“Los yihadistas entran en la UE con visado y disfraz”
Ahmed Safar asegura que su país descarta que el EI se camufle entre los migrantes
La Vanguardia, , 01-06-2016Libia no está en condiciones de controlar el flujo migratorio desde sus costas y, menos todavía, el éxodo imparable que empuja por su frontera sur. Eso reconoció ayer, en una charla con corresponsales extranjeros, el embajador libio en Italia, Ahmed Safar, quien descartó, sin embargo, que el Estado Islámico (EI) esté utilizando las travesías de los migrantes y los refugiados para infiltrar yihadistas con el objetivo de perpetrar ataques en Europa.
“¿Usted lo haría? ¿Arriesgaría así la vida? Yo creo más bien que prefieren llegar con visado y disfrazados”. Así contestó Safar a la pregunta que siempre planea sobre si el EI usa las barcas de los traficantes. El embajador sí dio por hecho, empero, que los yihadistas que controlan Sirte participan en el negocio del tráfico de personas, por puro interés económico. Según el representante diplomático, en Sirte no hay más de un millar de militantes extranjeros del EI –en contra de estimaciones que multiplican por cuatro o cinco esta cifra– aunque cuentan con la alianza de milicias locales opuestas a las autoridades de Trípoli y nostálgicas del régimen de Gadafi. “El EI ha construido en Sirte una economía”, agregó Safar, aludiendo al sistema de recaudación de impuestos, el dinero robado a los bancos y otros ingresos, lo que ha generado cierta estabilidad y ha provocado adhesiones.
En un perfecto inglés, fruto de una infancia en Londres y de estudios universitarios en Oxford, el embajador libio –que representa al Gobierno de Reconciliación nacional que preside Fayez Al Sarraj– insistió en que su país no puede hacer frente, solo, al problema migratorio, pues se necesita una estrategia global que tenga en cuenta el desarrollo integral del África subsahariana, tal como pide Italia con su propuesta de un acuerdo europeo amplio y ambicioso sobre la materia, el llamado migration compact, que sería la versión migratoria de los pactos de estabilidad financiera.
Para el diplomático libio, el alud migratorio es consecuencia “de la ley de la oferta y la demanda” y no se solventaría ni si su país se estabilizara y volviera a contar con una guardia costera digna de este nombre. Hoy Libia no puede patrullar sus costas por carecer de naves, salvo un par de remolcadores que ha tomado prestados. Tiene cinco o seis embarcaciones en puertos tunecinos que fueron reparadas por empresas italianas pero que aún no han sido devueltas. Con todo, existe un problema aún mayor en la frontera sur, con Argelia, Níger, Chad y Sudán. “Controlarla es una misión imposible, así que la ruta de suministro –de migrantes– está abierta de modo permanente”, agregó.
El embajador libio instó a Europa a compartir con las autoridades libias la información de que disponen sobre las redes de traficantes, si bien reconoció que perseguirlas sobre el terreno no es fácil porque actúan con gran movilidad, cambian de improviso los lugares – connection houses, eufemismo de prisiones– en los que retienen a los inmigrantes y organizan su partida de manera muy rápida cuando las condiciones son favorables. Las lanchas neumáticas –sin matrícula, al contrario que los pesqueros– dejan menos rastro sobre su procedencia y son más veloces de cargar, abreviando las operaciones de partida.
Safar fue moderadamente optimista sobre la pronta recuperación de Sirte y el mantenimiento de la unidad territorial bajo un único gobierno. A su juicio, una operación militar internacional es desaconsejable teniendo en cuenta la lección del 2011, cuando se derribó a Gadafi, y la mayoría de libios no la desea.
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