Poco a poco se van conociendo detalles sobre la “evacuación” del campo de refugiados de Idomeni, en Grecia, donde llegaron a concentrarse hasta 14.000 personas. De nada han servido los nuevos aires en el Ejecutivo de Atenas. La policía helena emplea los mismos métodos que el populista Tsipras reprochó a Macedonia el pasado mes de abril. Nada cambia. Gobiernos de diferentes colores políticos coinciden en parsimonia, negligencia y olvido hacia seres humanos que están dotados de derechos. Mientras tanto, seguiremos culpando a Bruselas de todos los males para que algunos Estados sigan encubriendo sus decisiones unilaterales, su escandalosa arbitrariedad.

¿A alguien le importan de verdad los refugiados? A ellos se les acaba el tiempo y a nosotros la solidaridad. Después de la manifestación neonazi en Madrid del pasado sábado, empezamos a ver las orejas de un lobo que está dando zarpazos en Alemania, Francia y Austria. Espero que cunda el ejemplo de Justin Trudeau en Canadá y nos comprometamos sin reservas a cumplir con nuestro deber.