RELIGIÓN
¿Es correcto felicitar a un musulmán por el ramadán?
La festividad principal del calendario islámico suscita dudas entre los no musulmanes. Consultamos a un antropólogo qué pautas y costumbres se siguen en estas fechas
El País, , 06-06-2016Casi dos millones de musulmanes en España dan comienzo ahora a la gran celebración del calendario en el Islam: el mes del ramadán. La fiesta implica el ayuno y la abstinencia durante el día, pero también otros preceptos que, a menudo, son desconocidos para los no musulmanes. Jordi Moreras, profesor de antropología social de la Universitat Rovira i Virgili, en Tarragona, es especialista en Islam, autor de varios libros sobre la religión islámica y, en el pasado, fue responsable de estudios de la Secretaría de Asuntos Religiosos de la Generalitat de Cataluña.
Del ramadán están exentos, en diversa medida, los niños y quienes no se encuentran en buena condición física. Es el caso de determinados enfermos, como los diabéticos, o de quienes se recuperan de una operación quirúrgica o han realizado un largo viaje. Las mujeres con menstruación no pueden hacer ayuno y pueden recuperar esos días observando el ramadán unos días extras, cuando ya ha terminado. Los enfermos crónicos pueden compensar no haberlo practicado ofreciendo una pequeña ayuda (que en España ronda entre los tres y cinco euros) a los más necesitados de su comunidad y que se destina a su celebración del final del ramadán. En Cataluña, por ejemplo, se recogen alimentos en las mezquitas, y no sólo, necesariamente, para los musulmanes. La caridad hacia todos es un elemento importante de estas fiestas.
Como todo el resto del año, sean festivos o no, hay cuestiones morales y éticas que no están permitidas. Cuando se rompe el tiempo del ayuno por la noche, se puede comer y beber, pero nunca se permite el alcohol y otras conductas consideradas no apropiadas. El creyente no debe recuperar por la noche lo que ha dejado de hacer durante el día. La noche no debe ser una excusa para caer en excesos.
Los imames suelen recordar a menudo a los fieles que no hay que perder la cabeza en la ruptura del ayuno. Esta restricción, en algunos casos, supone cierto choque cultural, porque es en este periodo del año cuando las familias preparan las comidas más copiosas. En la práctica, el ramadán, cada vez más, se vincula con cierto consumismo. Incluso se aprovecha publicitariamente. En muchos países musulmanes, las televisiones esperan a esta época para estrenar grandes series y producciones. Tienen muy presente que la gente, ahora, está especialmente atenta.
Algunos países sin mayoría musulmana, como varios europeos y Estados Unidos, han reconocido puntualmente el derecho a salir del trabajo más temprano durante esta festividad. En España, desde 1992 se permite a los empleados musulmanes, previo acuerdo con sus empresas, que salgan antes de su trabajo o disfruten de un día libre para celebrar el fin del ramadán. Eso sí, después tienen que compensar las horas no trabajadas.
El final del ayuno coincide, en función del año, con el día 29 o 30 tras el comienzo de la festividad. Ese día no se ayuna, se estrena ropa o, al menos, se viste ropa más elegante de lo habitual. Es costumbre reunirse en un lugar público con otros musulmanes para compartir las oraciones. En algunos casos, algunos creyentes siguen ayunando una vez por semana después de la fiesta, pero se trata de una práctica devota personal y privada.
En los últimos años, muchas comunidades musulmanas de Europa han invitado a figuras políticas a compartir esa ruptura, que ha adquirido un papel institucional y de vínculo con el resto de la sociedad.
Además de esa ruptura de ramadán, cada día se rompe el ayuno. El momento de hacerlo es cuando la falta de luz “ya no permite distinguir un hilo blanco de uno negro”, según reza la tradición. El fin del ayuno comienza con la ingesta moderada de agua, fruta o dátiles, que progresivamente se amplía a otros alimentos. Se celebra con la familia y también con amistades.
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