queda en un segundo plano?


Estamos ante una emergencia humanitaria y hay que darles de comer y ayudarles pero al mismo tiempo yo diría que es casi más importante una asistencia espiritual. En esas circunstancias tan difíciles uno puede salir adelante si tiene una motivación, un ideal, un sentido para su vida y ahí la fe juega un papel fundamental. Es importantísimo sostener la esperanza de esta gente. Cuando he visitado los campos de desplazados, incluso en los más destartalados siempre hay una capilla. Al principio era una tienda, ahora ya en algunos sitios han podido construir una pequeña iglesia. Verdaderamente lo que les sostiene es la fe, la celebración de la Misa. En este aspecto esto es tan importante o más que la misma asistencia material.


Cuando todo termine, ¿qué quedará? ¿Odio, miedo, vacío?


Tendrán el desafío de la reconstrucción material pero también va a haber que hacerse una reconstrucción moral y social. Antes había una convivencia muy bonita entre cristianos y musulmanes que no estaba exenta de dificultades pero era buena en general y eso en algunos casos se ha deteriorado. En este aspecto, sobre todo a los cristianos les espera el desafío de la misericordia, del perdón.Tendrán que dar un paso adelante para poder volver a construir juntos el futuro. Es la reconciliación de la que hablan todos en Irak porque ven que la solución es trabajar juntos por el bien común en vez de estar todos los grupos enfrentados.


¿La de perdonar será otra prueba para los cristianos?


Va a ser una prueba. Si se supera será algo precioso para Irak y para todos. Será otro signo de la belleza de la fe.

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