Nacimientos entre el lodo de Idomeni

La matrona navarra Laura Lecumberri relata las difíciles condiciones en las que las mujeres dan a luz en el campo de refugiados de Grecia y su lucha por sacar a sus recién nacidos de ese lugar de “control, retención e inundaciones”

Diario de Noticias, Un reportaje de Andrea Apezteguia. Fotografía Unai Beroiz., 14-05-2016

“Las mujeres se van del campo aún con los puntos de sutura y sus bebés en brazos”

“Es una situación incomprensible cómo las mujeres con toda la cirugía de la cesárea y los recién nacidos están en las tiendas de campaña que se inundan cada vez que llueve”. Son palabras de Laura Lecumberri Esparza, vecina de Ansoain de 65 años y matrona ya jubilada, tras acudir 8 días al campo de refugiados de Idomeni para hacer un seguimiento de los embarazos y ayudar a las mujeres en el proceso de lactancia.


Tras su llegada a Navarra el pasado domingo, Lecumberri cuenta que en un primer lugar fue “a Policastro, a 20 km de Idomeni, con una organización americana que se dedica a la atención alimentaria tanto de las madres como de sus bebés”. La navarra pasó un día con esta agrupación para tener un primer contacto con esa realidad, pero un mensaje de la ONG SOS Dream de Zaragoza sobre la gran necesidad de personas formadas en lactancia y partos en Idomeni, le hizo cambiar de decisión: “Decían que iban a dar a luz 200 mujeres en unos 15 días y allí fui”.


Así, junto con otra matrona en una tienda de campaña realizaron una “difícil” labor de seguimiento de las embarazadas ya que “en el campo de refugiados había alrededor de 5.000 personas y teníamos que ir tienda por tienda para ver si habían mujeres embarazadas”, explica la navarra. A partir de ahí, “se comenzaba a hacerles un seguimiento del embarazo a través de un registro de la madre”.


“No tenían un historial médico ni se habían hecho pruebas” por lo que el “sony”, el aparato que permite escuchar el latido del bebé, hizo llorar de emoción a varias de las mujeres, según narra Lecumberri. Muchas de ellas, con meses de gestación a sus espaldas, no lo habían hecho hasta entonces ya que la dramática situación de su huida de los países en guerra no lo había permitido. Las matronas también repartieron pañales y dieron consejos sobre lactancia.


“No solo llegan embarazadas sino que se dan a su vez embarazos in situ en el campamento. Aquellas mujeres que se ponen de parto son atendidas en el hospital donde no necesitan ningún papel y a la mayoría de ellas se les practica la cesárea”, afirma la navarra. Esto se debe a que, primero, “Grecia tiene uno de los índices más altos de Europa en cesárea y segundo, porque no tienen documentación del embarazo. Durante los días que estuve solo fue una mujer quien se negó a hacerlo y tuvo a su bebé en su tienda”.


En tan solo dos días las mujeres, todavía con los puntos de sutura, se recuperan en sus tiendas de campaña pero muchas al poco se marchan del campo de refugiados con sus recién nacidos en brazos, según detalla Lecumberri. “Los niños que nacían estaban bien pero si es verdad que la leche artificial les producía diarreas algunas veces” debido a la calidad del agua. Sin embargo, “la principal preocupación de las madres era estar con sus bebé allí en esas malas condiciones y era eso lo que les empujaba a irse. Esto dificultaba realizar un seguimiento del postparto”. En este sentido, la navarra cuenta que cuando las atendía, estas le preguntaban sobre la situación de los diferentes países europeos con la intención de no quedarse en este “campo militarizado donde están absolutamente controlados”. “Decían que si volvían a sus casa les matarían y no entendían por qué no se les acogía”.


En las tiendas los niños descansaban en capazos pero sus madres preferían llevarlos en brazos. “Era curioso porque no les gusta los portabebés. Los ponen envueltos como momias entre mantas y los sujetan con un fular, y van totalmente pegados al pecho de la madre” pero sí que solicitan silletas. Después de ver todo eso con sus propios ojos, la matrona lo tiene claro: “hay que acogerlos. Es inaceptable cómo podemos estar tratando así a un montón de criaturas que se encuentran retenidos allí”.


el niño afgano con parálisi s cerebral



la odisea de osman, en primera línea


Recibirá tratamiento en Valencia. Durante su estancia en el campo de refugiados de Idomeni, Laura Lecumberri coincidió con Osman y su familia, el niño afgano de 7 años con parálisis cerebral, que acaba de llegar a Valencia para recibir tratamiento. “Tras la buena noticia hubo una gran fiesta para celebrarlo donde todo el mundo se abrazaba y todo por un solo niño de tantos que hay allí”, relata la matrona. “Se nos rompió la tienda de campaña por la lluvia y fue el padre de Osman con puntos de sutura quien la arregló”.

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