El libro Sumisión del escritor Michel Houellebecq fantasea con un futuro cercano (2020) en el que los franceses eligen presidente de la república a un islamista moderado con el apoyo de socialistas y conservadores, aliados para cerrar el paso al candidato del Frente Nacional. Lo que parecía una ficción provocadora que recibió duras acusaciones de xenofobia, se ha hecho carne antes de lo esperado al otro lado del canal de La Mancha. No se trata del inquilino de Downing Street, pero no es cosa menor la elección del laborista Sadiq Khan para la alcaldía de Londres, un musulmán hijo de emigrantes pakistaníes que prosperaron en tierra prometida a base de mucho bregar. Tuvieron esa oportunidad por la que ahora se juegan la vida miles de refugiados de guerra e inmigrantes económicos. Tras el acuerdo con Turquía, el problema parece anestesiado. Pero nada más lejos del deseo de los dirigentes comunitarios. Frontex, la agencia europea para el control de las fronteras exteriores, desvela tal y como vaticinaron los que saben algo del asunto que el tránsito por Grecia se ha desplazado a Italia. En los primeros cuatro meses del año han entrado a Europa por mar 188.000 inmigrantes. Y 1.357 perdieron la oportunidad que tuvieron los padres de Sadiq Khan ahogados en el Mediterráneo.