A la carrera por los refugiados: 800 kilómetros a pie

El ultrafondista bilbaíno Óscar Pasarín quiere hacer el Camino de Santiago en menos de una semana. Correrá 16 ó 17 horas cada jornada para sensibilizar a la población sobre el drama de la oleada de inmigrantes que llega a Europa huyendo de la guerra

El Correo, Yolanda Veiga, 21-05-2016

Esta vez Thelma, Kala y Lua, sus perritas, le van a esperar en la meta. En Santiago de Compostela, a 775 kilómetros de la salida. Óscar Pasarín (Bilbao, 39 años) va a completarlos corriendo. Una carrera por los refugiados en la que el récord no es tanto una obsesión personal sino un aliciente extra, una llamada de atención por su causa. «Quiero completar el Camino de Santiago en menos de 6 días y 17 horas y batir la marca actual». Una hace dos veces la cuenta por si acaso, pero sí… sale a 115 kilómetros ¡al día! «La idea es estar corriendo o andando entre dieciséis y diecisiete horas al día y dormir seis o siete. Los tres primeros días están asegurados, pero los otros tres van a ser complicados», reconoce el ultrafondista vasco, con un café en la mano en una terraza junto al Museo de Bellas Artes.

Bien podría ser el café de después de comer, porque se levanta a las tres de la mañana. Trabaja de cocinero preparando menús para 13.000 escolares de Bizkaia, así que el entrenamiento de levantarse de madrugada para correr lo lleva hecho ya de casa. «Trataré de correr las primeras seis horas de noche. Me gusta correr con oscuridad y ahí me quitaré ya 40 kilómetros». Ha su reto lo ha titulado ‘El Camino más duro’, en alusión al drama que viven miles de refugiados cada día: «Ellos han tenido que caminar y correr durante varias jornadas, vagando las veinticuatro horas».

Pasarín acarreará una mochila de cuatro kilos con agua – «hay que beber continuamente, igual 7 litros o más» – seis o siete sándwiches y una radio pequeña para ir escuchando algún programa que alivie los ratos más pesados de la carrera. Irá solo, pero estará acompañado a ratos. «Un amigo correrá 60 kilómetros de una etapa conmigo, otro 110 y en la zona de Burgos quiero que vengan los malienses a hacer treinta kilómetros». Los malienses son un grupo de africanos no solo de Mali, también de Costa de Marfil, Senegal… con los que Pasarín sale a correr a menudo.

«Les doy zapatillas, porque se presentan en vaqueros. Ellos no entienden eso de subir un monte corriendo para volver a bajar, así que trato de hacer rutas circulares». Al frente de los corredores, Abdoul, un joven de Mali de 29 años que tardó dos en llegar a España (llegó hace tres) y perdió a su hermano en el dramático camino. «Fue duro, al principio no le daban asilo en Euskadi. Abdoul iba para médico, habla cinco idiomas y ahora está aprendiendo euskera. Ha encontrado trabajo de soldador». Los africanos que entrenan con Óscar son «mayoritariamente musulmanes y hablan francés, pero el de Senegal es católico y solo domina el inglés, así que Abdoul hace un poco de traductor».

Pasarín se ha acercado a la realidad de los refugiados a través de su hermana, voluntaria de CEAR (Comisión de Ayuda al Refugiado en Euskadi) y hace tiempo que corre por causas solidarias. Hace dos años completó 591 kilómetros por el monte en diez días en protesta por las vallas llenas de cuchillas de Ceuta y Melilla, ha corrido 34 horas seguidas en favor de la gente que espera atrapada en Grecia y el año pasado corrió desde Tarifa a Bilbao a un ritmo de 80 kilómetros diarios.

Nocilla, garbanzos… y sales para evitar calambres

También es la cara visible de la web www.uerfanos.org, que pretende sensibilizar sobre el drama de los refugiados: «El Mediterráneo es la travesía más mortal del mundo. Durante 2015 murieron más de 3.700 personas tratando de llegar a Europa. La mayoría de ellas, personas que huyen de conflictos», se puede leer en la página. Eso y un reproche: «Los líderes europeos miran hacia otro lado y regatean en el número de refugiados a los que dar acogida». A este problema se añade otro: «La gente se cansa, se aburre de leer lo mismo en los titulares. Nos estamos empezando a acostumbrar al drama de los refugiados y nuestro objetivo es que no baje la intensidad», advierte este corredor y cocinero de Bilbao.

Él, desde luego, no se permite un respiro, y está entregado a un exigente entrenamiento para poder recorrer los casi 800 kilómetros del Camino de Santiago entre el 29 de junio y el 4 de julio. «Aunque si llueve esperaré y saldré otro día. Con la lluvia se te rompen los pies». En siete años corriendo a este nivel Pasarín no ha tenido que lamentar lesiones. Y mucho se lo debe a sus tres perritas. «Me hacen correr a ritmos que no se me rompe el cuerpo y cuando me enfrento a carreras exigentes controlo mucho la hidratación, el color de la orina, la ingesta de sales para evitar los calambres y una buena comida al acabar: un sandwich de nocilla, un litro de leche, tres piezas de fruta, una lata de garbanzos o de alubias…».

La otra parte del entrenamiento es «psicológica». «En el Camino de Santiago hay 300 kilómetros de llanura hasta León que van a ser duros. La primera etapa hasta Logroño es subir y bajar y el tramo final también. Eso me viene bien». Hasta el 29 de junio se entrena a ritmo constante: entre 12 y 18 kilómetros diarios, muchas veces por el Pagasarri (tarda 18 minutos desde el parking, ida y vuelta por el camino corto), una «tirada larga» de 50 kilómetros el finde semana y uno o días de descanso. No hay más que verle echar una carrerita para las fotos para darse cuenta del ritmo que imprime a la carrera. Pero la cabeza le va aún más rápida que los pies. Porque Óscar Pasarín no ha llegado a Santiago y ya busca nuevas metas: «Me encantaría correr por el desierto».

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