allecido el pasado 20 de mayo
Durango despide a su vecino y amigo Abou Sakho
Cinco durangarras viajan a Senegal con la misión de repatriar el cuerpo del africano residente en la villa
Deia, , 08-06-2016Durango – La dureza de tener que repatriar a Senegal el cuerpo de su amigo Abou Sakho, joven de 30 años fallecido el pasado 20 de mayo por una enfermedad hepática, se ha convertido en la experiencia más gratificante de sus vidas. Cinco durangarras, Oihane Alakano, Yeni Guerra, David Deza, Maitane Garmendia y Alina Ahtamon se desplazaron a la localidad africana de Dahra Djoloff para brindar al senegalés el último adiós y hacerlo junto a sus seres queridos. “Abou salió de su país buscando fortuna y nos convirtió a todos en unos afortunados por haberle conocido”, estas fueron las palabras de David Deza que emocionaron a todos los presentes en el funeral.
Siendo el wólof y el francés los idiomas utilizados, el tío de Abou, Malik, que reside en Bermeo, acompañó a los durangarras y fue el encargado de realizar las funciones de traductor. Con un papel en el que recogían algunas palabras básicas, la expedición intentaba comunicarse. En este sentido, la frase más utilizada fue: Mbale ken lawon siman – Abou fue único para mí – . “Queríamos decirles tantas cosas que a veces nos quedábamos con las ganas, pero una mirada dice más que mil palabras. He viajado mucho pero este ha sido el viaje mas corto, duro, intenso, gratificante e increíble que he hecho y voy a hacer en toda mí vida”, aseguró muy satisfecha Maitane.
La madre de Abou, quién repetía continuamente “ahí vienen mis hijos” cuando se dirigía a la expedición durangarra, perdió a otra hija por la misma enfermedad. Y es que Abou, consciente de lo que había sufrido su madre y demás familia, mantuvo en secreto su problema hasta el final. Alina Ahtamon, estudiante de Medicina, vivió muy de cerca su enfermedad e incluso le administró morfina en sus últimas horas. “Abou para mí es un santo y no puedo decir más”, explicó emocionada la joven que cursa cuarto y realizará trabajo de voluntariado en la ciudad del fallecido. “Siempre he soñado con ir a África y nada mejor que hacerlo donde está Abou”, remarcó la estudiante.
Los durangarras tuvieron tiempo para cumplir diferentes misiones que se habían marcado, como llevar a dos sobrinas de Abou al hospital para que les hicieran análisis para detectar la Hepatitis B, entregar a la familia el dinero del seguro de Abou y que los niños pudieran disfrutar con “algo tan simple” como piruletas, gominolas, globos, botes para hacer pompas de jabón y cuadernos para pintar. “Jamás olvidaremos las sonrisas de aquellos niños y las lagrimas de felicidad de una madre al verles”, explicó Yeni Guerra, quién quedó sorprendida de “todo lo que nos han dado con lo poco que tienen”. En esta línea, Ohiane Alakano aseguró que “este viaje es algo que todo el mundo debería hacer en algún momento puntual de su vida para apreciar lo que tenemos”.
Integrado en Durango Tras un primer intento fallido, Abou logró llegar a Canarias en 2008 y lo hizo en una barcaza cargada con 80 personas. Tras pasar siete días a la deriva en mar abierto sin combustible, un barco italiano les dejó cerca de la costa y pudieron volver a pisar tierra firme. El joven senegalés pasó una temporada en Zaragoza con un tío suyo donde “sus primera palabras que aprendió fueron bueno, bonito y barato”, puntualizaron sus amigos entre risas, quienes explicaron que se dedicó a la venta ambulante y llegó a Durango en 2011. Fue en el bar Pol Pol de la villa donde Abou comenzó a trabajar poniendo la terraza, recogiendo vasos y ayudando en el almacén. El joven participaba en la vida social de Durango hasta el punto que comenzó a aprender euskera y su integración fue total en el municipio. Aficionado a la fotografía, compañeros con los que compartió clases en un curso organizado por el Área de Inmigración del Ayuntamiento de Durango le brindarán un homenaje. Así, este viernes el Kafe Antzokia (20.30 horas) se vestirá de gala para acoger la Fotonovela Ane&Abu, un reportaje fotográfico dedicado al senegalés. “Por desgracia en la vida necesitamos los palos más duros para crecer y curtirnos. Abou era un ejemplo de todo en la vida y cinco minutos con él eran suficientes para darte cuenta de que era una persona increíble”, explicó Deza, quien le mantiene presente en todo momento.
La solidaridad de una familia anónima, que puso 6.000 euros, hizo posible este viaje. Ahora, los amigos de Abou organizarán diferentes iniciativas con el objetivo de recaudar fondos y devolver la deuda ya que “los gastos de repatriación ascienden a 8.000 euros”, puntualizaron. Una de las actividades vendrá a finales de junio en fiestas del barrio de Tabira con un rastrillo solidario. Los interesados en colaborar pueden ponerse en contacto con el bar Pol Pol. “Él era quién mantenía a su familia, integrada por veinte personas, con los 500 euros que enviaba todos los meses. Volveremos a visitarles y nuestra intención es ayudarles en lo que podamos”, zanjaron los integrantes del viaje.
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