El número de inmigrantes en Cataluña sigue descendiendo desde que la crisis hizo mella en el Estado del Bienestar. Desde el 2010, año de máximos, hay 110.000 extranjeros menos: Si hace seis años representaban el 15,9% de la población, en 2015 el porcentaje disminuyó hasta el 13,6%.

Esta es una de las conclusiones del Informe sobre las personas inmigrantes de Cataluña 2015 , que presentó ayer la consellera de Asuntos Sociales, Dolors Bassa.

El estudio plantea tres debilidades en el actual modelo migratorio: la inserción laboral, el abandono escolar y el desconocimiento de la lengua catalana, «herramienta fundamental para la integración», señaló la consellera.

En el ámbito de la ocupación y el empleo, destaca la dificultad del colectivo inmigrante para acceder al mercado laboral, sobre todo tras la crisis, con una tasa de paro del 31,39%, 14 puntos por encima de la población autóctona. Los autores del informe han puesto el foco en algo inédito: por primera vez en una situación económica recesiva, se ha verificado el crecimiento de la población activa femenina inmigrada (237.000 mil en 2008 a 257.000 en 2012). Ha ocurrido que se han incorporado al mercado laboral obligadas por la nueva situación familiar, derivada de la crisis (la pérdida del trabajo de cónyuges, padres y/o hijos por el «boom» inmobiliario).

En el ámbito educativo también se constata una gran polarización entre la población inmigrante y la autóctona. No sólo por la tasa de abandono escolar –el 41% de asiáticos, el 40% de africanos y el 32% de marroquíes no consigue graduarse en ESO, frente al 9,9% de catalanes–, sino por la titularidad del centro al que asisten: los públicos acogen al 73% de los estudiantes extranjeros. En cuanto al conocimiento del catalán, éste sigue estando por debajo del 50% entre los nacidos fuera de Cataluña.