«Hay que controlar las fronteras, pero también abrir el camino de la inmigración legal»

Ve posible «un diálogo positivo» de la UE sobre la crisis de los refugiados y cree que la crisis migratoria «desaparecerá a medio plazo»Stephane Jacquemet Responsable de Acnur para el sur de Europa

Diario Sur, DARÍO MENOR , 16-05-2016

Para Stephane Jacquemet, responsable del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) para el sur de Europa, la forma con que el Viejo Continente responde a la llegada masiva de personas que escapan de la guerra y la miseria está lastrada por el éxito de la extrema derecha para copar con «su vocabulario y sus argumentos» el debate sobre cómo reaccionar. Pese al egoísmo de buena parte de los países de la UE ante la crisis de los refugiados, Jacquemet cree posible que se plantee «un diálogo positivo» para responder a este problema frente al que pide «una visión global». «Es una ilusión pensar que a medio plazo va a desaparecer», advierte.

Cierre de fronteras para impedir la ruta balcánica, negativa a aceptar la reubicación de refugiados entre los países europeos, Austria que amenaza ahora con bloquear el principal paso con Italia si se produce una llegada masiva de extranjeros… ¿Ha sacado la crisis de los refugiados el lado más egoísta de Europa?

Yo soy moderadamente optimista. Todo va a depender de si se produce una nueva crisis. Si la hay, el escenario que usted menciona va a materializarse.

¿Se refiere a una nueva crisis económica o de refugiados?

Pueden ser ambas, pero para mí lo más determinante es la obsesión europea por tener una nueva crisis de migrantes o de refugiados. Se teme que durante la segunda parte del año se dispare el número de solicitantes de asilo o de migrantes. Pero creo que se puede dar un diálogo positivo dentro de la UE si la situación permanece como está ahora, con cifras en Italia más o menos como las del año pasado y con una disminución muy importante en Grecia.

¿Qué propone para responder a la situación actual?

Es importante tener una visión global del problema de los refugiados e inmigrantes. Es una ilusión pensar que a medio plazo va a desaparecer. La gente va a continuar llegando a Europa, sea cual sea la manera de hacerlo. El único modo de encontrar una solución es tener una visión global que incluya todos los elementos. Hay que controlar las fronteras, pero también abrir el camino de la inmigración legal y dar a los refugiados la posibilidad de asentarse. Me parece estrecho de miras solo preocuparse por la prevención de los flujos. Hay que preparar un sistema de coordinación europeo antes de que haya otra crisis, dotarse de una política responsable sobre este tema que incluya todas las dimensiones, tanto la seguridad como los derechos humanos.

¿Echa de menos que se hable de cómo la inmigración y la acogida pueden ayudar a superar el invierno demográfico por el que pasan muchas naciones europeas, incluida España?

Sí, totalmente. Los países deben tenerlo en cuenta. Los países con una inmigración controlada pero relativamente fuerte, como Estados Unidos o Canadá, tienen una visión de futuro. Sería importante tener en cuenta esta visión según la cual la inmigración es un elemento para aumentar la población.

¿Qué datos tienen de Libia? ¿Puede llegar una avalancha de inmigrantes y refugiados desde ahí?

No creo que se vaya a producir una avalancha. Hay todo tipo de estimaciones sobre el número de personas en Libia, pero creo que nadie tiene cifras reales. Hay un poco de paranoia. Cuando hablamos con las autoridades italianas, nadie habla de millones de personas. Es posible que haya un aumento, pero pequeño.

¿Cómo valora el acuerdo entre Bruselas y Ankara para devolver a Turquía a los refugiados y luego hacerlos entrar de nuevo en territorio europeo de forma ordenada?

En el acuerdo hay algunos elementos positivos y otros que son menos positivos. Cuando se firmó, había muchos problemas en su implementación tanto en Turquía como en Grecia, que no tenían la capacidad para asegurar que no había un riesgo de violación de los derechos de los refugiados. Ahora hay más preparación y la situación es mejor.

España debía recibir a unas 16.000 personas según el ‘plan Juncker’ de reubicación de refugiados en países europeos. Hasta ahora sólo ha acogido a 18. ¿Qué opinión le merece esta cifra?

Es un problema a nivel europeo. Llevo sólo un mes en el cargo y aún no he visitado España, por lo que me parece prematuro hacer comentarios sobre su país.

La Comunidad de San Egidio y las Iglesias evangélicas han organizado corredores humanitarios para llevar a refugiados sirios de Libia a Italia, donde facilitan su integración. Prevén sacar a unas 1.000 personas en los próximos dos años de zonas de conflicto ¿Le parece que estas iniciativas son la solución o tan sólo una gota en el mar?

Una gota es parte de la solución. Es ilusiorio pensar que a alto nivel se puede resolver todo. Este tipo de iniciativas van por el buen camino. Las organizaciones involucradas son garantía en términos de capacidad humanitaria y de acogida. Está claro que si hablamos de los tres millones de refugiados en Turquía o los casi cinco millones de sirios desplazados en los países vecinos, 1.000 personas parecen muy pocas. Pero es algo importante, porque en un momento en el que los países construyen muros se necesita solidaridad. Ofrecen un mensaje de esperanza que además va a cambiar la vida a estas personas. Puede ser un camino. Hay actos simbólicos muy importantes porque pueden cambiar la política de los países.

¿Cómo valora los llamamientos del Papa sobre los refugiados? ¿Cree que sirven para algo?

Es importante que el Papa tenga esta presencia, hable del tema y haga gestos simbólicos, incluso cuando son asuntos que no gustan a todos, especialmente a los partidos políticos de extrema derecha. Uno de los problemas en Europa es que en toda la discusión sobre el tema de la inmigración hay un liderazgo importante de la extrema derecha. En todo el vocabulario y los argumentos que se presentan, no así aún en las decisiones que se toman, hay una influencia muy grande de la derecha extrema. Es importante que haya voces diferentes, por lo que la figura del Papa resulta esencial.

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